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Los retos de la globalización

Macron destacó en París la diferencia entre el patriotismo entendido como amor hacia la patria y el nacionalismo que solo implica el odio al otro, mientras que Merkel criticó el escepticismo de Trump sobre la cooperación multilateral

El presidente francés, Emmanuel Macron, y la canciller alemana, Angela Merkel, en París / Efe
El presidente francés, Emmanuel Macron, y la canciller alemana, Angela Merkel, en París / Efelarazon

Macron destacó en París la diferencia entre el patriotismo entendido como amor hacia la patria y el nacionalismo que solo implica el odio al otro, mientras que Merkel criticó el escepticismo de Trump sobre la cooperación multilateral.

Lo que sucedió en París, con motivo del centenario del armisticio de la Primera Guerra Mundial es realmente importante porque muestra claramente las verdaderas divisiones que están por llegar, en un mundo que nunca ha estado tan globalizado y, al mismo tiempo, muy fragmentado. El presidente francés, Emmanuel Macron, destacó la diferencia entre el patriotismo entendido como amor hacia la patria y el nacionalismo que solo implica el odio al otro. De esta manera, defendió una concepción de las relaciones internacionales basada en el multilateralismo. Angela Merkel, por su parte, criticó el escepticismo de Trump sobre la cooperación multilateral sin mencionarlo.

Apenas regresado de París, Trump replicó atacando a Macron, y se burló su «muy baja popularidad». En una serie de tuits, el presidente de Estados Unidos consideró que la propuesta de su homólogo francés de crear un Ejército europeo, realizada durante el fin de semana de conmemoración del centenario del fin de la Primera Guerra Mundial, era «muy insultante». «Macron sugirió la creación de su propio Ejército para proteger a Europa contra Estados Unidos, China y Rusia. Pero realmente la Primera y Segunda Guerra Mundial fue contra Alemania», escribió en Twitter.

Los franceses «comenzaron a aprender alemán en París antes de que llegara Estados Unidos», bromeó, refiriéndose a la ocupación nazi desde 1940 hasta la Liberación por los aliados, lo que todavía supone un trauma para los galos. «Pague por la OTAN o no», continuó, reanudando su petición a los países europeos miembros de la Alianza Atlántica para que dependan menos del gasto militar de los Estados Unidos en su defensa.

Más allá de las palabras, estas diferencias de opinión entre los europeos y el presidente Trump, suponen un verdadero escollo debido a la gran cantidad de litigios transatlánticos, por ejemplo, en lo referido al clima, a Irán, al comercio, a Israel y Palestina, a la seguridad de Europa... no se trata de solo de incidentes aislados, sino del multilateralismo y la visión de las relaciones internacionales.

A ello se une que Europa está dividida, sujeta a las corrientes nacionalistas. En la Unión Europea, muchos gobiernos están dominados por partidos nacionalistas o debilitados por coaliciones débiles.

Francia sigue siendo el país más fuerte para luchar contra el nacionalismo y realzar el verdadero patriotismo, un tema que probablemente sea más unificador que apostar por un escaso «progresismo».

El rey de Marruecos y varios jefes de Estado africanos estuvieron presentes en París. Debe ser visto como un mensaje de esperanza. África tiene un extraordinario potencial de crecimiento, pero es a la vez un verdadero polvorín. El terrorismo y los flujos migratorios tienen un impacto decisivo en África.

Europa con EE UU, debe encontrar su lugar en la creación de estrategias de expansión global de los países emergentes, con la Ruta de la Seda de China en primer lugar. Este actor aporta una nueva visión de la cooperación y hace obsoleto el prisma de análisis de la cooperación Norte-Sur.

La renovación de la asociación entre los continentes de Europa, América y África debe hacerse sobre la base de un acuerdo de beneficio mutuo para los tres continentes y basarse en objetivos de desarrollo sostenible. Debe, sobre todo, permitir la mejora de las condiciones de vida y proporcionar un mejor acceso a la información, al agua, a la energía, al transporte y alas nuevas tecnologías a través de saltos cualitativos para todo el continente africano.

La inauguración esta semana por parte del rey Mohammed VI y del presidente francés de la línea de alta velocidad LGV que conectará Tánger y Casablanca, la primera en África o el lanzamiento de los satélites MOHAMMED VI - A y B son ejemplos perfectos de esta colaboración Europa-África. Igualmente, el sector privado estadounidense está invirtiendo en Marruecos, como lo hace Boeing en aeronáutica al crear un «ecosistema industrial». También el fabricante de aviones estadounidense Bell Aircraft Corporation pretende invertir pronto en Marruecos, una puerta de entrada al mercado africano y, por qué no, a Europa.

Solo a través de las políticas de desarrollo conjunto los conflictos y sus horrores podrán evitarse. No obstante, es necesario abandonar el debate ético, todos los Estados defienden sus intereses. Pero, ¿cómo podemos hacer colectivamente que la paz prospere? Ésta es la pregunta real, que no se ha respondido en París, pero que se formula claramente y es esta pregunta la que debe responderse rápidamente.