Asia
Miedo al fin del paraguas militar
La llegada de Trump al poder en la mayor economía del mundo se percibe en Asia como la de un huracán de fuerza máxima. La creciente preocupación por la actividad militar china en el Mar de China meridional junto con la imparable adquisición de armamento nuclear de Corea del Norte parece conjugar mal con la campaña electoral que Trump ha hecho bajo el mantra «América primero». La generosidad de la seguridad estadounidense en materia de defensa territorial en el continente, donde tiene desplegadas miles de tropas, podría tener los días contados, ante los ojos temerosos de potencias como Corea del Sur y Japón y, por el contrario, visto con ambición, por parte de China o Corea del Norte.
Trump ha equiparado la independencia económica de Estados Unidos con la necesidad de que el país dé un portazo a ciertos lazos comerciales, en este caso de la Agrupación Transpacífica (TPP), un acuerdo que incluye a varios países del sureste asiático, como prometió en campaña. Acabar o cambiar drásticamente cualquier gran acuerdo comercial sería contraproducente para las economías emergentes de la región, las que más se han beneficiado de la fiebre consumista estadounidense derivada de la globalización.
Japón
Las tropas estadounidenses destinadas en el Pacífico y el armamento nuclear serán dos asuntos casi seguros a tratar en el primer encuentro entre el líder de la tercera potencia mundial y el presidente electo de EE UU previsto para la próxima semana en Nueva York, según confirmó ayer la agencia AP. Sobre todo, después de que Trump dejara con la boca abierta al país del sol naciente durante su campaña sugiriendo cambios dramáticos en los acuerdos de seguridad vigentes entre países desde hace más de 60 años. Entre ellos, el de una posible retirada de los 47.000 soldados estadounidenses desplegados en Japón debido al costoso gasto que conlleva para las arcas del país. La sugerencia de Trump para que Japón pueda convertirse en una potencia nuclear y así contrarrestar las ansias del impredecible vecino Corea del Norte también dejó atónitos a muchos japoneses, quienes aún tienen el recuerdo fresco de haber sido el único país del mundo atacado con armas nucleares.
Corea del Sur
Las alarmantes declaraciones de Trump de que Japón debería poner fin a su dependencia del paraguas nuclear estadounidense y retirar las tropas norteamericanas las hizo extensibles a Corea del Sur. Un planteamiento que llega en un momento dulce entre las relaciones entre Seúl y Washington tras el acuerdo para instalar el poderoso sistema de defensa antimisiles Thaad, dirigido a disuadir los ataques de misiles de Corea del Norte.
La posible retirada de tropas estadounidenses en Corea, que cuenta con cerca de 30.000 en la frontera entre el norte y el sur, no hace más que aumentar el nerviosismo por el control de la zona. Por un lado, podría alentar las ambiciones expansionistas chinas, obligando a Japón y Corea a reforzar su propio Ejército, a China a ampliar el suyo y, por tanto, provocar una carrera armamentística en el Pacífico que desestabilizaría aún más una región de por sí ya tensa.
Corea del Norte
Durante la campaña, Trump mostró su deseo de poder reunirse con el líder norcoreano para disuadirle de sus ambiciones nucleares. «Si viniera aquí, lo aceptaría», dijo el entonces candidato republicano en junio. La idea del diálogo suena a un intento de darle la vuelta a la política de sanciones y aislamiento dirigida por la Administración Obama y la Organización de Naciones Unidas, que no cambió un ápice el imparable ascenso de su armamento nuclear.
A menos de 72 horas de su elección, Corea del Norte utilizó un editorial de un periódico para advertir a Trump de que el sueño de la desnuclearización no es más que una «ilusión anticuada». La idea en Estados Unidos de una Corea del Norte libre de armamento nuclear podría seguir quedándose en eso, en un sueño, mientras la dinastía Kim siga al poder.
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