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Teherán

La guerra secreta contra la bomba atómica

La Razón
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La apertura a las negociaciones con Irán no hubiera sido posible sin la victoria electoral del moderado presidente Hassan Rohani. Los tres últimos años del gobierno de Mahmud Ahmadineyad fueron el periodo más oscuro del programa nuclear iraní. El progreso atómico del que alardeaba el ex presidente ultraconservador iraní llevó a Estados Unidos e Israel a lanzar una guerra secreta en el ciberespacio para dañar la actividad nuclear de Irán. El programa fue diseñado por Agencia Nacional de Seguridad bajo la presidencia de George W. Bush, pero el primer ciberataque lo ordenó Barak Obama en 2010. El ataque informático estaba destinado a impedir a Irán la fabricación de armas nucleares y disuadir a Israel de lanzar una ofensiva militar preventiva contra Teherán.

Se programó un virus informático conocido como Stuxnet que tenía como objetivo específico el ataque a la planta de Natanz. La fuga de Stuxnet hizo caer temporalmente 1000 de las 5000 centrifugadoras nucleares con que contaba Irán en ese momento. A este ataque anónimo, sigiloso y devastador, se une la intriga de los asesinatos de cuatro científicos iraníes entre 2010 y 2012. El 12 de enero de 2010 el físico nuclear Masud Alí Mohamadi, profesor del Departamento de Física de la universidad de Teherán, un teórico de las partículas elementales del campo cuántico, murió en la explosión de una moto bomba delante de su domicilio en Teherán. El 29 de noviembre de 2010 fue asesinado Majid Shahriari, director de la Organización Iraní de la Energía Atómica (OIEA). Shahriari murió por la explosión de una bomba colocada en su automóvil. El 23 de julio de 2011, Dariush Rezainejad, doctor en física que trabajaba en proyectos del ministerio de la Defensa, murió a balazos realizados por unos desconocidos que circulaban en moto.

Los escollos del pacto de la década

La paralización de la construcción de la planta de agua pesada de Arak, al sur de Teherán, es uno de los principales puntos de desacuerdo entre las potencias internacionales y el régimen teocrático de Irán. Los expertos temen que la planta sirva para producir plutonio susceptible de ser manipulado para fabricar una cabeza nuclear. Irán lo niega. También el Grupo de 5+1 exige el fin del enriquecimiento de uranio al 20%, pero Irán apela a su derecho a enriquecer uranio.