Internacional

La paradoja de López Obrador

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Andrés Manuel López Obrador (AMLO) ha cumplido un año de su triunfo electoral de 2018. Lo ha hecho cumpliendo el manual populista. Ese que concibe la política como un terreno de confrontación, un campo de batalla entre amigos y enemigos. Ese mismo manual que aprovecha lo discursivo para intentar polarizar a la sociedad, simplificando adversarios y presentando realidades hiperbólicas, a veces incomprensibles.

Dos tercios de los mexicanos siguen confiando en sus promesas. La luna de miel sigue vigente. Analistas dudan de la efectividad en el mediano y largo plazo de su estrategia comunicacional; esa que, sobre todo, se fundamenta en la repetición estructurada de mensajes simples y con argumentos poderosos hacia los desencantados, los apáticos y descreídos. Muchos de ellos, jóvenes y clase trabajadora de nivel socio económico popular.

Otro elemento recurrente del presidente mexicano ha sido la constante referencia a la historia y la construcción del término «pueblo» a partir de nostalgias y de sueños posibles en un tiempo pero que, según él, una casta política les arrebató. En su último discurso con motivo de la celebración de su triunfo electoral aseguraba: «Fue la victoria de todo un pueblo, de nuestros antepasados, de quienes tenemos la dicha de continuar en este proceso de transformación y de vivir para contarlo».

Sin embargo, a pesar del circo discursivo, los datos económicos son positivos, ciertamente, consecuencia de una inercia heredada. Por ejemplo, el peso mexicano ha sido la moneda que más se ha fortalecido con respecto al dólar en el mundo. Adicionalmente, durante el primer trimestre de este año se recibieron más de 10.000 millones de dólares en inversión extranjera directa, elevando un 7% dicho número si consideramos el mismo periodo de tiempo de 2018. Así mismo, las tiendas departamentales y de autoservicio reportaron un incremento de 5,4% en las ventas y la Bolsa Mexicana de Valores ha aumentado en un 3%.

La economía y el discurso de López Obrador presentan dos realidades paradójicas. La incertidumbre en un sector importante del empresariado mexicano existe y, por otro lado, los gobiernos locales y estadales han sufrido de recortes importantes. Alcaldes y gobernadores se han visto despojados de recursos. Una estrategia que le permite al primer mandatario concentrar y decidir unipersonalmente la redistribución de la riqueza a través de planes sociales. Una manera clara de sumar adeptos y dependientes, una forma de sumar voluntades leales.

Para una parte importante de los medios de comunicación, empresariado y oposición política, estos meses de gobierno populista han transcurrido de manera particular, extraña. Es tal la velocidad de la dinámica: cambios, improvisaciones, contradicciones y vorágine que el país y los mexicanos parecen avanzar confundidos. La sociedad parece, en ocasiones, hipnotizada por los números e indicadores y otras veces, huérfana de liderazgos alternativos. Mientras tanto, lo que sí parece claro es que México no tiene rumbo fijo, la brújula se ha perdido y nadie avizora una estrategia para construir el futuro.

Director general de Motta Focus motta@mottafocus.com/@mottafocus