Jartum

La sudanesa condenada a la horca amamanta a su hijo con grilletes en las piernas

Daniel Wani, marido de la mujer condenada, posa con su hija en una foto subida a Twitter
Daniel Wani, marido de la mujer condenada, posa con su hija en una foto subida a Twitterlarazon

La joven sudanesa Mariam Ishaq, sentenciada a la horca por convertirse al cristianismo, lamenta tener que amamantar a su hija recién nacida "con unos grilletes en las piernas y encerrada en una prisión"en un suburbio al oeste de Jartum.

La joven sudanesa Mariam Ishaq, sentenciada a la horca por convertirse al cristianismo, lamenta tener que amamantar a su hija recién nacida "con unos grilletes en las piernas y encerrada en una prisión"en un suburbio al oeste de Jartum.

En una entrevista telefónica con Efe, el esposo de Ishaq, Daniel Wani, aseguró además que ésta recibió "con alegría"a su nuevo bebé, aunque lamenta las condiciones en las que vino al mundo.

Wani, de origen sursudanés pero de nacionalidad estadounidense, celebró haber podido ver a su hija que nació el pasado miércoles entre las rejas de la prisión de mujeres de Omdurman, y expresó su confianza en poder seguir visitándola la próxima semana.

Daniel Wani, le mari de Mariam : " ma femme a accouché avec les chaînes aux pieds " Des vrais barbares #savemeriam pic.twitter.com/jkc81ntsHB

Las autoridades penitenciarias le otorgaron un permiso para que pueda visitar a su esposa dos veces por semana y con una duración de veinte minutos cada encuentro.

Aclaró que tanto su esposa como la recién nacida "se encuentran en buen estado de salud y con la moral alta", a pesar de las circunstancias de su detención.

Anunció que habían decidido llamar a su hija "Maya", a la que describió como una "hermosa pequeña", y recordó que la recién nacida comparte celda también con su hermano Martin, de 20 meses.

Wani reveló los continuos intentos de los clérigos, que pertenecen a instituciones gubernamentales, de convencer a la joven para que vuelva al Islam, a pesar de que pesa sobre ella una sentencia a muerte en la horca.

"Mariam sigue insistiendo en su postura de que su origen siempre fue cristiano y pidió a la administración penitenciaria que no se la moleste con los repetidos intentos inútiles"de hacer que se declare musulmana, explicó a Efe el marido de Ishaq.

Reconoció también la existencia de presiones por parte de diferentes líderes religiosos islámicos para convercerla de que deje el cristianismo.

"¿Cómo va a volver al Islam si nunca fue musulmana?. Su padre fue musulmán, es cierto, pero quién la crió fue su madre, que es cristiana", detalló Wani.

El esposo recordó que está a la espera de que el Tribunal de Apelaciones se pronuncie después de que el abogado del caso haya rechazado el veredicto y lo haya recurrido para, o bien revocar la pena o reducir el castigo.

"Tengo la confianza de volver a verla pronto en libertad", señaló.

Daniel Wani se casó con Mariam Ishaq en una iglesia católica en Jartum hace tres años y la pareja tuvo a su primer hijo antes de que comenzase el proceso judicial.

No obstante, el juez que la condenó a muerte, declaró nulo el matrimonio, ya que las leyes de la "sharía"(ley islámica) no permiten que una mujer musulmana se case con un cristiano.

La aplicación de la "sharía"en Sudán está en el centro de muchas de las críticas, que consideran que esta no debe ir en contraposición al respeto de los derechos humanos.

El tribunal sudanés sentenció a Ishaq a la ejecución en la horca y a cien latigazos, tras haberla declarado culpable de cargos de apostasía y adulterio.

Siguiendo la legislación sudanesa, la pena de muerte que pesa sobre la joven -médico de profesión- no se aplicará hasta dentro de dos años, cuando termine el periodo de lactancia de la hija a la que dio a luz dentro de prisión y ya condenada a la horca.

Amnistía Internacional difundió un duro comunicado en el que calificó de "aberrante"la sentencia contra la joven doctora, de 27 años, y añadió que los delitos de los que fue hallada culpable, no deberían ser considerados como tales.

A este clamor se han unido otras organizaciones como Human Rights Watch y ONGs regionales, como el Centro Africano para Estudios de Justicia y Paz.