Crisis en Egipto
La Hermandad, en busca y captura
Millones de egipcios empezaron ayer su Ramadán más especial: el mes sagrado para los musulmanes, que cambia la vida diaria y la actividad del país, coincide con un delicadísimo momento, los días posteriores al golpe de Estado contra el presidente Mohamed Mursi.
El año pasado, los egipcios celebraban aliviados la elección en las urnas del mandatario islamista, después de 16 meses de caótica y a veces sangrienta transición bajo la Junta militar. Ahora los líderes de los Hermanos Musulmanes son buscados por la Policía y el país ha vuelto al punto de partida: les espera otro complejo y tortuoso proceso transitorio supervisado por el Ejército. El conocido bloguero egipcio que se hace llamar «el gran faraón» escribía ayer: «Estamos en febrero de 2011 (cuando el ex presidente Mubarak fue derrocado), nuestro mayor reto ahora es evitar repetir los mismos errores».
El nuevo primer ministro egipcio, Hazem el Beblauy, empezó ayer las consultas para formar un gobierno de unidad nacional, consciente de que no será fácil presentar un gabinete que contente a todo el mundo. Beblauy cuenta por ahora con el apoyo de todas las fuerzas políticas, incluido el partido salafista Al Nur, que es el único islamista que está colaborando con las nuevas autoridades. Por supuesto, los despechados y perseguidos Hermanos Musulmanes rechazaron una vez más entrar en conversaciones con las autoridades interinas, consideradas «golpistas», aunque Beblauy se dijo dispuesto a ofrecerles algunas carteras en el nuevo gobierno, al igual que a los salafistas. Beblauy necesita de Al Nur para transmitir la idea de que no se está excluyendo de la transición a los islamistas y Al Nur por el momento está dispuesto a ofrecerle esta legitimidad. El partido radical –que obtuvo cerca del 25% de los votos en los comicios legislativos de 2011– aseguró que apoya a Beblauy y lo ayudará en su labor, pero que no entrará a formar parte de su ejecutivo.
Mientras, prosigue la polémica en torno a la hoja de ruta presentada por el presidente interino Adly Mansur el lunes: la mayor parte de los grupos juveniles y partidos liberales la rechazan porque ofrece poco poder al primer ministro y por varios puntos relativos a derechos humanos y libertades fundamentales. El principal grupo activista cristiano, la Unión de Maspero, se sumó ayer a las críticas y denunció que el decreto emitido por el presidente no garantiza la laicidad ni el respeto a las minorías religiosas.
El reto más grande en este momento siguen siendo los miles de islamistas que permanecen acampados en la plaza Rabaa el Adawiya de El Cairo, exigiendo que el ex presidente Mursi sea restablecido en el cargo. Ayer sus fieles organizaron una marcha hacia el palacio de Ittihadiya, donde ya trabaja el presidente Mansur desde el pasado fin de semana. El fiscal general había emitido horas antes una orden de arresto contra los líderes más destacados de la Hermandad –incluido el guía supremo, Mohamed Badie, y otros que aún no han sido arrestados en los pasados días– por haber incitado la violencia junto al cuartel de la Guardia Republicana, donde el lunes murieron más de 50 islamistas a manos de las fuerzas de seguridad y armadas. El Ejército sostiene que fueron los seguidores de Mursi los que atacaron y provocaron a los uniformados, mientras que varias ONGs locales, así como Amnistía Internacional han denunciado el uso excesivo de la fuerza por parte de los militares y han pedido una investigación independiente de los hechos. Asimismo, la Fiscalía egipcia mantendrá en custodia preventiva durante 15 días a 200 sospechosos supuestamente implicados en la violencia del lunes, mientras que más de 400 ya fueron dejados en libertad ayer.
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