Unión Europea

Los líderes europeos aplazan 24 horas la negociación del reparto de altos cargos

Vuelven a reunirse hoy tras el motín de las filas populares que imposibilita el nombramiento del socialdemócrata Frans Timmermans como presidente de la Comisión Europea

Imagen facilitada por Moncloa de Sánchez, Macron, Rutte y Costa que plasma la alianza de los líderes liberales y socialdemócratas en esta legislatura
Imagen facilitada por Moncloa de Sánchez, Macron, Rutte y Costa que plasma la alianza de los líderes liberales y socialdemócratas en esta legislaturalarazon

Vuelven a reunirse hoy tras el motín de las filas populares que imposibilita el nombramiento del socialdemócrata Frans Timmermans como presidente de la Comisión Europea.

Angela Merkel está habituada a decir «Nein». Pero no a recibir la misma respuesta. Y en las últimas horas ha tenido que escucharlo muchas veces en diferentes idiomas. Tras una noche en blanco y más de 18 horas de negociaciones, los líderes europeos vuelven a la casilla de salida en medio de vetos cruzados, rumores de todo tipo, lamentaciones, mezquindades comprensiblemente humanas y sensación de fracaso. La sesión se reanuda hoy a las 11 de la mañana. Nadie sabe cómo ni cuándo acabará.

Pero para entender lo sucedido en las últimas horas, hay que remontarse a los entresijos del encuentro del G20 en Osaka (Japón) este pasado jueves y viernes, cuando se produjo un inesperado vuelco en el tablero. La canciller alemana defendió públicamente la candidatura del socialista holandés Frans Timmermans como nuevo presidente del Ejecutivo comunitario y consiguió el aval de Francia, Holanda y España. El paquete no sólo incluía al sucesor de Jean- Clauder Juncker, sino también un reparto de cargos en el que el candidato del Partido Popular Europeo y de la propia Merkel, Manfred Weber, se convertía en nuevo presidente de la Eurocámara durante dos mandatos consecutivos (un total de cinco años), los liberales se hacían con la presidencia del Consejo (para el belga Charles Michel) y los populares tenían que conformarse con el máximo representante de la diplomacia comunitaria (preferiblemente una mujer del Este). El principal foco de oposición a este puzle venía del grupo de Visegrado (Polonia, Hungría, República Checa y Eslovaquia), ya que Timmermans ha tenido que lidiar esta legislatura con los expedientes contra la deriva autoritaria de los dos primeros países del Este. Pero aquí el relato sigue manteniendo algunos interrogantes. Según reveló ayer el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, este acuerdo se había pergeñado incluso antes de la cumbre de Osaka. Según Sánchez, Timmermans y Weber habían llegado a este pacto que después fue bendecido y promovido posteriormente por la canciller en los márgenes de esta cumbre internacional. De esta manera, Merkel conseguía dar una salida honrosa a su candidato que podía utilizar la presidencia del Parlamento Europeo como trampolín político. El veto de Emmanuel Marcron a Weber –aduciendo su falta de experiencia gestora– hacía imposible resucitar su candidatura

El domingo comenzó con un encuentro del presidente permanente del Consejo, Donald Tusk, con los grupos políticos de la Eurocámara a las once de la mañana. En la cita, les comunicó este acuerdo de Osaka, si bien fuentes diplomáticas reconocen sin ambages que a Tusk nunca le gustó este paquete ya que no respetaba los equilibrios geográficos (demasiado Benelux) ni de igualdad entre hombres y mujeres.

Pero la gran sorpresa no llegó con las reticencias de Tusk sino con el encuentro a puerta cerrada entre los líderes del Partido Popular Europeo antes de la cumbre, a las cuatro de la tarde. Según fuentes diplomáticas, Merkel no se encontró con ninguna delegación que respaldara abiertamente su plan. A pesar del respeto reverencial que sigue despertando la canciller, durante el domingo y la jornada de ayer se vivió lo más parecido a un motín que se recuerda en las filas populares. El PPE no podía entender cómo la canciller había renunciado a la presidencia del Ejecutivo comunitario (ante el veto a Weber era posible sacar a colación algún tapado) y se sentían humillados por el resto del paquete. «No sólo les ha sentado mal la presidencia de la Comisión, tampoco entienden que tengan a renunciar a la presidencia del Consejo y les digan a quién tienen que poner de alta representante», explicaban fuentes diplomáticas. La canciller nunca se había encontrado tan sola.

La soledad de Merkel

Ante esta revuelta, la cumbre a Veintiocho comenzó con casi tres horas de retraso respecto a la hora prevista. Tusk programó toda una serie de encuentros bilaterales para eliminar tensiones y allanar el camino. Esta primera sesión terminó ligeramente pasada las 23.00 horas. Mientras algunos apuntaban al fracaso irremediable, otros confiaban en que algunos cambios (la presidencia del Consejo para el Partido Popular) consiguiera desbloquear la situación. El equipo de Tusk estaba dispuesto a hacer todo lo posible, aunque comenzaron algunos rumores sobre la posibilidad de una cumbre extraordinaria el día 15 de julio o incluso postergar las negociaciones hasta septiembre. El presidente del Consejo volvió a confiar en que un nuevo receso fuera capaz de calmar las aguas, esta pausa se prorrogó seis horas, hasta el amanecer. Las nuevas reuniones bilaterales no consiguieron ningún progreso, tal y como reconoció el primer ministro italiano, Giuseppe Compte, que se desplazó hasta la sala de prensa para contar a los periodistas las razones de este bloqueo.

Pero ni Tusk ni Merkel se dieron por vencidos. El presidente del Consejo convocó un desayuno que no fue capaz de desatascar la situación a pesar de que la delegación española confiaba, a esa hora, en el triunfo de Timmermans. Tras un nuevo receso y, ya pasado el mediodía, Tusk anunció la cumbre extraordinara para el día de hoy. Era hora de dormir y de reflexionar. «Hoy hemos terminado en fracaso, esto da una imagen muy mala tanto del Consejo como de Europa», resumía Macron. Es difícil no darle la razón.