Unión Europea
Michael Barnier, el curtido negociador europeo al que apodan Monsieur Brexit
El conservador, que a los 14 años sintió la llamada de la política inspirado por el general Charles de Gaulle, atesora un expediente casi inmaculado en cuatro décadas de gestión pública
El conservador, que a los 14 años sintió la llamada de la política inspirado por el general Charles de Gaulle, atesora un expediente casi inmaculado en cuatro décadas de gestión pública.
De perfil bajo en París pese a su dilatada hoja de servicio, pero respetado en Bruselas y temido en la "City"de Londres, el francés Michel Barnier llevará el timón del buque comunitario en la colosal negociación para la salida del Reino Unido de la Unión Europea.
"Es profesional, pero amigable y cercano. Y se centra en los objetivos a largo plazo", explica a Efe una fuente cercana a Barnier (La Tronche, 1951), un montañés de imponente estatura, melena blanca y ojos de un azul eléctrico que dirigirá al equipo de unas 35 personas que buscará el mejor acuerdo posible para la UE tras el "brexit".
El conservador, que a los 14 años sintió la llamada de la política inspirado por el general Charles de Gaulle, atesora un expediente casi inmaculado en cuatro décadas de gestión pública.
Europeísta y ecologista convencido, su primer logro fue lograr los Juegos Olímpicos de Invierno de 1992 para la localidad alpina de Albertville. Después ha trasegado por casi todas las capas de la política nacional y comunitaria: diputado, senador y ministro, eurodiputado y eurocomisario.
La única mácula de su expediente es el referéndum francés sobre la Constitución Europea de 2005, cuando era ministro de Exteriores en el Gobierno de Jean-Pierre Raffarin, su amigo y compañero de estudios en la parisina escuela de negocios ESCP. Francia votó "no"y Barnier perdió el puesto.
Desde entonces, este hijo de artesano no ha vuelto a tropezar. Tampoco cuando, en calidad de eurocomisario de Mercado Interior (2010-2014), tuvo que sacar adelante una nueva regulación del sistema financiero en la UE y el diario británico "The Telegraph"le describió como "el hombre más peligroso de Europa".
Barnier le resta importancia al apelativo. Prefiere recordar que acordó con Londres 39 de los 41 textos propuestos, también el que limitaba los bonos de los directivos bancarios.
Entonces solía pasearse con una hoja de Excel impresa, que mostraba a sus interlocutores a medida que iba tachando casillas de la lista, hábito que no ha perdido.
En esa época se distanció también de quienes defendían a ultranza las políticas de austeridad y reforzó su reputación de hombre correcto, leal y con cultura de consenso.
Tanto que el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, le ha elegido para la negociación más dura de la historia de la UE, pese a que fue su rival en la carrera por el despacho más distinguido de Bruselas.
Se aprecia de Barnier que sabe "sudar la camisa", su profesionalismo y perseverancia y sus detractores le achacan falta de carisma y sentido del humor. Y un inglés mejorable.
La decoración de su despacho resume los momentos que han marcado su vida: una fotografía de cuando Alberville logró la candidatura olímpica, otra de De Gaulle y el canciller alemán Konrad Adenauer firmando el Tratado de Amistad Franco-Alemán, y una tercera con el Papa Juan Pablo II.
Casado con Isabelle Altmayer, con quien ha tenido tres hijos, Barnier es un hombre sobrio y madrugador al que le gusta correr, la bicicleta, la natación y pasear por las montañas de su Saboya natal, donde disfruta cocinando para sus amigos pescado con espinacas.
Aficionado a la lectura, actualmente anda leyendo "No pienso viajar más", una novela sobre un místico que abandonó sus pertenencias para rezar en el desierto: "una magnífica reflexión sobre nuestra vida personal", resume. Efe
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