Brexit

Theresa May: «Vienen tiempos difíciles»

La «premier» británica admite que el Brexit tendrá duras consecuencias para Reino Unido y pide a Bruselas negociar un acuerdo de libre comercio a medida y mantener vínculos institucionales en diversos campos.

Theresa May durante su intervención en Londres sobre las negociaciones del brexit/Reuters
Theresa May durante su intervención en Londres sobre las negociaciones del brexit/Reuterslarazon

La «premier» británica admite que el Brexit tendrá duras consecuencias para Reino Unido y pide a Bruselas negociar un acuerdo de libre comercio a medida y mantener vínculos institucionales en diversos campos.

La primera ministra británica, Theresa May, reconoció ayer, por primera vez, de manera clara y sin rodeos que, tras abandonar la Unión Europea y el mercado único, «la vida será diferente» para los británicos. La líder conservadora pronunció un esperado discurso sobre la hoja de ruta de su Ejecutivo de cara a las negociaciones con Bruselas en las que, una vez superada la fase de divorcio el pasado mes de diciembre, ambas partes deben centrarse ahora en las futuras relaciones comerciales.

En este sentido, la dirigente conservadora volvió a recalcar sus líneas rojas: la salida del mercado único europeo y de la unión aduanera y el fin de la jurisdicción del Tribunal Europeo de Justicia (TEJ) en territorio británico. Pero el tono fue más realista que en otras ocasiones y, a diferencia del escenario idílico que presenta el ala más euroescéptica de su partido, advirtió de que vienen tiempos «realmente complicados donde habrá altos y bajos». «Como en todas las negociaciones, no se conseguirá todo lo que uno quiere», recalcó.

May reconoció que «el acceso a los mercados será más restrictivo» y, respecto a la City, señaló que no pretende pedir «pasaportes» financieros, porque entiende que eso «corresponde al mercado único». Sin embargo, la líder «tory» mostró su intención de mantener a su país dentro de algunas agencias europeas –como la del medicamento, aviación o productos químicos– y, una vez más, volvió a repetir que los actuales pactos de la UE con Noruega y Canadá no pueden servir de modelo para negociar el acuerdo de libre comercio que debe regir con Reino Unido.

«Queremos el acuerdo más amplio y profundo posible, cubriendo más sectores y cooperando más que en cualquier otro acuerdo de libre comercio que exista actualmente en el mundo», señaló. «Creo que eso se puede lograr porque redunda en interés de la UE, así como también en el nuestro, y porque partimos de un mismo punto de salida en el que ahora ambos tenemos las mismas leyes y normas. El reto será gestionar la relación una vez que seamos dos sistemas legales diferentes», matizó.

Para May, el éxito o fracaso del acuerdo dependerá de si cumplen o no cinco requisitos: deberá «respetar el resultado del referéndum»; deberá ser capaz de «perdurar en el tiempo»; tendrá que «proteger los empleos y la seguridad de las personas»; deberá ser «coherente con los valores de una democracia abierta y tolerante»; y deberá, por último, «fortalecer la unión de naciones y gentes de Reino Unido».

La cita había creado gran expectación. Seguía la estela de los dos discursos claves pronunciados el año pasado en Lancaster House y Florencia. En el primero, la líder «tory» anunció que el país abandonaría también el mercado único. En el segundo, que tras la separación habría un periodo transitorio. De ahí que, en esta ocasión, se esperara también algún gran titular. Sobre todo, teniendo en cuenta que al otro lado del canal ya han publicado su primer borrador sobre el acuerdo de salida y la oposición laborista ha dejado de jugar al despiste mostrándose a favor de la permanencia en una unión aduanera.

Pero, aunque sí ofreció más detalles que en las últimas semanas respecto a la futura relación comercial, May no aportó medidas concretas y tampoco dio ninguna solución a la cuestión irlandesa, convertida ahora en el principal escollo de las negociaciones con Bruselas. La UE propone que Irlanda del Norte forme, junto con la República de Irlanda, un área regulatoria común para evitar una frontera dura en la isla. La provincia británica se quedaría, por tanto, dentro de la unión aduanera de la Unión Europea.

Sin embargo, la «premier» volvió a repetir ayer que «jamás» firmará un acuerdo con Bruselas que contemple fijar la frontera comercial comunitaria en el Mar de Irlanda, que separa la isla de Irlanda de Gran Bretaña (Inglaterra, Escocia y Gales).

«Nuestra retirada de la UE causa unos particulares desafíos para Irlanda del Norte y para Irlanda. Nos unimos a la UE hace 45 años. No es sorprendente que nuestra decisión de marcharnos cause ansiedad y un deseo por lograr soluciones», dijo May.

Este compromiso con la «unión» de las cuatro naciones británicas deleitó al Partido Democrático Unionista (DUP) de Irlanda del Norte, del que la primera ministra depende para gobernar tras perder la mayoría absoluta en las elecciones generales del año pasado. La líder del DUP, Arlene Foster, dijo que el discurso garantiza que no se levantará una «nueva frontera» comercial entre Irlanda del Norte y el resto del Reino Unido tras el Brexit.

El problema es que el tiempo se agota y al otro lado del canal ya no esperan sólo palabras, sino acciones concretas que permitan avanzar en las negociaciones. Tal y como dijo esta semana el negociador jefe de la Comisión Europea, Michel Barnier, las diferencias a día de hoy son enormes. Prueba de ello es que, en la cumbre comunitaria del próximo 22 de marzo, ambas partes deberían cerrar el pacto de transición que existirá tras el divorcio y ni siquiera se ponen aún de acuerdo en la fecha en la que esta fase debería darse por concluida. Mientras Londres quiere que sea, como mínimo, hasta el 29 de marzo de 2021, y se alargue si fuera necesario, Bruselas quiere terminarla el 31 de diciembre de 2020, coincidiendo con el fin del actual presupuesto comunitario.

El discurso de May fue bien recibido por el ala más euroescéptica de su partido, ansiosos por cortar con la unión aduanera comunitaria para poder negociar acuerdos comerciales con terceros países, entre ellos Estados Unidos.