Política

Inmigración ilegal

La tensión crece con los migrantes de la caravana a las puertas de EE UU

El secretario de Defensa, James Mattis, viaja a la zona para supervisar el despliegue militar.

Integrantes de la caravana centroamericana intentaron ayer saltar el muro en la frontera desde Tijuana, en México, hacia el Estado de California
Integrantes de la caravana centroamericana intentaron ayer saltar el muro en la frontera desde Tijuana, en México, hacia el Estado de Californialarazon

El secretario de Defensa, James Mattis, viaja a la zona para supervisar el despliegue militar.

El ex general de los marines y actual secretario de Defensa de EE UU, James Mattis, tuvo ayer un día cargado de simbolismo. Primero viajó a Texas para entrevistarse con los militares destinados a la misión en la frontera. «Un dispositivo completamente legal», dijo, el de las tropas enviadas por la Casa Blanca para colaborar con la Patrulla Fronteriza y hacer frente a la llegada en los próximos días de la llamada caravana de inmigrantes. Posteriormente tenía previsto desplazarse hasta la base de la Fuerza Aérea en Wyoming, para participar en la ceremonia que celebra la repatriación de las campanas de la iglesia de Balangia, en Filipinas, capturadas por las tropas estadounidenses como botín de guerra en 1901.

Dos maneras de afrontar las relaciones internacionales aunque, sin duda, era el viaje a Texas el que acaparó todas las miradas. Reunido con los periodistas, el militar explicó la razón por la que la Casa Blanca y el Pentágono «ya no hablan de la Operación Fiel Patriota. Cuando llegó el momento de bautizar la misión, di instrucciones: no quiero darle a esta misión un término militar», dijo Mattis. «Si lo que estamos haciendo es poner cables, no hablemos de implementar un muro. Éste es un tema políticamente visible y quiero explicar –al pueblo de EE UU– lo que estamos haciendo». El contingente militar en la frontera, que el pasado abril ya sumaba 2.000 efectivos, finalmente se ha ampliado hasta los 5.600 soldados, número que podrían llegar incluso a los 7.000, tal y como prometió Trump. El viaje de Mattis coincidió con las primeras imágenes de inmigrantes tratando de saltar la verja en Tijuana. Algunos llegaron a lograrlo, pero volvieron a México en cuanto se personaron los agentes de fronteras.

«Tal y como hemos dicho en repetidas ocasiones», explicó la portavoz del Departamento de Seguridad Nacional, Katie Waldman, a «The Washington Examiner», «ser miembro de una caravana no les otorga ningún derecho especial para entrar en el país. Si llegan al lugar de entrada, tendrán que esperar a cumplir con los procesos legales. Si tratan de entrar ilegalmente, estarán violando la ley penal de EE UU y, de acuerdo con la proclamación del presidente y la Regla Final Provisional, no podrán solicitar asilo».

Se refería Waldman a la declaración presidencial que prohíbe en los próximos 90 días la posibilidad de beneficiarse del asilo a quienes hayan tratado de cruzar la frontera saltándose la ley. Como anunció Trump, en los próximos tres meses, y con independencia de que el solicitante tenga los documentos en regla, debe renunciar a cualquier esperanza de quedarse en EE UU.