Reino Unido
El líder laborista se inspira en la "tercera vía" de Blair para recuperar el poder
Keir Starmer modera su discurso y promete a los británicos mejorar la sanidad y la educación e impulsar las energías limpias
Desde hace tiempo se viene viendo al líder laborista, Keir Starmer, con grandes posibilidades de convertirse en el próximo inquilino de Downing Street. De ahí que este jueves hubiera tanta expectación en Manchester, escenario elegido por el político para presentar su visión para KReino Unido.
Sus “cinco misiones” pasan por convertir al país en la economía de mayor crecimiento en el G-7, para el final de un primer mandato laborista; convertirlo en una “superpotencia de energía limpia”, incluido el objetivo ya anunciado por el partido de generar toda la electricidad del país sin combustibles fósiles para 2030; mejorar el Sistema Nacional de Salud; reformar el sistema de justicia y elevar los estándares educativos.
Su discurso fue un intento de convencer a los votantes de que el laborismo es una alternativa viable de Ejecutivo. Las próximas elecciones generales están previstas para el próximo año y, de momento, las encuestas juegan a su favor. La oposición saca más de veinte puntos de ventaja a un Partido Conservador que muestra claros signos de agotamiento, tras más de diez años en el poder.
Ante las preguntas al respecto de los periodistas, Starmer señaló que quería ser “humilde” y no dar por hecho una victoria. No obstante, llamó la atención que hablara de una “década de renovación”, dando a entender que ya buscaba incluso un segundo mandato.
La próxima cita, prevista para el lunes, cubrirá la economía e incluirá una “mesa redonda” con algunos líderes empresariales. Avanzó eso sí que respaldaría la gran subida del impuesto de sociedades prevista para abril y añadió que las empresas estaban más preocupadas por la falta de estabilidad que por la subida de carga impositiva.
De momento, no hay muchos detalles más respecto a su plan. Pero llama poderosamente la atención lo mucho que ha cambiado su discurso. El que fuera reputado abogado especializado en la defensa de los derechos humanos tomó las riendas del laborismo en plena pandemia tras las primarias celebradas después del fracaso absoluto en las urnas cosechadas en las generales de 2019 por Jeremy Corbyn, considerado en su día el Pablo Iglesias británico.
Pero ha desechado muchas políticas de izquierda que lo llevaron a ser elegido y ahora está adoptando un lenguaje que recuerda mucho más al de Tony Blair, el mismo que impulsó el nuevo laborismo que consiguió echar en 1997 a los "tories" de Downing Street tras más de tres mandatos consecutivos.
Según la prensa británica, el propio Blair estaría asesorando ahora a su equipo. Aunque en cuestión de personalidades, la falta de carisma de Starmer nada tiene que ver con la fuerza que mostró en su día Blair.
Estratégicamente, el nuevo discurso moderado del actual líder laborista puede ser sensato para tratar de atraer a los exvotantes conservadores, pero al mismo tiempo lo deja vulnerable ante sus críticos con acusaciones de que no está claro en qué cree realmente y qué defiende.
El presidente del Partido Conservador, Greg Hands, dijo que el líder laborista “diría cualquier cosa si la política de ese momento le conviene”. “Carece de principios y no tiene nuevas ideas, y así es como sabemos que un Gobierno laborista de Starmer simplemente volvería a los mismos viejos hábitos laboristas de gastar demasiado, aumentar los impuestos, aumentar la deuda y sentencias blandas”, matizó. Por su parte, el grupo de izquierda Momentum -el mismo que alzó en su día a Corbyn- calificó las nuevas propuestas de “insulsas”.
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