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Las razones de la arrolladora victoria del FN

La Razón
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- Se habla de un nuevo 21 de abril, pero en este caso la victoria de la ultraderecha estaba anunciada...

–No ha sido una sorpresa porque desde hace meses preveíamos a un Frente Nacional muy alto, por encima de la conservadora UMP. Los resultados del domingo lo confirman. Pero no por eso es algo menos inédito. Es la primera vez que el FN encabeza una elección nacional en Francia y supera el umbral simbólico del 20% de votos emitidos. Es un muy buen resultado, pero que hay que relativizar en parte por la alta abstención, que sobre todo afecta a los demás partidos. El FN no ha resultado especialmente penalizado por la desmovilización.

- ¿Cómo se explica esta victoria histórica de la ultraderecha?

–Por un lado, por el contexto económico y social. Por la crisis que aqueja a Francia y al resto de Europa desde hace cinco años y que afecta especialmente a una categoría de la población: aumento del paro, subida de impuestos... A los franceses se les ha exigido importantes esfuerzos y todavía no ven resultados. Otro elemento importante es la desconfianza y descontento hacia los dirigentes políticos. François Hollande es el presidente más impopular de la V República y los dos meses de Manuel Valls como primer ministro no han conseguido borrar la mala imagen que los franceses tienen de Hollande y de sus dos años de mandato. Además, la oposición de la UMP está desacreditada. Resultado: la victoria del FN como primera fuerza de oposición y primer partido de Francia.

- ¿Ha sido un voto de protesta o de adhesión?

–El voto del FN sigue siendo un voto de protesta, antisistema y de rechazo. Y más aún en unas elecciones europeas que tradicionalmente sirven de desfogue en Francia. Pero es cierto que el voto de adhesión progresa. No necesariamente una adhesión a Marine Le Pen o a su partido, pero sí a las ideas que defienden sobre la lucha contra la inmigración clandestina, la necesidad de cambiar la construcción de Europa, la defensa de las fronteras o en cuanto a recobrar parte de la soberanía transferida a las instituciones europeas. Estas ideas tienen eco en una fracción importante de la ciudadanía y los resultados del domingo así lo muestran.

- Aunque la mayoría de su electorado rechaza la salida del euro, que es su medida estrella...

–Así es. En su electorado, el rechazo es claro hacia la manera en que se ha construido la Unión Europea y hacia sus políticas. Sin embargo, no hay voluntad clara de querer salir del euro. Entre sus electores, son minoría los que defienden el abandono de la moneda única aunque son más numerosos que en el resto de la población. Y no porque tengan apego al euro, sino más bien por razones prácticas.

- ¿Le Pen ha instalado el tripartidismo?

–Es lo que ella reivindica, pero soy escéptico. Los resultados de ayer muestran una balcanización del espacio político francés con una dominante FN-UMP. Hablar de tripartidismo me parece exagerado. El escrutinio proporcional favorece la dispersión del voto y hace cinco años no hablamos de tripartidismo cuando Los Verdes empataron prácticamente con los socialistas. Lo que es incontestable es la dinámica favorable del FN, como se ha visto en estas últimas elecciones. El objetivo ahora para Le Pen es romper el techo de cristal con el que se topa en otras elecciones, como las legislativas, donde incluso con buenos resultados no logra transformarlos en escaños por las características de la doble vuelta. De ahí su estrategia de implantación local para poder romper esa barrera en próximos comicios.

- ¿Esta victoria deja presagiar otras?

–Hay una forma de predicción en estos resultados. Serán buenos, pero no está claro que pueda quedar en cabeza y ganar. En las circunstancias actuales Marine Le Pen podría pasar a la segunda vuelta de unas presidenciales, pero no dispondría de las reservas necesarias para superar el 50% necesario. Izquierda y derecha se unirían para frenar su ascenso.

- ¿El triunfo del Frente Nacional es una mancha para Francia?

–Está claro que la imagen de Francia ha quedado dañada ante otros países europeos y más allá. No es un mensaje positivo lo que estamos enviando. Sólo hay que recordar cómo en Europa se estigmatizó hace quince años a Austria tras la victoria de la extrema derecha de Jörg Haider. Sin llegar a ese punto, seguro que a corto plazo va a tener un impacto negativo, aunque también puede que esto sirva para que en Europa se tome conciencia de la brecha que hay entre las instituciones europeas y una parte de la población.

*Director de opinión del Instituto demoscópico CSA