Política

Brexit

May avisa: si no se aprueba su plan, no habrá acuerdo alguno

Con un partido dividido y su liderazgo hecho trizas, la «premier» británica quema sus últimos cartuchos para que el parlamento dé luz verde a un acuerdo del Brexit por el que «reza» Christine Lagarde.

La «premier» británica habló del Brexit a los ciudadanos gibraltareños que celebraban el día «nacional» de la colonia el pasado 10 de setiembre
La «premier» británica habló del Brexit a los ciudadanos gibraltareños que celebraban el día «nacional» de la colonia el pasado 10 de setiembrelarazon

Con un partido dividido y su liderazgo hecho trizas, la «premier» británica quema sus últimos cartuchos para que el parlamento dé luz verde a un acuerdo del Brexit por el que «reza» Christine Lagarde.

La «premier» Theresa May inicia el nuevo curso igual que terminó el anterior: con un partido completamente dividido, una peligrosa amenaza a su liderazgo y una gran incógnita sobre cómo podrá cumplir la promesa que hizo a los británicos para sacar al Reino Unido de la UE el 29 de marzo de 2019. En definitiva, el Brexit sigue siendo un asunto que causa estragos en Downing Street. Pero consciente de que el tiempo se acaba, May ha decidido endurecer el tono advirtiendo que sólo existen dos únicas opciones: respaldar su plan, conocido como «Chequers», o abandonar el bloque sin acuerdo alguno.

La amenaza no es tanto para Bruselas, sino para sus propias filas y el propio Westminster, que en última instancia deberá votar el acuerdo final de salida antes de que la premier ratifique su firma.

El problema es que, hoy por hoy, el plan «Chequers» no cuenta con el apoyo de los tories más euroescépticos y los laboristas podrían aprovechar la guerra civil del Gobierno para forzar nuevas elecciones anticipadas.

Lo que May propone es crear un área de libre comercio para bienes después del Brexit, lo que evitaría los controles de aduanas y mantendría abierta la frontera entre la República de Irlanda y la provincia británica de Irlanda del Norte –la única física que existirá con el bloque tras el histórico divorcio–.

En una entrevista emitida ayer por la BBC, May puntualizó que es necesario un «movimiento de mercancías libre de fricciones», sin aduanas o controles reguladores a fin de evitar una frontera dura que pudiera poner en peligro el proceso de paz en el Ulster. Sin embargo, el núcleo duro del Partido Conservador se opone a la propuesta de su líder porque estiman que el Reino Unido estaría ligado a los otros 27 miembros de la UE y haría difícil negociar acuerdos comerciales con países fuera del club europeo. En su lugar, los tories más euroescépticos proponen recurrir a tecnología ya existente para evitar una frontera visible. En este sentido, uno de los más críticos es Boris Johnson, quien dimitió el pasado mes de julio como ministro de Exteriores precisamente por no compartir la estrategia de la premier. El que fuera jefe de la diplomacia británica aseguró ayer en su columna del «The Daily Telegraph» que el fracaso del Gobierno en resolver el asunto irlandés ha llevado a una «abominación constitucional» puesto que, «por primera vez desde 1066 (la conquista normanda de Inglaterra), nuestros líderes consienten deliberadamente a una autoridad extranjera». «''Chequers'' implica que el país permanece efectivamente en la unión aduanera y gran parte del mercado único», matizó el carismático político, quien podría plantear en las próximas semanas una moción de no confianza contra May, lo que llevaría a la formación a celebrar primarias incrementando así la crisis que se vive actualmente en Westminster.

Ante tal escenario, el Fondo Monetario Internacional (FMI) advirtió ayer de que habrá «costes significativos» para la economía del Reino Unido y «en menor medida» para los países de la UE si se produce un Brexit sin un acuerdo bilateral.

Cuando faltan seis meses para el histórico divorcio, la directora gerente del organismo, Christine Lagarde, alertó que quedan «puntos clave» por resolver y que «espera y reza» para que se formalice un pacto. Pero aún con un acuerdo, el FMI vislumbra unos escenarios económicos de crecimiento moderado, con un 1,5 % para 2018 y 2019; una caída de la libra esterlina y otros activos, y un aumento «significativo» de los intereses de la deuda soberana del tesoro británico.

En una comparecencia conjunta, el ministro británico de Economía, el conservador y pro-europeo Philip Hammond, reconoció que, al dejar la UE, este país debe asegurarse «una asociación estrecha y duradera» con los Veintisiete. Además, debe tener en cuenta «las advertencias del FMI y otros sobre el coste significativo que no alcanzar un acuerdo con la UE conllevaría para el empleo y la prosperidad británicos». «Marcharnos sin un acuerdo puede arriesgar los importantes progresos que el pueblo británico ha hecho durante los últimos diez años en reparar nuestra economía», explicó Hammond. «Es por ello que es muy importante para la gente en todo el país que lleguemos a un acuerdo negociado sobre la futura relación en las próximas semanas», puntualizó el titular de Economía que insistió en que un escenario sin acuerdo es «poco probable» pero «no imposible».