Estados Unidos
Los agujeros de la seguridad en EE UU
Desde la Marina, se dio ayer la orden de revisar todos los procedimientos para otorgar a los empleados los permisos de acceso a las zonas de seguridad. Pero ya era demasiado tarde. Sobre todo para las víctimas de Aaron Alexis y sus familiares. Ex agentes del FBI confirmaron ayer que muchos trabajadores externos de los complejos de seguridad consiguen licencias antes de que se les practiquen exámenes psicológicos y se investigue su historial. La matanza de Navy Yard abre así el debate sobre el escaso control que se ejerce sobre el personal empleado por las empresas privadas a las que la Administración subcontrata. El reciente caso del ex espía de la CIA Edward Snowden, que trabajaba para la empresa de defensa Booz Allen Hamilton, también puso sobre la mesa esta cuestión. Los analistas norteamericanos advierten de que el aumento del presupuesto de seguridad tras el 11-S provocó un aumento de las compañías privadas que dan servicios a la Administración. El tamaño que ha adquirido la industria de defensa en Estados Unidos ha dado como resultado este tipo de fallas o grietas en el sistema. Por este motivo, legisladores y militares se unieron ayer para pedir que se hagan exámenes más exhaustivos a los empleados externos. Además, la tragedia de Washington cuestiona si el Gobierno es capaz de garantizar la seguridad en sus bases militares, instituciones que por naturaleza deberían ser las más tranquilas del país. La senadora republicana Susan Collins, del Comité de Inteligencia, indicó que esto hace «cuestionar el tipo de pruebas que se hacen a estos empleados». El FBI se enfrentó a duras críticas por no compartir información cuando en 2009 el comandante Nidal Hasan mató a 13 de sus compañeros en Fort Hood. Los federales ya habían descubierto que Hasan se enviaba e-mails con el clérigo radical Anwar al Awlaki, que después fue el portavoz de Al Qaeda en Yemen, conocido como el Bin Laden de internet.
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