Gerontocracia

Líderes de la tercera edad: los septuagenarios gobiernan el mundo

Ocho de los 10 países más poblados del planeta tienen ya un líder mayor de 70 años

El mundo parece vivir instalado en una gerontocracia. Hace una década, solo uno de los 10 países más poblados del mundo tenía un líder mayor de 70 años. Era el caso de la India de Manmohan Singh, quien acabaría cediendo el testigo al actual primer ministro, el nacionalista hindú Narendra Modi, que va camino de su tercer mandato al frente del país.

Pero el rumbo ha cambiado a lo largo de la última década. Hoy, ocho de esos 10 países ya tienen un líder septuagenario u octogenario. Veteranos que gobiernan sobre más de la mitad de la población mundial. India, por ejemplo, volvió a entrar en la lista. Modi, que llegó al poder con 63 años, cumplió 73 el pasado mes de septiembre.

Las únicas excepciones hasta la fecha han sido Indonesia y Pakistán, pero los dos superpoblados países asiáticos, que celebraron elecciones a principios de 2024, están cerca de perder esa condición. El polémico exgeneral Prabowo Subianto, ganador de los comicios en Indonesia, tiene 72 años. Los mismos que Shehbaz Sharif, el próximo primer ministro pakistaní.

No hay duda: los líderes mundiales son cada vez mayores. Pero ¿qué ha ocurrido para que se mantenga esta tendencia? Las causas, aseguran los expertos, son variadas y dependen entre otras cuestiones del sistema político y la región. El motivo principal, señalan, es la consolidación de los regímenes autocráticos o la deriva autoritaria de las democracias.

Los ejemplos principales son la China de Xi Jinping, la Rusia de Vladimir Putin y el Bangladesh de Sheikh Hasina. En 2022, Xi inició su tercer mandato al frente del Partido Comunista Chino. Tenía 69 años. Putin, que ascendió al poder en 1999 a la edad de 47 años, lleva un cuarto de siglo en el Kremlin. Mientras que Sheikh Hasina, que acumula 16 años en el cargo, se aseguró un quinto mandato en las elecciones del pasado mes de enero, plagadas de irregularidades. La hija del padre de la patria tiene 76 años.

Otras causas, ya en el terreno de las democracias más sólidas, apuntan a las cada vez más exigentes barreras de entrada. En Estados Unidos, por ejemplo, ganar elecciones requiere cada vez más fondos, un factor que da ventaja a los políticos consolidados con redes de donantes bien engrasadas.

Este marco, sin embargo, choca frontalmente con las preferencias de la mayor parte del electorado. Los votantes estadounidenses prefieren tener a un presidente menor de 70 años, según una encuesta reciente del Pew Research Center. A muchos les preocupa que la mala salud pueda ser un problema para Joe Biden y también su principal alternativa, Donald Trump.

El actual inquilino de la Casa Blanca es el presidente más mayor de la historia de Estados Unidos. Accedió al cargo a los 78 años y, en caso de ganar la reelección, acabaría su segundo mandato con nada menos que 86 años. Biden es el noveno jefe de Estado o de Gobierno más mayor del mundo, una lista en la que también está el brasileño Lula da Silva, de 78 años. Es cierto que Trump, de 77 años, es menor que Biden, pero estaría entre los 25 líderes mundiales de mayor edad.

La tendencia no es exclusiva de la Casa Blanca, sino que se traslada también al Senado y la Cámara de Representantes. Se pueden encontrar allí varios ejemplos, desde la exspeaker demócrata Nancy Pelosi hasta el líder de la minoría republicana en el Senado, Mitch McConnell, que ha anunciado este miércoles que abandona su cargo a la edad de 82 años.

En el férreo sistema bipartidista estadounidense, los perfiles jóvenes tienen que empezar a menudo desde abajo en una de las dos grandes familias políticas. Este ecosistema complica la aparición de líderes similares a Emmanuel Macron, el presidente más joven de la V República francesa, que llegó al Elíseo con 39 años.

En términos generales, Europa ha evitado la tendencia de elegir a líderes más veteranos. A los casos de la ex primera ministra finlandesa Sanna Marin, que gobernó con 47 años, se suman los de la danesa Mette Frederiksen, la estonia Kaja Kallas o la italiana Giorgia Meloni. Casos de precocidad cada vez más difíciles de encontrar en otras partes del mundo.