Reino Unido
Los nuevos desafíos de Cameron: más recortes y menos inmigrantes
El «premier» británico debe acometer un ajuste superior al de la anterior legislatura sin subir los grandes impuestos
La victoria del «premier» David Cameron tras las elecciones del pasado jueves podría valorarse como la llegada de un periodo de estabilidad. Al fin y al cabo, la consecución de una mayoría absoluta se veía como una utopía tan sólo minutos antes de cerrar los colegios electorales. En efecto, los ejecutivos con dominio del Parlamento transmiten solidez y, sobre todo, confianza a los mercados. Pero el mandato de Cameron plantea ahora una serie de desafíos que, entre otros, afectarán al bolsillo de los británicos y también a los planes de los inmigrantes comunitarios, entre ellos, a los alrededor de 30.000 españoles que cada año llegan a Reino Unido en busca de oportunidades.
La economía volverá a ser en esta legislatura el objetivo principal. En este sentido, la decepcionante evolución de la lucha contra el agujero presupuestario, que cayó tan sólo la mitad de lo previsto en 2010, obligará a su Gobierno a elevar el grado de austeridad para alcanzar las ambiciosas metas fiscales para acabar el mandato con superávit.
En la práctica, esto se traduce en que necesitará reducir el gasto en términos reales por encima del dos por ciento al año, es decir, un ajuste superior al de la pasada legislatura, incluso a pesar de que casi dos tercios del total de ingresos tributarios no subirán: ni el IRPF, ni el IVA, ni las contribuciones a la Seguridad Social, un compromiso que Cameron ha prometido blindar por ley en los primeros 100 días de gobierno.
Por otra parte, cumpliendo con su palabra, convocará el referéndum sobre la permanencia de Reino Unido en la Unión Europea. Durante toda la campaña electoral, a partir de los debates televisados, se comprobó que la máxima preocupación de los británicos con respecto a este asunto es la inmigración. Y en este sentido, el primer ministro se ha comprometido a que los europeos que vengan sin oferta de trabajo no tendrán derecho a la paga que hasta ahora recibía todo aquel que buscaba empleo. Es más, si no lo encuentran en un plazo de seis meses, deberán abandonar el país. Por otra parte, los inmigrantes no tendrán derecho a recibir prestaciones sociales hasta que lleven viviendo en Reino Unido cuatro años y no recibirán el subsidio familiar por hijos que vivan en el extranjero.
Antes de celebrar el plebiscito, el «premier» también quiere repatriar una serie de poderes para convencer a los británicos de que la permanencia en el bloque es la mejor opción. A día de hoy, el 51% votaría por salir de la UE frente al 49% que prefiere quedarse.
El presidente de la Comisión Europea Jean-Claude Juncker ha dicho estar «abierto a escuchar las propuestas de Reino Unido y a mantener un diálogo constructivo y cordial». Eso sí, ha establecido unas líneas rojas y no aceptará modificaciones que afecten a las cuatro libertades fundamentales de la UE, incluida la libertad de movimiento y trabajadores.
Por otra parte, otro frente abierto será la presión territorial derivada de un contexto en el que los nacionalistas escoceses se han convertido en la tercera fuerza en Westminster, aupados por una inusitada popularidad tras el plebiscito de independencia del pasado mes de septiembre. En su primer discurso tras ser reelegido, Cameron tendió la mano a los nacionalistas con garantías de la «implementación lo más rápido posible» de la devolución de poderes a los diferentes parlamentos regionales y la promesa de que Escocia tendrá «el Gobierno con las transferencias más potentes del mundo». Pero tanto galeses como norirlandeses quieren ahora los mismos derechos.
Con respecto a Inglaterra, bastión conservador y único territorio de la unión que no cuenta con Legislativo propio, Cameron quiere que las normativas que afecten sólo a Inglaterra sean votadas sólo por los diputados de los distritos ingleses. Pero la oposición, ahora descabezada tras la dimisión del laborista Ed Miliband y el liberal demócrata Nick Clegg, no estaría por la labor.
Mañana será cuando Cameron anuncie el que será el primer gabinete «tory» desde 1992. Los principales ministros repiten, pero hay que buscar sustitutos para las carteras ocupadas antes por los liberal demócratas durante la coalición. El excéntrico Boris Johnson podría hacerse con una de ellas, allanando así su camino para el liderazgo del partido, una batalla que comenzó en cuanto el «premier» confirmara en campaña que no se presentaría a unas terceras elecciones.
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