Nueva York

La Presidencia de Obama se tambalea entre escándalos

Obama, bajo la lluvia, en los jardines de la Casa Blanca tras su encuentro con el primer ministro turco
Obama, bajo la lluvia, en los jardines de la Casa Blanca tras su encuentro con el primer ministro turcolarazon

El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, continuó ayer con su labor de seguir apagando los fuegos de los diferentes escándalos desatados en su Gobierno durante estos días. Ayer, durante la rueda de prensa conjunta con el primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, desde el Jardín de la Rosaleda, indicó que «mi gran preocupación es arreglar el problema. Empezamos el proceso ayer [por el miércoles] al pedir y aceptar la dimisión del director [de la Agencia Tributaria] Steven Miller. Les puedo asegurar que no sabía nada», concluyó Obama, que contestó a dos preguntas, una de la Agencia Tributaria (IRS, en inglés) y otra sobre la agencia Associated Press.

Respecto a este último escándalo, hizo referencia a las comparaciones con Richard Nixon y el «caso Watergate», que obligó a dimitir al ex presidente republicano tras las escuchas en el edificio del Comité del Partido Demócrata. «Os dejaré que os metáis en esas comparaciones. Podéis seguir y leer la historia y sacar vuestras propias conclusiones», explicó el presidente, que evitó entrar en detalles sobre el asunto de Ap, debido a que hay una investigación abierta del Departamento de Justicia sobre cómo han conseguido determinada información los periodistas perseguidos de esta agencia. «Las filtraciones relacionadas con la seguridad nacional ponen a la gente en peligro. Tengo total confianza en Eric Holder como fiscal general», explicó un día después de que Holder compareciese ante el Comité Judicial de la Cámara de Representantes.

Respecto al escándalo del atentado de Bengasi (Libia), Obama aprovechó para pedir al Congreso respaldo en la aprobación de los presupuestos de la Administración para la seguridad de las embajadas. Aun así, tendrá que poner en marcha más iniciativas para que los republicanos cesen en sus acusaciones de que el presidente quiso encubrir este atentado para no perder las elecciones . «Necesitamos unirnos y honrar los sacrificios de aquellos estadounidenses valientes. Hay que asegurar nuestros puestos diplomáticos en todo el mundo», indicó en clara referencia a los cuatro norteamericanos que murieron en septiembre.

El presidente estadounidense dio orden el martes por la tarde, al tiempo que aceptaba la dimisión del jefe de la Agencia Tributaria, Steven Miller, de publicar cientos de correos electrónicos, que despejarían cualquier duda sobre las posibles intenciones de la Casa Blanca de encubrir las causas reales de este atentado. En estos mensajes, se deja claro que fueron los agentes de la CIA los que borraron las referencias a la red terrorista Al Qaeda y grupos relacionados con esta organización terrorista para explicar lo ocurrido.

Además, Obama también trabaja en ganarse de nuevo a los periodistas después de la desastrosa rueda de prensa del martes con el portavoz de la Casa Blanca, Jay Carney. Para relanzar la sintonía entre el presidente demócrata y los reporteros, se ha anunciado que el senador demócrata del Estado de Nueva York Charles Schumer volverá a presentar una ley que permita proteger el uso de las fuentes y apelar a la potestad del Departamento de Justicia de obtener los registros de las llamadas de teléfono.

Sin duda estos tres escándalos han marcado el comienzo del segundo mandato del presidente demócrata, y le han hecho perder el control de la narrativa política de su mensaje para los próximos cuatro años.

Durante estos días, Obama y su equipo de la Casa Blanca trabajan en minimizar los escándalos como si estuviesen de nuevo en campaña electoral. De momento, han apagado «los fuegos», pero el siguiente paso será anular las críticas de la oposición republicana sobre la supuesta manipulación política del asunto de Bengasi. Algo que debían haber hecho hace semanas.

Mientras, el asunto del IRS será el que más consecuencias traiga para la Administración porque el del espionaje a Associated Press es el que menos le preocupa. Pero, sin duda, marca una nueva etapa entre el presidente y los periodistas, sobre todo, entre los corresponsales encargados de cubrir la información de la Casa Blanca.