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La rebelión republicana aleja el acuerdo fiscal

Conservadores y demócratas chocan por el modelo económico en EE UU

La rebelión republicana aleja el acuerdo fiscal
La rebelión republicana aleja el acuerdo fiscallarazon

Es el turno de los demócratas. Tras la retirada ayer del «Plan B» republicano, y a diez días de que entre en vigor el «precipicio fiscal», el presidente Barack Obama tiene que negociar con los conservadores para lograr llegar a un acuerdo bilateral. A última hora del jueves, el presidente del Congreso, el republicano John Boehner, retiró la votación de su «Plan B» por falta de apoyo. Este plan era la alternativa republicana para hacer que el Congreso aprobase algún tipo de alivio tributario antes de fin de año mientras continuaba la negociación en torno a un pacto fiscal. La propuesta asumía la subida de impuestos para los hogares con ingresos anuales de más de un millón de dólares, aplicar otra subida más moderada al resto de contribuyentes y eliminar las deducciones fiscales, de las que es beneficiaria la clase media.

Pese a la cancelación de la votación y los rumores sobre una posible escisión dentro del partido –la subida de impuestos a los ricos es algo inaceptable para el ala más conservadora–, los republicanos podrían volver a llevar su plan al Congreso el jueves. Una fuente republicana, según Reuters, ha revelado que el proyecto se encontraba sólo a «unos pocos votos de los necesarios» para ser aprobada, y señaló que Boehner, autor intelectual del «Plan B», también «cuenta con el apoyo de la inmensa mayoría de los republicanos». Por esta razón, el presidente del Congreso aseguró que, aunque su plan no haya contado con suficiente apoyo, no va a dimitir. Boehner insistió en que ahora es el turno de Obama. Desde la Casa Blanca, el presidente instó a ambos partidos a llegar a un acuerdo. «Justo cuando vemos que la economía comienza a dar signos de mejoría, no es el momento de más heridas autoinfligidas», aseguró.

Lo cierto es que demócratas y republicanos defienden dos modelos distintos de Estado. Mientras que los primeros aboga por «salvar» a la clase media y hacer que las rentas altas aporten más al esfuerzo colectivo, los segundos prefieren un reajuste de las cuentas públicas. Aunque representen modelos contrarios, ambos partidos están cerca de conseguir un pacto, de hecho ya coinciden en aspectos cruciales como que es necesario un ahorro de en torno a los 2.000 millones de dólares en la próxima década. La batalla entre ambos se encuentra ahora en determinar la cifra de los ingresos anuales, a partir de la cual aplicarán la subida de los impuestos. Tras el tira y afloja de las últimas semanas, Obama debe fijar un nuevo límite sobre el último de 400.000 dólares anuales.