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Lejos de una solución

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Parece que el abismo fiscal será evitado. La mañana de Año Nuevo, el Senado tramitaba un proyecto de ley que elimina la mayoría de las subidas tributarias a la mayoría de los estadounidenses al tiempo que las eleva a las rentas altas. Los recortes automáticos del gasto que habrían entrado en vigor se aplazan dos meses. El acuerdo se alcanzó al parecer alrededor de las nueve de la noche, cuando dos de las principales aristas fueron por fin pulidas. Los republicanos renunciaron a los recortes del gasto público a todos los niveles, aplazando durante dos meses los 109.000 millones de dólares en reducciones del gasto en el Pentágono y en las instancias nacionales. La Casa Blanca renunció al impuesto de sucesiones, con el tipo impositivo máximo en el 40% al tiempo que declara exentos los cinco primeros millones del valor de una propiedad individual y 10 millones en el caso de la propiedad familiar. Los tipos impositivos suben, pero también los tipos de los privilegios fiscales.

Con respecto a los impuestos, las bajadas tributarias de Bush siguen existiendo en el caso de los estadounidenses que ganan más de 400.000 dólares. Se imponen límites a las reducciones y los privilegios fiscales de los individuos que ganan más de 250.000 dólares.

Por la parte más dudosa, la prestación por desempleo se amplía otro año sin ninguna contraprestación, lo que significa que se añaden 30.000 millones de dólares al déficit. Los demócratas señalan las cifras dadas a conocer por la Oficina Presupuestaria del Congreso, que calcula que conservar la prestación social eleva el PIB dos décimas de punto porcentual en el cuarto trimestre del ejercicio 2013. Esto se predica como el equivalente a 300.000 puestos de trabajo. No se dice que cada uno sale por 100.00 dólares.

El acuerdo también incluye otra suspensión de la llamada «compensación médica», que bloquea la reducción del 27% en la nómina de los médicos que ejercen dentro del programa Medicare durante otro año. El coste de esta suspensión de 25.000 millones de dólares será afrontado mediante otras reducciones médicas que no se especifican. Y, por último, el acuerdo vuelve a introducir la retención de la seguridad social del 6,2%, recortada al 4,2% hace dos años.

Pero el acuerdo dista mucho de ser definitivo. Aunque la Cámara tenía previsto reunirse en sesión plenaria extraordinaria, Breitbart News dice que un grupo conservador, American Majority Action, ha anunciado que el presidente de la Cámara Baja John Boehner carece del apoyo necesario para sacar adelante el acuerdo en la cámara. El presidente del colectivo enviaba un correo electrónico a la Prensa el lunes, diciendo haber escuchado directamente de líderes conservadores que Boehner «no tiene el apoyo conservador, ni se acerca».

Pero hasta los conservadores pueden llegar a la conclusión de que el mejor rumbo es tramitar este proyecto, aplacando a la mayoría de los estadounidenses por el momento, y ponerse a negociar en serio los recortes cuando se presente el próximo obstáculo, es decir, el techo de la deuda. Siendo sinceros, este acuerdo no es más que una entrada a esas negociaciones, en las que la Cámara Baja, de donde salen los proyectos de ley del gasto público, tendrá mucho más peso que ahora. «La gran batalla está por delante y será el techo de la deuda», decía el lunes en sesión plenaria el senador conservador Johnny Isakson. «Ahí es donde habrá que encontrar la forma de llegar a un acuerdo. Y el presidente va a tener que sacarse más trucos de la manga».

En otras palabras, incluso si la Cámara Baja salva a los estadounidenses de las consecuencias del acuerdo fiscal actual, la nación está muy lejos de haber llegado a puerto, teniendo que ver montones de trucos de ambas partes por el camino.