Política

Terrorismo yihadista

«Los terroristas dijeron que sólo buscaban a los occidentales»

Rehenes filipinos liberados, ayer en el aeropuerto de Argel
Rehenes filipinos liberados, ayer en el aeropuerto de Argellarazon

«Un acto de guerra». Para el Gobierno frances, la toma de rehenes en Argelia no puede reducirse a un común secuestro dada las proporciones del ataque y el número de víctimas, según declaró ayer el ministro galo de Defensa, Jean Yves le Drian. Y no es para menos a juzgar por el balance humano de la tragedia que no cesa de aumentar. Las últimas cifras oficiales, pero provisionales, elevaban a 23 los rehenes y 32 los terroristas muertos. Pero el total aún puede engrosarse, «desgraciadamente», ha prevenido el titular de Comunicación del Ejecutivo argelino, Mohamed Saïd, citado por la agencia local APS. La televisión privada Ennahar informaba, por su parte, del descubrimiento de 25 nuevos cuerpos durante las labores de reconocimiento de las fuerzas especiales argelinas, ocupadas en desminar el vasto complejo gasístico tras cuatro días de asedio. Probablemente se trataría de cadáveres de rehenes ejecutados por los yihadistas de «Los que Firman con Sangre». Entre extranjeros y argelinos, cerca de 800 trabajadores pudieron ser liberados por los militares. Algunos supervivientes se atreven a rememorar la pesadilla que han vivido durante cuatro días de asedio que han acabado en baño de sangre. El francés Alexandre Berceaux, que permaneció cuarenta horas encaramado bajo su cama, relata, aún desencajado, la violencia del secuestro. «Los disparos venían de todas partes», contaba ayer a la Prensa este responsable de la empresa de catering. Tres de sus compañeros se escondieron en el falso techo de uno de los restaurantes, hasta que pudieron ser liberados.

Un empleado argelino narraba a un diario británico la crueldad de los terroristas con los extranjeros. «Agruparon a los expatriados, les pusieron en círculo y colgado explosivos en torno al cuello. Nosotros, los argelinos, estábamos a parte y nos trataron con benevolencia. Nos dijeron que no nos matarían porque éramos musulmanes y que sólo buscaban a los cristianos», relata. Otro local cuenta cómo, armados fuertemente con morteros y misiles, además de kalachnikovs, dispararon sin piedad contra los vigilantes.