Ataque yihadista en Francia
«Me han tirado en la rodilla, estoy escondido. No me llaméis»
Testigo Directo / por María Luisa Zotes Ciancas
Después de trabajar llamé a mi amiga C.M-B. y nos quedamos por mi barrio, cerca del Louvre, teníamos ir a cenar algo y volver tranquilas a casa (cuando pensamos en «tranquilas» no teníamos noción de lo que realmente significaba esta palabra). Ahora es diferente.
Cuando salíamos del restaurante tenía varias llamadas perdidas de M.L.C., que me decía que le llamara enseguida, le noté muy preocupado, le temblaba la voz. Siempre tan tranquilo, me extrañó su tono, me dijo que si estaba cerca de mi casa, que volviera enseguida, me explicó algo confuso lo que estaba pasando, había habido una explosión o tiroteo en Bataclán, una sala de conciertos muy conocida cercana a Republique. Me dijo que su amigo M.G. (33 años) estaba allí y que no sabían nada de él ni de S.D. (Australiana, unos 30 años).
Empecé a acelerar el paso para volver a casa, me notaba insegura, C. había dejado la bicicleta cerca pero le pedí que cogiera un Uber hasta la puerta de su casa, me parecía más seguro.
En seguida escribí a mi hermano y a un amigo que viven en París para saber que estaba bien, después al grupo «familia» de whatsapp.
M.L.C. nos volvió a llamar y dijo que la cosa se estaba poniendo cada vez más delicada, que sería mejor que C. M-B. se quedara en mi casa a dormir, todo estaba pasando en su barrio, incluso en su calle, rue de la Fontaine-au-Roi. Así que subimos a casa y nos quedamos pegadas a las noticias y al móvil.
La preocupación empezó a aumentar, el teléfono no paraba de sonar, por fin M.G. mandó un mensaje a un amigo diciendo «Me han tirado en la rodilla, estoy escondido en un restaurante esperando a que la Policía intervenga. Pasa el mensaje a todos. No me llaméis». Y posteriormente este mensaje se nos envió a los diferentes grupos de amigos vía whatsapp.
Mucho más tarde, tuvimos noticias de S.D., que decía únicamente «I’m alive». Todo el mundo estaba preocupado. Y posteriormente M.D. nos escribía un mensaje: que estaba en el hospital, que no sabía si tenía aún la bala en la rodilla, que el ambiente a su alrededor era horrible, nos decía que no intentáramos ir a verle, que era peligroso.
En paralelo, llegaban noticias confusas de amigos nuestros que estaban en diferentes barrios de París diciendo que había habido tiroteos en el metro, en otras calles... Y la inseguridad y el sentimiento de impotencia volvía aumentar por no poder movernos de casa y tener que escuchar las noticias a través de los medios de comunicación.
Amigos de todos los rincones del mundo preguntando que si estábamos bien... y lo estábamos, pero las noticias no paraban de anunciar el número de fallecidos que aumentaba por minutos.
Era una noche normal.
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