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El Senado aparta a Rousseff de la Presidencia de Brasil
La aparta del cargo por un periodo de hasta 180 días
El Senado de Brasil aprobó hoy someter a un juicio político a la mandataria Dilma Rousseff y la apartó del cargo por un periodo de hasta 180 días, tiempo máximo para que concluya el proceso y en el que será sustituida por su vicepresidente, Michel Temer.
Dilma Rousseff contaba ayer sus últimas horas al frente de la mayor economía de América Latina. El Senado de Brasil aprobó hoy someter a un juicio político a la mandataria Dilma Rousseff y la apartó del cargo por hasta 180 días, tiempo máximo para que concluya el proceso y en el que será sustituida por su vicepresidente, Michel Temer. En la votación, que se produjo después de una sesión continua de 20 horas y media de duración, 55 senadores se pronunciaron a favor del juicio político, 22 votaron en contra, mientras que cuatro estuvieron ausentes.
Para abrir el juicio político contra Rousseff bastaba con una mayoría simple, pero con este resultado, se rebasó el umbral de la mayoría calificada de dos tercios, 54 de los 81 senadores, que son necesarios para lograr la destitución definitiva al final del proceso.
El Senado tiene previsto comunicar su decisión hoy mismo a Rousseff, que ha anunciado que pretende realizar un pronunciamiento en torno a las 10.00 hora local (13.00 GMT) antes de dejar el palacio de Planalto.
Michel Temer, quien la va a sustituir de forma interina, ha previsto presentar hoy a su gabinete y ha adelantado que lo había definido "casi"por completo.
Ni siquiera un recurso al Supremo Tribunal Federal presentado a última hora del martes logró posponer la votación de ayer, seguida por las principales televisiones del país y por la prensa extranjera. El magistrado Teori Zavascki negó el recurso presentado por la Abogacía General de la Unión para suspender el proceso de «impeachment» y derrumbó la estrategia del Ejecutivo. El Gobierno aducía que todo el proceso estaba viciado porque el presidente de la Cámara Baja, Eduardo Cunha, le dio inicialmente trámite por una venganza personal. Pero los argumentos, aunque políticamente puedan ser cabales, no convencieron a la máxima instancia judicial y anticipan una derrota en el Supremo –al que Rousseff quiere recurrir para revertir la decisión del Legislativo– en unos eventuales nuevos recursos.
El clima ayer en el Senado era, a diferencia de la tensión provocada por la incertidumbre de la votación del Congreso en abril, de estar asistiendo a una función cuyo desenlace era conocido anticipadamente. A las puertas del Parlamento, en la inmensa explanada donde decenas de miles de personas se manifestaron durante la votación de la Cámara Baja, apenas decenas de simpatizantes aguardaban bajo un sol de justicia el resultado de la sesión.
En las filas de la oposición la alegría era contenida, pues desde hace semanas las encuestas daban como cierto que el «impeachment» lograría el apoyo de más de la mitad de los 81 senadores para ser iniciado. Pocos senadores escuchaban los argumentos de sus pares en el estrado y se dedicaban a consultar sus teléfonos móviles, a hablar de asuntos personales o incluso a hacerse fotografías, pese a la trascendencia de la votación. La gran duda era saber el grado de derrota del Ejecutivo y la hora en que terminaría.
En el Palacio del Planalto –sede de la Presidencia– los asistentes más próximos a Rousseff ultimaban el desembarque de la Presidencia no sólo de la mandataria, sino también del Partido de los Trabajadores (PT), que pone fin –por el momento de forma temporal– a 13 años sucesivos al frente del país. Algunas fuentes indicaban que la presidenta dimitiría a todos el Ejecutivo al término de la votación para facilitar la entrada de un nuevo Gobierno. Y que la supersticiosa mandataria rechazaría abandonar la Presidencia hasta el viernes, con el objetivo de que el nuevo Ejecutivo asumiera el viernes 13.
La oposición acusa a Rousseff de usar artimañas contables por medio de créditos de instituciones públicas para cuadrar las cuentas de 2014 y 2015, pero el Gobierno de la presidenta niega irregularidades y califica todo el proceso de «golpe» de la oposición para alcanzar el poder sin el aval de las urnas. El presidente del Senado, Renan Calheiros, investigado como su par del Congreso en una decena de casos por corrupción, dijo que el juicio político es «largo, traumático y que no produce resultados inmediatos».
Y en un mensaje a quien debe asumir la Presidencia, el vicepresidente Michel Temer, añadió que «si no hacemos una reforma política, una reforma estructural y la modificación de la ley de ‘impeachment’ vamos a tener varios eventos semejantes a este en nuestra historia». Temer, un abogado de 75 años que lleva semanas negociando su equipo de Gobierno, tenía previsto hacer un pronunciamiento en cuanto asuma la Presidencia (previsiblemente hoy) para anunciar sus ejes de Gobierno. Se prevé que acometa una reducción del gasto público para contener el déficit y que promueva privatizaciones, así como políticas de estímulo para revertir la recesión cercana al 3,5% prevista para este año en el país.
Considerado el gigante regional, Brasil atrajo ayer la atención mundial por la votación. El Papa Francisco dijo durante una audiencia general en el Vaticano que está rezando por la armonía y la paz en el país. «Pido al Señor que derrame abundantemente los dones de su espíritu, para que el país, en estos momentos de dificultad, siga por caminos de armonía y de paz, con ayuda de la oración y del diálogo», dijo el Pontífice, que fue citado por una de las senadoras en su discurso a favor del «impeachment».
Estados Unidos, por su parte, advirtió de que «Brasil está bajo los focos internacionales, porque acogerá los Juegos Olímpicos este verano, así que están sujetos a algo de escrutinio y presión, y Estados Unidos estará allí para ayudar a nuestro amigo a responder a los retos», dijo un portavoz de la Casa Blanca.
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