México
México y Estados Unidos, una relación práctica y de respeto
Sabino Bastidas, director del despacho de consultoría política Pensar Diferente Consultores SC e investigador de CIDAC (Centro de investigacion para el Desarrollo AC), analiza las relaciones entre EE UU y México al hilo de la visita del presidente Barack Obama, en la que exhortó a acabar con los estereotipos entre los dos países.
-El Gobierno mexicano ha querido dar más prioridad a la economía que a la seguridad en sus relaciones con Obama. ¿Es acertada esta estrategia?
-La relación México-Estados Unidos no puede limitarse sólo a los temas de seguridad. Ese fue uno de los errores más graves del gobierno del presidente panista Felipe Calderón. Una relación monotemática no le conviene a ninguno de los dos países. México y Estados Unidos son dos países ya muy integrados, con una relación muy intensa en todos los temas. Tienen que hablar de todo. Solo para dar tres ejemplos: 1) entre ambos países hay más de un millón de personas que cruzan la mutua frontera cada día; 2) otro buen ejemplo, es una relación comercial y de negocios, que implica, más o menos, un millón de dólares ¡por minuto!; y 3) El español, y la cultura mexicana, los valores y la forma de ser de Mexicano, la comida, la cultura en general, han ido entrando y conquistando a la cultura norteamericana. Hoy el español es la primera lengua extranjera que le interesa estudiar a los norteamericanos, porque ya es claramente una necesidad. Así como, el inglés, es la primera lengua que quieren estudiar los mexicanos. Es una relación sin duda compleja, que implica todos los temas: economía, migración, seguridad, energía, medio ambiente, trabajo, turismo, entre muchos otros. Más vale asumirnos y entendernos sin prejuicios, de manera clara, aceptando la realidad de la vecindad y la colindancia tal y como es. La relación debe verse como oportunidad de cooperación y de crecimiento para los dos países. Como dijo Barak Obama, "es una relación singular que no se parece a ninguna otra en el mundo". Es una relación difícil, pero debe ser una relación fluida, que permita más cooperación. Geopolíticamente Estados Unidos necesita cada vez más de México, y es evidente que México, necesita mucho de Estados Unidos. Esta es una relación que debe ser moderna, inteligente y de gran amistad y respeto.
-La reforma migratoria de EEUU ha sido aplaudida por México. ¿Ayudará esto a mejorar las relaciones entre ambos países?
-La reforma migratoria es necesaria, pero el proyecto que viene, aunque positiva, es todavía muy moderada. Se requiere mucho más. A mí personalmente lo que más me preocupa es que los trámites y los plazos del proyecto planteado en los Estados Unidos por legisladores demócratas y republicanos, son muy largos. Me parece que tiene varios componentes que son muy positivos, que eso es mejor que nada, pero que México y Estados Unidos se merecen una relación de intercambio humano mucho más amplio, con elementos más modernos. Debemos entender que hay que vencer todavía muchas resistencias. Los grupos conservadores en Estados Unidos son muy renuentes a una reforma migratoria y en esto hay que ser muy prácticos. Hay muchos enemigos de una buena reforma migratoria en Estados Unidos. Debemos aceptar que lo perfecto o deseable, es enemigo de lo práctico y posible. Y sobre todo que en política, muchas veces hay que hacer y aceptar lo posible.
-¿Qué cosas tienen que cambiar en la relación entre ambos países?
-Debe ser una relación práctica y no ideológica. Las dos naciones están claramente muy integradas: humana, cultural, social, política y económicamente. Esa integración debemos verla como oportunidad más que como riesgo. Ese es el gran cambio. Debe ser una relación de mayor confianza, respeto y de abierta cooperación. México debe entender y asimilar su lugar en el mundo. Y Estados Unidos debe entender quiénes son para siempre sus vecinos. Los dos países hemos visto los frutos de una buena relación. Tenemos mutuas experiencias de cercanía, que han sido útiles, gratificantes y provechosas. El Tratado de Libre Comercio es la más clara, pero no es la única. Tenemos que superar diferendos del pasado, ser inteligentes y construir relaciones de aceptación, que respeten los canales y las vías institucionales. Para México no es fácil ser vecino de Estados Unidos, pero también para Estados Unidos no es fácil ser vecino de México. Se requiere una relación de mucha comprensión. De conocimiento. Saberse y conocerse ayuda mucho a tratarse y entenderse. Los dos países están obligados a construir una región abiertamente más integrada. Los dos países deben aprender mutuamente a construir una relación madura, moderna basada en la confianza.
-¿Latinoamérica ha dejado de ser el patio trasero de EE UU?
-Creo que la frase es peyorativa y poco afortunada. Latinoamérica ha crecido y madurado mucho. Casi todos los países viven en una democracia y abrazan los valores de la libertad. Los países de América Latina pueden ser muy buenos socios comerciales y se pueden construir relaciones muy ricas en lo político y en lo cultural. Estados Unidos ha crecido también mucho en el respeto. Entiende que por la vía diplomática y con la política se puede más que con el uso de la fuerza y la soberbia. Estados Unidos por supuesto no es homogéneo, y debemos entender que hay sectores conservadores, poco informados, diría yo, hasta ignorantes, que a veces son muy torpes en el trato con América Latina. Pero el presidente Obama ha dejado claro que sabe y entiende que la relación con América Latina debe ser una relación cordial y amistosa. Esta gira es un signo de un nuevo ambiente.
-¿Cómo avanzan las reformas clave de Peña Nieto y qué salud tiene el gran pacto político alcanzado al inicio de su mandato?
-México necesita muchas reformas y viene de un desafortunado periodo de parálisis en muchas materias. Hace tiempo que no avanzan las grandes reformas estructurales que el país necesita y era necesario crear un clima diferente de encuentro y de acuerdos. Personalmente, creo que no hay que apostarle todos los cambios al Pacto, que es un mecanismo adicional, coyuntural y que en algún momento dejará de operar. El riesgo del Pacto es que la exigencia de unanimidad genere reformas ligeras, poco profundas, en aras de tener a todos los actores sentados en la mesa. Hay reformas de mayoría, que no gustarán a algunos partidos. Y hay que entender que la democracia funciona así. No hay nada más mediocre que una democracia que pretende la unanimidad. Creo que el pacto fue una buena estrategia de inicio de gobierno, pero entiendo que será necesario construir nuevos acuerdos en el Congreso, para que muchas de las grandes reformas estructurales que nos faltan. Yo creo que la reforma fiscal y la reforma petrolera son las más importantes y las más difíciles. Y que esas reformas no necesariamente transitarán por la vía del pacto.
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