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La economía catapulta a Trump

EEUU crece al 3% y registra una tasa de paro del 3,7%, la más baja desde 1969. El proteccionismo del presidente puede salvar a los republicanos

Trump se prepara para las elecciones de mitad de mandato del 6 de noviembre y para alcanzar su objetivo de mantener la mayoría republicana en el Congreso.
Trump se prepara para las elecciones de mitad de mandato del 6 de noviembre y para alcanzar su objetivo de mantener la mayoría republicana en el Congreso.larazon

EEUU crece al 3% y registra una tasa de paro del 3,7%, la más baja desde 1969. El proteccionismo del presidente puede salvar a los republicanos.

Si hay una jugada que le ha salido bien a Donald Trump desde que está en el poder, y que él mismo se encarga de recordar a diario, es el rendimiento de la economía. Algo que muchos achacan a la herencia que le dejó su antecesor pero que, en cualquier caso, él ha llevado hasta índices insospechados en sus dos primeros años de mandato. La tasa de desempleo está a mínimos históricos: un 3,7%, su nivel más bajo desde diciembre de 1969. La economía añadió, además, 250.000 empleos en octubre y los salarios aumentaron un 3,1% después de dos años de estancamiento.

Estos resultados son la mejor carta de presentación de Trump para las elecciones de mitad de mandato del 6 de noviembre y para alcanzar su objetivo de mantener la mayoría republicana en el Congreso. Y el presidente lo sabe. «Tenemos la mejor economía que jamás ha tenido el país y aún está mejorando. Sólo hay que mirar los números», alardeaba en un mitin en Montana. Y esos números son envidiables. Nueve años consecutivos de crecimiento –con una tasa de paro inferior al 4% e inflación a la baja del 2%– se mantendrán, según los expertos, al menos hasta finales de 2020. Un crecimiento del PIB a ritmos del 3% que ya empieza a llegar a los bolsillos de los trabajadores.

Un auge en la economía que va a necesitar –muy a pesar del presidente– apoyarse en la mano de obra extranjera, en un momento en el que las políticas antiinmigración están marcando la agenda electoral. Y Trump, consciente de ello, parece que con una mano les da, pero con la otra les quita. Lo anunciaba hace horas: no dejará entrar a la «caravana migrante» por la frontera, pero sí espera recibir por la vía legal su mano de obra barata procedente de Suramérica. Se buscan «trabajadores que apliquen de manera legal, que sean gente maravillosa, que amen nuestro país y trabajen duro», anunció Trump.

Un perfil muy parecido al 85% de la plantilla del empresario español Víctor Morán, afincando en Maryland desde hace 35 años y dueño de una compañía líder en servicios de limpieza. Los más de 900 empleados a su cargo son mayoritariamente salvadoreños, la mayor comunidad fuera de su país desde que la guerra les hizo huir en masa. Morán afirma estar cumpliendo su sueño americano, aunque hace unos meses estuvo a punto de perder a la mitad de su plantilla cuando Trump quiso suspender el TPS (Estatus de Protección Temporal). La medida, para alivio de Morán, no salió adelante, ni tampoco le «impedirá seguir votando a Trump en las próximas elecciones».

Otros empresarios, al igual que él, piensan que «la alternativa demócrata no era mejor» que el propio Trump y al menos éste impulsa iniciativas que les benefician. Los trabajadores de su empresa están en situación regular, pero sufren los continuos ataques de quienes sienten amenazados sus puestos de trabajo por sus condiciones a bajo coste. «Hay mucha competencia pero, si no fuera por ellos, nadie estaría haciendo ese trabajo. Ni en el sector de limpieza ni en el de la construcción», afirma Morán.

Al otro lado de la balanza se encuentra un exitoso hombre de negocios de Minnesota, al frente de una compañía tecnológica y desencantado con el rumbo político de su país. «El mayor problema es que los estadounidenses hemos sido objeto de una extensa campaña de guerra informativa, iniciada por Rusia y basada en la desinformación a través de las redes sociales por intermediarios como Cambridge Analytica y Facebook», asegura indignado bajo anonimato. «Trump apela a los temores más básicos de los ciudadanos y esa desinformación ha exacerbado esos temores en su beneficio y de su partido».

De los 90 millones de votantes llamados a las urnas el próximo martes en EE UU, cada uno cuenta con su propia historia y circunstancias. El entorno fuera de las ciudades cambia de manera radical. En la conocida como «América profunda», los estadounidenses de pura cepa hablan de cómo los políticos prometen lo imposible durante sus campañas electorales, pero luego no cumplen esas promesas cuando llegan al poder. Por eso les gusta Trump, porque «no es como los demás». Y es que el presidente ha sabido dirigir estratégicamente su discurso hacia esa clase media y baja, haciendo resurgir un patriotismo casi olvidado por gran parte de la sociedad. Muy especialmente hacia trabajadores sacrificados como los agricultores.

Y del campo a la mesa. Las políticas proteccionistas de Trump en materia comercial y su batalla con fuertes economías como China, la UE, Canadá o México, se han dejado notar en los supermercados, donde los productos Made in USA están mejor situados que nunca. La aceituna negra española, el aceite de oliva italiano o el vino francés han perdido espacio en los puntos de venta, destacando grandes ofertas para esos mismos productos californianos.

Otra de las medidas populares de Trump ha sido la bajada de impuestos. Aunque sus mayores beneficiarios son, paradójicamente, las personas con más ingresos. Lo prometió en campaña y lo ha convertido en realidad. Uno de los mayores cambios al sistema tributario en décadas y uno de los grandes logros de su mandato.