Cuba

La odisea de informar desde Cuba

Los periodistas desplazados a cubrir la muerte de Fidel Castro se enfrentan a múltiples contratiempos

La Razón
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Los servicios cubanos se sienten abrumados por la oleada de periodistas que llegamos a la isla. Los funcionarios se encuentran en una encrucijada no calculada antes: tentados por la idea de que los medios internacionales cubran el sepelio de Fidel Castro, un espectáculo castro-militar de primer orden que se ha alargado por cuatro días, pero al mismo tiempo, reticentes de lo que pudiéramos contar. De ese modo, mostraron cierta disposición a convertir las visas de turismo en visas de periodista, algo impensable sobre la marcha en cualquier otra cobertura. Sin embargo, se sigue sintiendo una tensa calma.

Como nos comenta una colega periodista ella no puede ni conectarse a internet a través de las famosas tarjetitas. Hace tiempo caparon su IP de la computadora y el miedo sigue existiendo entre los compañeros locales. Tan solo hay que ver unos minutos el canal estatal para entender el nivel de veneración hacia el sistema, sin voces discordantes.

Por eso no es tan extraño que el enviado de RTVE a Cuba, Vicenç San Clemente, haya estado retenido durante dos horas en una comisaría de La Habana, tras entrevistar al periodista Reinaldo Escobar, por "posible alteración del orden público".

Por su parte Escobar, editor del diario '14ymedio', estuvo retenido durante cuatro horas. Según informa su publicación, un hombre vestido de civil se acercó al lugar donde San Clemente le entrevistaba, en el Malecón de la ciudad, y dijo que no podían estar ahí "porque era una avenida por donde pasaban muchos presidentes", según palabras del periodista español recogidas por la publicación cubana.

En mi caso también estuve retenido en dos ocasiones, pero nunca llegué hasta una comisaría. En cambio sí que me interrogaron durante largo tiempo hasta comprobar mi identidad a través de radio, y en una ocasión, hasta llamaron a un patrulla. El principal problema es que tardaron días en devolverme el pasaporte con la correspondiente visa y al estar indocumentado, mi trabajo y movimientos se volvieron sumamente difíciles durante los días siguientes a mi llegada.

La primera vez que fui interceptado estaba saliendo de la Plaza de la Revolución para entrevistar a disidentes. Minutos antes me habían escuchado hablar con varios colegas para pedir los números. Como sólo tenía mi carnet de prensa rojo estuve unos 45 minutos sin poder moverme, mientras comprobaban mis datos.

La segunda me encontraba entrevistando a un cubano, frente el Hotel Nacional, con tan mala fortuna que cuando le dije que no hacía falta que diera su nombre real, simplemente para evitarle posibles problemas, había otro policía escuchando. La retención e interrogatorio posterior quedó grabada en parte, puesto que el teléfono seguía abierto y en los estudios de Ondacero había un técnico intentado justamente en ese momento, recibir la crónica que iba a enviar.