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Francia

«Merkhollande», un eje que no cuaja

La Razón
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Pese al simbólico gesto de reservar a la canciller alemana su primera visita al extranjero el mismo día de su investidura, entre François Hollande y Angela Merkel la corriente no termina de fluir. Un año después, «Merkhollande» avanza a trompicones. Sin conseguir hacer olvidar los tiempos en que el tándem «Merkozy» parecía funcionar al unísono. Y eso que el socialista francés y la conservadora alemana, salvo la etiqueta política, lo tienen todo para entenderse: ambos son realistas, pragmáticos y con el sentido del humor necesario para desactivar situaciones explosivas. Pero los dos se parecen también en que son inasibles. Más que una amistad tensa, las suyas son «tensiones amistosas», como al propio Hollande le gusta definir las relaciones con su socia. Una especie de «condenados a entenderse» pues, para el socialista, sobre los hombros de Francia y Alemania recae «la obligación de hacer avanzar a Europa». Sin embargo, un documento interno del Partido Socialista galo evidenciaba hace unos días la hostilidad en la formación gubernamental hacia Merkel, a la que se tildaba de «canciller de la austeridad»y se le acusaba de «intransigencia egoísta». El presidente de la Asamblea Nacional, Claude Bartolone, defendía incluso la idea de un «enfrentamiento democrático» con Alemania, sembrando de la discordia en el Ejecutivo francés. Un rechazo que cala en buena parte de la sociedad francesa, aunque, según Damien Philippot, politólogo del instituto Ifop, hay un sentimiento «ambivalente» respecto al vecino teutón. «Por una parte se ve a Alemania como el país que impone sus políticas pero, por otro, se considera que ha sabido gestionar mejor sus finanzas públicas y para muchos es un modelo de virtud presupuestaria». «Lo que aparece claramente es una desconfianza cada vez más creciente respecto al rol de la Unión Europea. Se tiene la impresión de que, cuanto más se avanza en la integración, menos son los márgenes de maniobra del Gobierno y más se agrava el paro y se reduce el poder adquisitivo de los franceses», concluye Philippot. El propio Hollande negó recientemente su supuesta animadversión hacia Merkel, a quien considera «fuerte y simpática», según el semanario «Der Spiegel».