Alemania
La ley de asilo amenaza con romper el bloque conservador de Merkel
La canciller acepta devolver en la frontera a los refugiados cuyo asilo ya ha sido rechazado
La canciller acepta devolver en la frontera a los refugiados cuyo asilo ya ha sido rechazado.
Una vez más, la política migratoria ha estado a punto de poner en juego la carrera política de Angela Merkel y, en cualquier caso, ha sumido al bloque conservador de la canciller en una presión que pocos en Berlín se atreven a clarificar. Quizá por ese motivo, y en medio de tensas disputas con Horst Seehofer –su socio de Gobierno y ministro del Interior–, Merkel dio ayer un paso hacia la conciliación en la nueva política de asilo al aceptar devolver en la frontera a los refugiados rechazados ya previamente si intentan entrar de nuevo en Alemania.
Sin embargo, la Unión Socialcristiana de Baviera (CSU) liderada por Seehofer también reclama que sean devueltos todos aquellos refugiados que se hayan registrado ya en algún otro país de la Unión Europea y aquellos que no tengan documentos válidos, en línea con lo establecido en la Convención de Dublín.
Las tensiones salieron a la luz después de que la semana pasada se retrasara la presentación de una nueva política de asilo capitaneada por Seehofer debido principalmente a que Merkel es reacia a que se lleven a cabo expulsiones de peticionarios de asilo en la frontera alemana. Mientras la canciller aboga por una solución europea, la CSU apuesta por actuar sin esperar a Bruselas. El líder de los diputados de la CSU, Alexander Dobrindt, considera imposible que Merkel arranque un acuerdo en Bruselas «en unos días», hasta el punto que la amenaza con una rebelión en la que el ministro del Interior podría imponer su proyecto por decreto. «Es responsabilidad directa del ministro», dijo y agregó –en tono de ultimátum– que la dirección de su partido estudiaría la cuestión el lunes en una reunión.
De decidirse Seehofer a hacer uso de esas competencias, por encima del rechazo explícito de la jefa del Gobierno, Merkel podría verse abocada a destituirle, lo que precipitaría una crisis en la Gran Coalición. El pulso entre los dos partidos hermanos se produce cuatro meses después de que se lograse firmar un pacto de coalición entre la CDU, la CSU y el Partido Socialdemócrata (SPD), tras un trabajoso proceso de negociación.
La tensión entre la mandataria y su aliado bávaro viene de lejos. Seehofer fue el principal crítico de la política de puertas abiertas de la canciller y a pesar de que la cantidad de migrantes ha disminuido, Alemania recibe unas 11.000 nuevas solicitudes al mes. Una cifra crítica para Seehofer, que se enfrenta a elecciones en Baviera el 14 de octubre con la ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD) al alza y amenazando la hegemonía que durante décadas ha gozado la CSU en ese «Land», puerta de entrada de la mayoría de los 1,3 millones de solicitantes de asilo que ha recibido Alemania desde 2015.
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