Oriente Medio
La llamada del líder supremo no moviliza y la abstención vence en la primera vuelta en Irán
Un reformista y un conservador se disputarán la presidencia el viernes próximo
La llamada a la participación del líder supremo, el ayatolá Alí Jamenei, a menos de una semana de la primera vuelta de las elecciones presidenciales –anticipadas por la muerte el mes pasado en accidente de helicóptero del presidente Ebrahim Raisí– no cuajó entre el desencantado y apático electorado iraní y la abstención –más del 60%, la más alta desde que existe el actual régimen teocrático– fue la vencedora en los comicios de este sábado en Irán en un contexto de alta tensión regional y fuerte castigo económico por mor de las sanciones occidentales.
Un aviso para el régimen de los mulás ante la segunda vuelta, que convocará nuevamente a más de 61 millones de iraníes dentro de cinco días y en la que, en medio de la apatía electoral y la preocupación por el futuro, se medirán un candidato reformista, el exministro de Salud Masoud Pezeshkian, candidato más votado con un 42,5% de los sufragios, y el antiguo jefe negociador nuclear Said Jalili, quien obtuvo un 38,6% de las papeletas.
«El 60% de la población no votó y esto es una derrota pública del ayatolá Jamenei. El líder supremo pidió una alta participación por la República Islámica y la población respondió con la abstención. Se confirma que su mensaje está alejado de la realidad social. Sólo es seguido por una minoría de la sociedad que es fiel partidaria por razones políticas, económicas y religiosas. Hay una desconexión clara entre la mayoría de la población y el liderazgo actual que está influyendo en el desarrollo del país», explica a LA RAZÓN el analista político Daniel Bashandeh.
Previsiblemente, Jalili deberá contar en la segunda vuelta con los votos de los ciudadanos que en primera vuelta dieron su apoyo a los candidatos conservadores e imponerse al reformista Pezeshkian, quien se ha destacado por su denuncia de la corrupción del sistema y su defensa de la libertad de las mujeres a la hora de elegir en cuestiones como el velo. No en vano, al conocerse los resultados el presidente del Parlamento iraní y excandidato Mohamad Bagher Ghalibaf, anunció que respaldará a su compañero de bloque, Said Jalili, en la segunda vuelta (desde 2005 siempre uno de los candidatos había alcanzado el 50% de los votos y, por ende, bastó la primera vuelta).
El respaldo de Ghalibaf es relevante porque ha sido mucho tiempo un rival político de Jalili y su negativa a retirarse de la primera ronda de esta semana ha beneficiado enormemente al candidato reformista. El presidente del Legislativo ha sido además el tercer candidato más votado de los comicios, con 3,3 millones de papeletas acumuladas, por detrás de Jalili (9,4 millones) y Pezeshkian (10,4 millones). Además, Ghalibaf manifestaba el sábado pasado «su respeto personal» a Pezeshkian pero también admitía sus dudas sobre su candidatura dada su proximidad a «fuerzas» que han provocado «una parte importante de los problemas económicos y políticos de hoy» y que «no deben volver a la arena del poder».
«No habrá división en el voto conservador. Masoud Pezeshkian ganó la primera vuelta ya que él representaba la única candidatura reformista con opciones frente a dos candidaturas conservadoras, Said Jalilii y Mohammad Baqer Qalibaf», augura Bashandieh, quien constata también el fracaso del frente liderado por Pezeshkian a la hora de movilizar a pesar de un contexto aparentemente favorable tras la muerte de Mahsa Amini –la joven perdió la vida a manos de la Policía de la Moral por no llevar puesto el hiyab en septiembre del 2022 y su muerte desató las mayores movilizaciones contemporáneas– y de la implicación directa de figuras como los antiguos presidentes Hasan Rohaní y Mohammad Jatamí.
Con todo, para el analista político hispano-iraní, la derrota relativa del régimen no pone en peligro por ahora los cimientos del sistema. «Los actuales comicios van a servir para para crear un nuevo equilibrio de poder. La historia nos demuestra que las elecciones son la forma que tiene la República Islámica de renovar cargos políticos, dar entrada a nuevos actores y dar salida a aquellos que son una amenaza para el sistema», concluye Bashandeh.
En el sistema político nacido de la revolución de 1979 el presidente es la primera figura elegida por sufragio popular y la segunda en importancia del sistema después del líder supremo, quien se reserva la última palabra en las grandes decisiones de la política doméstica y exterior. El actual jefe del Estado, Ali Jamenei, ha cumplido ya 85 años, por lo que la carrera por su sucesión está también abierta.
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