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La Policía arremete contra más de 150.000 manifestantes en Hong Kong

En el séptimo domingo de protestas, la Policía hongkonesa utiliza gases lacrimógenos y pelotas de goma para dispersar a los manifestantes.

Un manifestante en Hong Kong
Un manifestante en Hong Konglarazon

En el séptimo domingo de protestas, la Policía hongkonesa utiliza gases lacrimógenos y pelotas de goma para dispersar a los manifestantes.

Aunque la marcha de ayer se desarrolló de forma pacífica durante tres horas, la cosa se torció cuando miles de manifestantes desafiaron a la Policía de Hong Kong y continuaron más allá de la cancha de Southorn, el límite del recorrido impuesto por las autoridades. Avanzaron hasta la comisaría central de Wan Chai; la sede del Gobierno local, escenario habitual de las protestas; y la oficina de enlace del Gobierno central chino, dónde arrojaron huevos y pintaron grafitis. La Policía de Hong Kong trató de reprimir las movilizaciones con gases lacrimógenos y pelotas de goma para prevenir que los manifestantes entraran en los edificios.

A pesar de la contundencia con la que contestaron los antidisturbios, no consiguieron dispersar a los manifestantes. Continuaron con la concentración, que escaló y se tornó violenta: al grito de «¡Por la revolución de esta generación en Hong Kong!», las personas congregadas (en su mayoría con camiseta negra), se refugiaron en barricadas mientras lanzaban botellas y ladrillos. Según informa Hong Kong Free Press, cientos de enmascarados partidarios del Gobierno (que ya actuaron en 2014 durante las protestas de la «revolución de los paraguas»), irrumpieron en las manifestaciones ataviados con camisetas blancas y, armados con palos de bambú y otras armas, arrollaron a los manifestantes en el distrito de Yuen Long y en la estación de West Rail Line, dejando muchos heridos a su paso, entre los que se encontraban varios transeúntes que no tenían relación con la manifestación, como Lam Cheuk Ting, miembro del Partido Demócrata o la reportera de «Stand News», Gwyneth Ho.

El Frente Civil de Derechos Humanos, una de las asociaciones que organiza las manifestaciones, acusa a la Policía de no hacer nada en Yuen Long, mientras reprimían con dureza las protestas: «Los verdaderos matones han atacado a transeúntes, a un periodista y a un legislador, lesionándolos gravemente, pero la Policía no ha hecho cumplir la ley. Nos ha enfurecido enormemente».

La protesta del millón de personas celebrada el 9 de junio, dio el pistoletazo de salida a toda una serie de manifestaciones contra el proyecto de Ley de Extradición del Gobierno de Hong Kong, pues la sociedad hongkonesa sospechaque darían al Gobierno chino las herramientas necesarias para silenciar a disidentes políticos. Y aunque los manifestantes consiguieron que Carrie Lam, jefa del Gobierno local, suspendiese el proyecto de ley, nunca llegó a revocarlo oficialmente. Por lo que las movilizaciones siguieron avanzando y cogiendo fuerza, hasta que, el 21 de junio, los manifestantes entraron en la Asamblea Legislativa de Hong Kong.

Cada vez más gente se une a un movimiento cada vez más contundente. Ahora, en un ejercicio de solidaridad intergeneracional, miles de jubilados y ancianos salen a la calle junto a sus nietos para protestar contra la brutalidad policial y para exigir libertad. Y a pesar de la alerta por contaminación y calor, «el clan del pelo gris» marchó hacia la oficina de Carrie Lam con pancartas que rezaban «Protege Hong Kong, protege a los jóvenes». Cuando las abuelas están en la calle, ¿cómo puedes quedarte frente al televisor?», dijo Anita Poon, de 35 años a AFP.

Ante el temor del avance del poder chino y la pasividad del Ejecutivo, el pueblo de Hong Kong es cada vez es más consciente de su poder y va incrementando su presión sobre el Gobierno local para exigirle más autonomía y libertad al Gobierno chino.

Entre las nuevas peticiones de los manifestantes están el establecimiento de una comisión de investigación sobre los abusos de poder por parte de las fuerzas del orden, el cambio de la denominación oficial de lo que ahora se consideran «revueltas» (susceptibles de persecución legal), la retirada de cargos contra los detenidos, que el Gobierno chino cumpla sus promesas de sufragio universal y la dimisión de la jefa del Gobierno Local.