Ciclón "Daniel"

Libia: el desastre comenzó con la riada

La ONU advierte que los cadáveres en descomposición podrían ocasionar enfermedades en Derna

Libia.- Cuatro rescatistas griegos muertos en un accidente de tráfico cerca de Derna, Libia
Cuatro rescatistas griegos muertos en un accidente de tráfico cerca de Derna, LibiaEuropa Press

La catástrofe ocurrida el Libia tras el paso del ciclón “Daniel” no terminó con la riada que segó la vida de al menos 11.300 personas y donde las autoridades locales calculan que el número total de víctimas mortales llegará a las 20.000. La riada sólo fue el comienzo. Cuando la tragedia golpea, y lo hace con fuerza, los ecos del golpe resuenan durante semanas, incluso después de apagarse el ruido mediático que provocó esa primera acción, esa riada. Comienza ahora en la ciudad de Derna y el resto de localidades afectadas una nueva cuenta atrás.

La agencia humanitaria Islamic Relief advirtió este sábado sobre una “segunda crisis humanitaria”, considerando “el riesgo de contaminación del agua potable y las enfermedades provocadas por la escasez de comida, refugio y medicinas”. Es la tragedia dentro de la tragedia. La que no conseguirá rellenar titulares mientras el tiempo se desliza. En una ciudad con olor a muerte, y mientras comienza a llegar una ayuda limitada por los accesos inundados y la situación de conflicto en Libia, miles de personas aguardan sin un techo bajo el que cobijarse. La situación es tan compleja que la Cruz Roja ha advertido que la presencia de minas terrestres en las vías de acceso a Derna ha provocado que la ayuda se ralentice aún más. Incluso dentro de la propia ciudad, todavía quedan zonas cuyo acceso es imposible para los equipos de búsqueda y rescate, debido sobre todo a la cantidad de escombros que se interponen en el camino, pero también a la falta de maquinaria pesada con que retirarlos.

Las agencias de salud internacionales también han querido calmar a la población local y evitar una deshumanización de la muerte como consecuencia del temor que nace por las posibles enfermedades procedentes de la descomposición de los cuerpos: “en los momentos de enormes pérdidas de vidas debido a conflictos y desastres, generalmente se da un miedo infundado y una falta de entendimiento en lo que respecta a los muertos. Los cuerpos de aquellos que murieron por las heridas recibidas en un desastre natural o un conflicto armado casi nunca suponen un riesgo para la salud de la comunidad”. La ONU aseguró a su vez que los cuerpos todavía no recuperados, los que se pudren sin control por la ciudad, son aquellos que suponen un riesgo sanitario inminente.

En lo que respecta a la búsqueda de supervivientes, esas esperanzas ya se han perdido. Quienes quedaron atrapados en el infierno de lodo y ruinas y no han sido encontrados hasta la fecha, aunque pudieron sobrevivir al primer impacto de la desgracia, han sido irremediablemente alcanzados por el eco que no perdona y que se traduce en horribles muertes por el hambre y la sed, los ahogamientos y las heridas sin curar. Aunque las autoridades libias han pedido a sus ciudadanos que se limiten a beber agua embotellada, UNICEF ha conseguido hacer entrega de 32.000 tabletas purificadoras de agua; un número que se reconoce insuficiente.

Que el colapso de las represas podría haberse evitado de haber sido estas mantenidas adecuadamente es una posibilidad que políticos y medios de comunicación libios han repetido en los últimos días. Es por esto que el Fiscal General del país, al-Sediq al-Sour, investigará lo sucedido, prestando especial atención a las autoridades locales, a los gobiernos previos y a los fondos económicos que supuestamente estaban destinados al mantenimiento de las presas pero que nunca fueron utilizados con este fin.