Venezuela sin Chávez
La oposición llevará la trampa chavista a los tribunales
El objetivo es evitar que eludan la toma de posesión de Chávez, fijada en la Constitución. Recurrirá a la justicia internacional, ya que duda de la imparcialidad de la venezolana
Tras la constitución ayer de la Asamblea Nacional, el oficialismo dejó clara su retorcida interpretación de la Constitución, según la cual si bien el próximo jueves empieza un nuevo periodo, Hugo Chávez es un presidente «reelecto» y existe «continuidad» en su mandato sin necesidad de «pequeños» formalismos, como la toma de posesión, recogida en la Carta Magna. Sin embargo, de lo que está por venir poco se debatió, pese al complicado momento institucional que vive el país con el «delicado» estado de salud del presidente Chávez, operado de cáncer por cuarta vez el pasado 11 de diciembre y cuya recuperación no está «exenta de riesgos», según ha informado el propio Gobierno venezolano.
El vicepresidente Maduro volvió a insistir en la tesis que hizo pública la noche del viernes de la «continuidad» de Chávez en el cargo pese a que no tome posesión. Respecto a las acciones a adoptar a partir del 10 si los oficialistas ponen en práctica su interpretación, Julio Borges, coordinador del partido Primero Justicia, lamentó que «el TSJ es una sucursal del partido de Gobierno. Aquí no hay división de poderes, el judicial está subordinado políticamente al Gobierno», dijo. «Iremos a toda parte donde haya que ir para hacer valer la Constitución y los derechos de los venezolanos, y prender las alarmas de lo que está sucediendo en Venezuela. Mercosur, la Organización de Estados Americanos... a todas las instituciones que sean necesarias». Además, explicó que «si esos dos dirigentes del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) –en referencia a Nicolás Maduro y Diosdado Cabello– piensan que el hueco de liderazgo que tienen lo van a llenar con odio y con miedo, están equivocados; si van a elegir el odio y el miedo para tratar de ocupar un cargo que les queda grande [la presidencia del país], se confunden». En la misma línea, la diputada independiente María Corina Machado denunció a LA RAZÓN que «por primera vez en 200 años de historia republicana el futuro de Venezuela se decide fuera del país» y calificó como «traición a la patria» que desde Cuba se decida «quién preside la Asamblea Nacional y que pretendan decidir quién es el próximo presidente de Venezuela».
La tensión verbal entre chavistas y opositores es cada vez mayor, pese a los intentos de los chavistas por tratar de aparentar normalidad en medio de la absoluta incertidumbre e inestabilidad. En esa línea, el dirigente chavista Rafael Peñaloza apuntaba que «mi comandante ha librado una lucha tenaz contra el cáncer y estoy seguro de que los médicos cubanos lo pondrán bien para que pueda regresar pronto a Caracas». Con este panorama, lo más probable es que el próximo 10 de enero haya una sesión de la Asamblea Nacional, a la que no se presentará Chávez para jurar su cargo, entonces la mayoría oficialista, sin importar la votación opositora, prorrogará el permiso del líder bolivariano por 90 días. Se abre, por tanto, un futuro lleno de incógnitas con un barco a la deriva que es Venezuela. No se esperan grandes cambios en política; puro continuismo pero esto ya de por sí representa un atraso para el país caribeño. El propio presidente, Hugo Chávez, durante la pasada campaña, insistía sobre las reformas urgentes y necesarias, que ahora tendrán que esperar. «Aquí no hay diálogo de cúpulas. Estamos dispuestos a hablar con el pueblo, pero no a que unas cúpulas negocien cargos», dijo el presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello, nada más jurar el cargo. Y es que, a juzgar por su discurso, los discípulos de Chávez gobernarán con puño de hierro, sin contar con la oposición.
Maduro y Cabello libran su particular «guerra fría»
Para muchos analistas y políticos, la interpretación que hace Maduro de la Constitución tiene «el propósito de evitar a toda costa que Diosdado Cabello sea el presidente encargado a partir del 10 de enero».
De puertas para fuera, lo que parece verse es un «todos a una» en las filas oficialistas. Sin embargo, el diputado opositor Julio Borges comenta a LA RAZÓN que «hay varios indicios del problema de división y fractura» dentro del oficialismo.
«Venía para ser electo Pedro Carreño en la directiva de la Asamblea Nacional era lo que se había dicho y a última hora sale Carreño, hombre de Diosdado Cabello, y entra el señor Darío Vivas, hombre de Maduro. De manera que es una repartición clara de cuotas de poder», dijo Borges, que insistió en la tesis opositora de que «frente a la ausencia del presidente a quien le corresponde es a Cabello, quien debe sustituirle». «Y que el presidente siga tomándose el tiempo que quiera para recuperarse», agregó. «Hay temor de desconfianza y fractura entre ellos. Eso refleja la elección y la interpretación constitucional», afirma. «El miedo al golpe de Estado del que habla Maduro es contra su propio compañero Diosdado Cabello». No hay que olvidar que Cabello es el hombre fuerte del Ejército y que el propio Chávez nombró importantes cargos militares antes de partir a Cuba, precisamente para asegurar la estabilidad. Las Fuerzas Armadas pueden apoyar en un principio a Maduro, pero también serán quienes lo evalúen. La tesis de la división interna en las filas oficialistas fue desmentida poco después por parte del diputado oficialista Earle Herrera en conversación con este diario. «La oposición lleva 14 años soñando con la división en las fuerzas revolucionarias (...). Esas divisiones son parte de las ilusiones», apuntó.
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