Asentamientos

«Made in Cisjordania», el otro pulso Biden-Netanyahu

Estados Unidos quiere señalar en las etiquetas si un producto procede de un asentamiento

Ma'ale Adumim, back ground, an urban Israeli settlement , is near village, front, in the West Bank on March 7, 2024.
Ma'ale Adumim, al fondo, un asentamiento urbano israelí, cerca de un pueblo, al frente, en Cisjordania, el 7 de marzo de 2024TOSHIYUKI FUKUSHIMAAFP

La Administración de Joe Biden planea exigir que los productos que hayan sido hechos en los asentamientos judíos de Cisjordania reflejen en su etiquetado dicho origen, de manera que los consumidores estadounidenses tengan información suficiente para decidir si quieren comprarlos o no. La medida, que posiblemente provoque el descontento de Israel, estuvo a punto de salir adelante el mes pasado, después de que el ministro de Finanzas de extrema derecha israelí, Bezalel Smotrich, quien es además colono, anunciara la mayor apropiación de tierras en Cisjordania en los últimos años, algo que no sentó nada bien al Gobierno estadounidense actual.

En febrero, Biden señaló que la expansión de los asentamientos de Israel «era inconsistente con el derecho internacional». Según el grupo israelí de derechos humanos B'Tselem, 620.000 colonos judíos viven en Jerusalén Este y en Cisjordania, tierras ocupadas por Israel desde 1967.

Este etiquetado ya está presente en Europa. En 2019, el Tribunal de Justicia de la UE dictaminó que los alimentos que procedan de los territorios ocupados por Israel debían informar de ello, y si fuera el caso, especificar que se trata de una colonia israelí. Mientras el resto del mundo apostaba por mostrar los asentamientos ilegales, la Administración de Donald Trump siempre tendió a legitimarlos y borrar la diferenciación entre Israel y Cisjordania.

El expresidente fue presionado por varios miembros dentro del Partido Republicano que aseguraban que esta decisión «evitaría que futuras administraciones diferencien entre Israel y Cisjordania». En diciembre de 2020, poco antes de salir de la Casa Blanca (ya con la derrota electoral en la mano), Trump aprobó la norma de que los bienes producidos en Cisjordania se etiquetaran como «made in Israel» (hecho en Israel). Ahora, Biden podría revertir esta medida.

Precisamente eso han tratado de conseguir desde 1967 los presidentes demócratas anteriores. Tras la firma en 1995 de los Acuerdos de Oslo, Bill Clinton trató de que los productos de los asentamientos se etiquetaran como «hecho en Cisjordania», pero las directrices nunca se llegaron a aplicar. No fue hasta la llegada de Barack Obama, que impuso multas a quien no siguiera las reglas de etiquetado, cuando se empezó a tomar en serio esta idea. Biden pretende hacer lo mismo para presionar a Israel y que su socio entienda el descontento por cómo está manejando la guerra en Gaza.

Desde que Biden llegó a la Casa Blanca, en enero del 2021, varios grupos judíos liberales estadounidenses han estado presionado para que imponga el etiquetado cisjordano.

La cuestión ha vuelto a saltar a la palestra justo cuando las relaciones entre Biden y su viejo amigo Benjamin Netanyahu se están enfriando porque el primero no comparte la manera en que el segundo está manejando la guerra en la Franja de Gaza, sobre todo tras la muerte de siete voluntarios de World Central Kitchen, la ONG del chef español José Andrés, que repartían comida. Entre los fallecidos hay una víctima con doble nacionalidad estadounidense y canadiense, lo que ha despertado aún más la ira de unos norteamericanos que apoyan cada vez menos la alianza de Estados Unidos con Israel.