Cumbre del G20
Máscaras, cascos y chalecos antibalas en la «contracumbre» del G20
Miles de personas marchan contra el "imperialismo"en Buenos Aires.
Con dirección al Congreso de la Nación Argentina, miles de personas marcharon en la “contracumbre” en oposición al G-20 en la tarde de ayer. A cuatro manzanas del Obelisco, manifestantes de toda América del Sur avanzaron a paso de hombre para protestar ante las políticas económicas tomadas en el país y el continente.
Liderados por grupos de izquierda, la columna avanzó vigilados de cerca por la Policía en dirección hacia el Congreso. Desde la Confluencia Fuera G-20 FMI, Bettina Müller de Attac Argentina expresó: “No estamos de acuerdo con las políticas neoliberales del G-20, de ajuste y estructurales que recortan en salud y educación. Pero al mismo tiempo hay 200 millones de dólares para realizar semejante evento acá”.
El operativo con más de 22 mil agentes de distintas fuerzas del orden cerró cinco barrios cercanos que limitan con la sede central donde se celebró la Cumbre de los 20. Las calles estaban cercadas y se cortaron todos los medios transportes, tanto bus como metros. Un perímetro de tres anillos de seguridad con vallados perimetrales por toda la zona rodeó constantemente a los manifestantes.
Detrás de cada cerco policial había una dotación lista con todo tipo de armamento antidisturbios. “Acá pasa algo y nos tiran ‘con de todo’”, bromearon un par de jóvenes que marchaban por la avenida 9 de Julio. Por precaución algunos llevaban máscaras de esnórquel, debido al gas pimienta; cascos y algunos incluso vestían chalecos antibalas. De hecho, durante el comienzo de la protesta detuvieron a 16 personas. Dos de ellas portaban 25 walkie talkies, mientras que las otras seis tenían elementos utilizados en la fabricación de bombas caseras y cócteles molotov. Las ocho restantes fueron arrestados por llevar con tijeras, cutters, pinzas, banderas estadounidenses, algodón y etanol.
Sin mayores incidentes, las organizaciones caminaron y entonaron canciones contra la Cumbre, el FMI y el presidente Mauricio Macri durante cuatro horas seguidas en su paso hacia el Congreso. El acuerdo con el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires era que podían manifestarse, siempre y cuando no se cubrieran los rostros, ni llevaran palos. En este sentido hubo un conflicto entre las agrupaciones políticas y sindicales y un pequeño contingente de anarquistas.
Un hombre mayor de 75 años que acompañaba la manifestación, les pidió que no “armaran lío (provoquen problemas) porque va a ser peor”. Logró que se alejen del lugar, no sin antes llevarse un empujón por parte de los anarquistas. “Desde los 14 años que milito (participa de protestas). No sé si a estos lumpen les paga la policía o son canas (policías) infiltrados que vienen armar quilombo (problemas)”, comentó al volver hacía la columna principal. Finalmente, fueron echados de la zona por temor a que provocaran incidentes y habiliten a la fuerzas de seguridad a reprimirlos.
A nivel social, la marcha contra la Cumbre se llevó a cabo para protestar por las políticas de actuales. “Hablan en nuestro nombre diciendo que nos representan, cuando sabemos que representan los intereses de las grandes empresas trasnacionales”, explicó Bettina Müller de Attac Argentina.
De manera similar, se expresó el representante sindical Paulo Barela del CSP-Conlutas (Central Sindical Popular de Brasil): “Nosotros entendemos que se reúnen en este momento las 20 mayores potencias capitalistas para producir proyectos que atacan los intereses de la clase trabajadora en todo el mundo”. El sindicalista también consideró que “es una obligación para nosotros estar acá, junto al pueblo argentino y compañeros brasileros, chilenos, uruguayos, paraguayos y bolivianos”. En la última parada, cerca del Congreso la frase que se hizo eco fue “que se vayan todos”. En este sentido, Müller afirmó que “el pueblo está hoy en la calle. No detrás de tres anillos de seguridad custodiado por 22 mil policías”.
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