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Los Hermanos Musulmanes vuelven a teñir de sangre El Cairo
Una manifestación a favor del depuesto presidente Mursi deja 51 muertos
El número de personas que murieron el domingo en los enfrentamientos entre manifestantes islamistas y las fuerzas de seguridad en Egipto asciende ya a 51, mientras que son más de los 400 detenidos, informaron fuentes oficiales.
Los fuegos artificiales y los himnos patrióticos se mezclaron ayer con el sonido de los disparos y los gases lacrimógenos en el centro de El Cairo, donde los dos egiptos se volvieron a enfrentar. Los partidarios del Ejército, que pidieron y apoyaron el golpe de Estado del pasado 3 de julio, acudieron a la plaza Tahrir para mostrar su apoyo a los militares en el 40º aniversario de la guerra que Egipto lanzó contra Israel en 1973 y que –según los libros de historia egipcios– el ejército árabe ganó. La conmemoración de la guerra del Yom Kippur, representó una ocasión más para los seguidores del depuesto presidente Mohamed Mursi para denunciar de nuevo el golpe de Estado y pedir al Ejército que regrese al campo de batalla y salga del Gobierno del país.
La violencia estaba prevista, la tensión fue aumentando en los pasados días y estalló definitivamente cuando los manifestantes islamistas intentaron alcanzar la plaza Tahrir, fuertemente protegida por las Fuerzas Armadas y de Seguridad, que habían cortado todos los accesos al corazón de El Cairo.
Los Hermanos Musulmanes organizaron marchas desde varias mezquitas de la capital y los antidisturbios no tardaron en lanzar gases lacrimógenos para pararlas en las principales vías que llevan Tahrir desde el sur, el norte y el oeste de la ciudad. En la calle Ramses y en el barrio de Dokki los enfrentamientos se prolongaron durante horas y en esas dos batallas fue donde perdieron la vida la mayoría de las 51 personas que murieron ayer en todo el país. Más de 250 resultaron heridas, según el Ministerio de Sanidad, que no informó sobre la causa de la muerte, pero los islamistas aseguraban que la Policía les había disparado. Los Hermanos Musulmanes denunciaban los ataques contra las protestas pacíficas, que fueron ayer las más numerosas en varias semanas y también las más mortíferas. Un total de 423 personas fueron detenidas en El Cairo por llevar a cabo «actos de sabotaje» y usar armas de fuego, según informó el Ministerio del Interior egipcio.
Un país polarizado
Ambos bandos habían estado preparándose para este enfrentamiento y ningún grupo ni líder hizo nada para prevenirlo o evitarlo. El propio presidente interino, Adly Mansur, pidió el día anterior que los egipcios bajaran a la calle para apoyar a sus tropas, en una celebración patriótica que este año cobró más relevancia que en los anteriores.
Los cazabombarderos volvieron a dibujar corazones en el cielo de El Cairo, mientras Tahrir se llenaba de las fotografías del general Abdelfatah Al Sisi, la cara del golpe de Estado y nuevo héroe nacional, al que muchos consideran salvador del país y candidato perfecto a la presidencia. Al Sisi, así como las demás autoridades, celebraron el día 6 de octubre en una ceremonia privada como es tradición, con un desfile militar y otros entretenimientos.
En un discurso a la nación con motivo de la efeméride, antes de que comenzaran los choques, el primer ministro egipcio, Hazem Beblaui, destacó que el pueblo egipcio apoya a las Fuerzas Armadas en su plan para «establecer un Estado democrático». Beblaui aseguró que el país ha elegido el camino de «la democracia, la justicia y la paz» y llamó a todo el pueblo a regresar «al seno de Egipto sin divisiones ni discordias».
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