Crónica negra
«Yo no maté a Narumi»: El juicio que atrapa a Francia
El chileno Nicolás Zepeda, de 32 años, vuelve a ser juzgado por el asesinato de su novia japonesa en diciembre de 2016
¿Qué pasó la noche del 4 de diciembre de 2016 en la habitación 106 de la residencia universitaria Rousseau en la localidad francesa de Beçancon? Es la pregunta sobre la que intenta arrojar luz un mediático juicio iniciado en Francia que va a caballo entre tres continentes y que tiene todos los ingredientes porque mezcla crónica negra, contactos diplomáticos, focos de televisión y el misterio de un cadáver que no aparece. El chileno Nicolás Zepeda se sienta en el banquillo desde ayer en un proceso que se dilatará hasta el 22 de diciembre por el asesinato de su exnovia japonesa Narumi Kurosaki en aquella fecha. Un crimen que niega. El expediente del caso tiene 8.000 páginas, se han movilizado a investigadores en Francia, Japón y Chile, y hay una avalancha de pruebas incriminatorias pero ninguna confesión.
Zepeda, de 32 años en la actualidad, fue condenado a 28 de prisión por el asesinato con premeditación de Kurosaki en abril de 2022, pero recurrió la sentencia de primera instancia. Ahora se expone de nuevo a una pena de cadena perpetua. El nuevo proceso coincide con el séptimo aniversario de la desaparición de la joven japonesa de 21 años en Beçancon, donde estudiaba francés.
La tesis de la Fiscalía es que el chileno viajó por sorpresa a esta ciudad francesa, pasó la noche del 4 al 5 de diciembre con Kurosaki, la asfixió y estranguló antes de tirar su cuerpo al río Doubs. Zepeda y Kurosaki habían roto la relación unos meses antes. Para la Fiscalía, el chileno la mató porque nunca superó la ruptura amorosa. Los dos se habían conocido en Japón dos años antes, en 2014. La Justicia le acusa no sólo de haber hecho desaparecer el cuerpo sino de además haber suplantado su identidad en las redes sociales, pirateando sus cuentas, para simular que Kurosaki continuaba viva. De esta manera, pudo ganar tiempo y huir a Chile.
El proceso contra Zepeda comenzó en 2017, cuando en Francia se emitió una orden internacional de captura contra el chileno. Sin embargo, la orden fue desestimada por un magistrado en Chile. Dos años después, en diciembre de 2019, Francia solicitó la extradición, la cual fue aceptada en abril de 2020. Finalmente, el chileno fue extraditado y puesto en prisión preventiva en julio del mismo año. El proceso judicial fue interrumpido debido a la pandemia de Covid-19 y el posterior cierre de fronteras.
Ya en febrero de 2021, un juez francés ordenó que Zepeda fuera juzgado por el asesinato. La inesperada renuncia a última hora en febrero del abogado Antoine Vey a defender al chileno obligó a aplazar el juicio en apelación. La relación del acusado, en prisión preventiva, con sus abogados –nombres ilustres en Francia– ha sido muy agitada durante los últimos años. Su letrada en primera instancia, la prestigiosa Jacqueline Laffont, confesó haber terminado el primer proceso «muy afectada». El acusado, de familia acomodada, cambió la letrada del expresidente francés Nicolas Sarkozy por Vey. Otro letrado, Julien Dreyfus, que debía defenderlo, también desistió hace unas semanas.
Ahora, su nuevo equipo de abogados defensores asegura que intentará «dar un giro a la situación» con «otra lectura del caso», una estrategia basada en la citación de nuevos testigos y la presentación de otro informe psiquiátrico. Zepeda estudió Administración Pública en la Universidad de Chile. Además, es hijo de un alto funcionario de una empresa telefónica. El chileno en 2014 viajó a Japón para estudiar en Tsukuba, lugar donde conoció a Kurosaki. Según la versión que Zepeda defendió hasta el final, cuando él salió de la residencia, el 6 de diciembre de madrugada, Kurosaki se encontraba en perfecto estado.
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