Las claves del cambio que se avecina en Venezuela

-¿El Estado venezolano tiene vínculos con el narcotráfico?

-La captura de familiares de Nicolás Maduro y Cilia Flores con 800 kilos de cocaína demuestra que además del cartel de Los Soles -un grupo de narcogenerales que maneja el negocio de la cocaína en Venezuela- parece haber surgido otro cartel, que es el cartel de los Flores, es decir, la familia de la primera dama presidencial. En Venezuela ya no existe un Gobierno, sino una mafia de pandillas que se están peleando a dentelladas por el botín que han logrado controlar, y que no pueden dejarlo porque si lo dejan saben que les espera una auténtica pesadilla, juicios en La Haya y la pérdida de más de 30.000 millones de dólares depositados en las cuentas de esas pandillas.

-¿El Gobierno cederá el poder en la Asamblea Nacional si pierde?

-No es un gobierno sino un régimen, pero tiene el control de las fuerzas armadas y de grupos de choque, que los llamados “colectivos”, grupos fuertemente armados. Harán lo que esté a su alcance para maquillar los resultados. Se piensa incluso que hay ciertos acuerdos entre el régimen y una parte de la oposición que teme mucho las consecuencias de lo que está sucediendo y que, por eso, preferirían tener una victoria muy limitada, es decir, ganar por un margen escaso para obtener una mayoría simple en el Parlamento, lo que impediría hacer cambios profundos. Se trata de buscar un arreglo al estropicio de una forma tragable y de llevar la crisis venezolana hasta el 2019, que es cuando se mide Nicolás Maduro en unas elecciones presidenciales.

-¿El malestar contra el Gobierno es palpable entre los votantes tradicionales del chavismo?

-Las elecciones tienen lugar en un momento muy dramático. El pueblo venezolano, malcriado por la abundancia petrolera y la existencia de un dólar regalado, está indignado con lo que ha vivido. Para conseguir leche, harina para arepas o pañales hay que hacer colas de días. La indignación rompió los diques políticos. Ya no es sólo la oposición la que está indignada, sino toda la sociedad. El chavismo tiene un excelente pretexto, dice que Chávez era maravilloso y que Maduro es siniestro. Por tanto, el chavismo también odia a Maduro, y ambas facciones se unen en una cruzada que tiene al país en la más espantosas de las situaciones.

-¿Por qué Venezuela no permite que haya observadores internacionales en las elecciones legislativas?

-Las razones por las cuales el Gobierno de Nicolás Maduro se niega sistemáticamente a la observación internacional es porque lo que viene el 6 de diciembre, con las elecciones legislativas, es un auténtico tsunami electoral. Por primera vez desde hace 16 años, la mayoría opositora ganará de forma abrumadora. Hasta ahora, las elecciones se mantenían en cauces más o menos manipulables, pero la situación en el país ha adquirido tal dimensión que no habrá seguramente fraude humano que pueda maquillar la realidad de esos resultados ante la opinión pública mundial.

-¿Cuál es la posición de los actores internacionales en la crisis de Venezuela?

-La tragedia mayor es para quien de verdad manda en Venezuela, que es Raúl Castro. Es algo que ni Obama ni el Papa Francisco han querido aceptar. El Vaticano y Washington quieren tener la cosa bajo control, hacen como que Cuba es un problema aparte del problema venezolano. Pero saben perfectamente que Maduro es una ficha de los cubanos y que éste ha sido puesto en Venezuela como presidente para velar por los intereses cubanos. Cuba recibe de Venezuela en torno a 5.000 millones de dólares en petróleo más el negocio del narcotráfico. Por tanto, Maduro se sabe respaldado por la tiranía castrista. Como consecuencia, el problema que tenemos es inmenso. En Argentina también es muy preocupados. Y en Argentina están muy preocupados. Mauricio Macri, que será el próximo presidente de Argentina, lo primero que hará es ir a Brasil porque sabe que es la palanca, la clave que puede incidir para que la salida en Venezuela no sea tan trágica. Ya ha dicho que va a exigir que Unasur pida la aplicación de la Carta Democrática contra Venezuela y la liberación inmediata de los presos políticos.