La amenaza yihadista
Libia pide armas contra el terror
La violencia y el descontrol en Libia podrían degenerar en una guerra civil en la que las células terroristas aprovecharían el caos. Y a tan sólo 1.718 kilómetros de España. Una preocupación que comparten los representantes de Exteriores de 15 países, así como de organismos internacionales, que se reunieron ayer en el Palacio de Viana, en Madrid, para tratar la «extremadamente grave y urgente» situación en el país norteafricano, en una conferencia organizada por España. El ministro de Exteriores libio, Mohamed Abdelaziz, pidió a la comunidad internacional ayuda para desarmar a las milicias y entablar diálogo con todas las facciones presentes en Libia, y resaltó que debería ser el Ejecutivo libio el órgano que tuviera «el monopolio de las armas». Por ello, también solicitó que se entreguen las armas al Gobierno legítimo de su país, ya que lo que heredaron del régimen de Muamar Gadafi fue un «no régimen». Abdelaziz reconoció que no son capaces de controlar ni a su Policía ni a su Ejército, organismos de seguridad que deberían fortalecerse. Eso sí, el jefe de la diplomacia libia dejó claro que lo que no quiere es «una intervención militar» ni ninguna «injerencia extranjera». «Lo que hemos pedido es compromiso e implicación de forma efectiva; una intervención foránea sería catastrófica», recalcó el titular de Exteriores, recordando a los medios presentes en la rueda de prensa junto a su homólogo, José Manuel García-Margallo, que los libios «son moderados». Según Margallo, el «pueblo libio siempre ha sido reacio a aceptar versiones adulteradas del islam que predica con la violencia», algo que se valoró por los participantes, entre ellos, la titular de Exteriores italiana y recién nombrada Alta Representante de la UE, Federica Mogherini, que lo calificó de «esperanzador» en medio de la crisis en que está sumida Libia. En la actualidad, milicias islamistas han tomado Trípoli, así como sus edificios institucionales, y ahora combaten por la ciudad de Bengasi, pues no aceptan que los suyos no hayan salido elegidos en las elecciones de junio. Desde entonces, la situación se ha exacerbado considerablemente.
Parece que esta vez, a diferencia de 2011, los países de la ribera del Mediterráneo están de acuerdo en que «la solución debe venir de los propios libios. Toda forma de interferencia internacional debe ser firmemente rechazada», indicó Margallo. Sin embargo, sorprende que hace tan sólo tres semanas la Inteligencia estadounidense advirtió de que Egipto y Emiratos Árabes Unidos habían bombardeado Trípolí. Al ser preguntado, el ministro libio aprovechó para hacer hincapié en que «no tenemos capacidad defensiva y tampoco podemos controlar el cielo libio». En suma, Libia carece de esos datos aunque tuvo al ministro de Exteriores egipcio en Madrid para preguntárselo ayer.
Según explicó Margallo, estas conclusiones vienen en el momento idóneo, ya que la semana que viene se celebra el Consejo de Seguridad de la ONU sobre Libia. Horas antes, el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, había destacado que Libia es una prioridad para la política exterior española, pues «su seguridad es nuestra seguridad». Por su parte, el enviado especial de la ONU, el español Bernardino León, aseveró que «una fuerza internacional coordinada es clave para Libia. Que los sacrificios de los libios no caigan en saco roto».
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