Triunfo de Milei

Los mercados aplauden el plan privatizador de Milei para Argentina

El presidente electo suspende la reunión con su predecesor y apunta a YPF como primer objetivo de sus privatizaciones

Milei liderará el cambio de rumbo de Argentina: reformas económicas y alineamiento con EEUU e Israel
Milei liderará el cambio de rumbo de Argentina: reformas económicas y alineamiento con EEUU e IsraelEuropa Press

Wall Street celebró la elección del ultraliberal Javier Milei como nuevo presidente de Argentina. Sus promesas de sanear la economía y el Estado argentinos al precio que cueste parecen agradar a los inversores y en el primer día de cotización tras la elección presidencial del domingo, los habitualmente vilipendiados bonos argentinos se revalorizaron entre tres y seis puntos.

No fueron los únicos activos argentinos al alza. Las empresas argentinas que cotizan en la Bolsa de Nueva York subieron entre un 4 y un 36%, un alza liderada por la petrolera estatal YPF, a la que Milei ha identificado como la primera compañía estatal a privatizar como parte de su agresivo plan de adelgazamiento del sector público.

El día después de su victoria, Milei se prodigó en entrevistas en radios locales en las que, comenzó a desgranar algunas de las medidas que intentará llevar a la práctica desde la Casa Rosada. «Todo lo que pueda estar en manos del sector privado, va a estar en manos del sector privado», proclamó, en una consigna digna de Margaret Thatcher.

Milei dijo que empezará con la venta de la petrolera estatal YPF, a la que acompañarán en esa primera tanda de privatizaciones la energética Enarsa y el conglomerado de medios de comunicación públicos, a los que acusa de haber sido «un mecanismo de propaganda» a favor de los gobiernos kirchneristas de los últimos años.

YPF será el emblemático caballo de batalla del plan de Milei. La compañía ha sido durante décadas un símbolo para los argentinos y las diferentes vicisitudes que ha corrido un reflejo de los vaivenes de la turbulenta economía de su país. Privatizada en la década de 1990 por el presidente Carlos Menem, en una operación que la dejó bajo control de la española Repsol y que levantó ampollas en amplios sectores de la izquierda nacionalista argentina, Cristina Fernández de Kirchner la volvió a nacionalizar en 2012 pese a las protestas del Gobierno español entonces dirigido por Mariano Rajoy. Ahora, Milei quiere darle la vuelta a la tortilla de nuevo y entregarla al capital privado, como parte de lo que llamó «la readecuación del sistema energético».

Pero el camino del presidente electo puede estar lleno de sobresaltos. A pesar de las buenas palabras de la noche electoral y de que el peronismo se había ofrecido a facilitar un el traspaso de poder, el equipo de Milei descartó la reunión con el presidente saliente, Alberto Fernández, que los medios locales daban por hecha. La Libertad Avanza, la coalición de Milei, negó en un comunicado que hubiera ninguna reunión prevista, enfriando el optimismo acerca de una posible transición armónica en los días que faltan de aquí al 10 de diciembre, cuando Milei recibirá de manos de Fernández la banda presidencial.

Lo cierto es que el nuevo presidente no ha mostrado hasta ahora excesiva capacidad de negociación ni voluntad de diálogo. Se pasó la campaña calificando a sus rivales como «zurdos de mierda», «comunistas asesinos» o «mugre», entre otras lindezas, y no está claro que ese tono le vaya a facilitar su acción de gobierno.

Muchos en Argentina comparan ya el plan de privatización masiva de Milei con el ajuste draconiano que el país sufrió tras el corralito de 2001, cuyo recuerdo supone un trauma no superado para muchos, y que provocó una fuerte contestación social.

La misma con la que se podría encontrar Milei entre los trabajadores de las compañías que se propone privatizar. Su plan lo coloca en rumbo de colisión con el poderoso movimiento sindical argentino, el músculo que conserva el peronismo. Quizá sabedor de que se vislumbra un escenario de tensión, Milei conversó con el alcalde de Buenos Aires, Jorge Macri, sobre cómo «mantener el orden en las calles».

Pese a su flamante condición de presidente electo, Milei iría con recursos limitados a una batalla en la que previsiblemente deberá vencer la resistencia de algunos de los poderes fácticos que han sostenido el poder del peronismo durante dos décadas.

Con un Congreso dominado por el peronismo y en el que La Libertad Avanza cuenta con menos de la quinta parte de los legisladores, Milei tendrá que negociar el apoyo de otros grupos a sus medidas. Los congresistas leales al expresidente Mauricio Macri, que le dio su apoyo en la segunda vuelta de las elecciones, se perfilan como sus principales aliados, pero no está claro que siquiera eso vaya a bastarle a un presidente que tampoco tiene amigos asegurados entre los gobernadores de las provincias del país.

Mientras los títulos de las compañías argentinas se benefician por el aparente aumento de su atractivo ante los inversores, la economía de las familias sigue marcada por el azote de una inflación desbocada, precisamente una de las rémoras que condenaron al candidato peronista en la elección, el todavía ministro de Economía, Sergio Massa. Durante el lunes, tras anunciar él el domingo que terminaba una etapa de su vida política, se especuló con que podría abandonar la cartera ministerial antes incluso de la fecha establecida del 10 de diciembre.

En el discurso en que reconoció su derrota, Massa dijo que le correspondía ahora a Milei dar «certidumbre» a la economía argentina. Este replicó y exigió a los gobernantes peronistas «que se hagan cargo de la responsabilidad hasta el final del mandato».

Arranca la transición

En principio la reunión estaba prevista para el lunes, día festivo en Argentina. Pero el equipo de campaña del presidente electo descartó la primera fecha. Finalmente, pese a los desencuentros iniciales, este martes echó a rodar la transición hacia el Gobierno que iniciará su mandato el 10 de diciembre. El presidente saliente, Alberto Fernández, y el electo, Javier Milei, estuvieron reunidos durante dos horas y media en Quinta de Olivos.

El líder de La Libertad Avanza llegó pasadas las 8.15 horas (11.15 GMT), a la residencia presidencial, situada en la provincia de Buenos Aires, al norte de la capital argentina, y se retiró a las 11.07 (13.07 GMT), en un vehículo particular.

«El encuentro se llevó adelante en la residencia presidencial de Olivos con el objeto de dar inicio al proceso de transición institucional entre los equipos designados por ambos en las distintas áreas de gobierno», informó el comunicado difundido por la Presidencia de Argentina. El texto, de dos párrafos, solo informaba que Fernández había sido el anfitrión del encuentro con Milei, «quien asumirá sus funciones constitucionales al frente del Poder Ejecutivo Nacional» desde el 10 de diciembre.

El comunicado oficial fue difundido junto con una foto que muestra a Fernández y Milei, serios, sentados en una galería de la quinta, frente a una mesa baja con copas de agua y de fondo el jardín de la residencia presidencial, a las 9.24 horas (12.24 GMT) en la cuenta de X de la portavoz presidencial, Gabriela Cerruti.