Yihadismo

Militantes de Al-Qaeda degüellan a 31 civiles en el norte de Togo

La frontera entre Togo y Burkina Faso comienza a convertirse en una nueva zona de influencia del JNIM, la filial de Al-Qaeda en la región.

Fuerzas de defensa locales conducen una motocicleta en Ouagadougou, Burkina Faso. Muchos de estos combatientes improvisados contra el Estado Islámico pertenecen a la etnia mandinga.
Fuerzas de defensa locales conducen una motocicleta en Ouagadougou, Burkina Faso. Muchos de estos combatientes improvisados contra el Estado Islámico pertenecen a la etnia mandinga.Sam MednickAgencia AP

Togo ya es un objetivo yihadista. Y todavía hace falta repetirlo una segunda vez. Togo ya es un objetivo yihadista. Esta pequeña nación africana con una superficie similar a la de Croacia y con poco más de 8 millones de habitantes se suma así al efecto dominó que comenzó en 2012 en Mali y que ya afecta a gran escala en Níger y Burkina Faso. Una tercera vez: Togo ya es un objetivo yihadista. En los últimos meses se han repetido los atentados de miembros de JNIM (la filial de Al-Qaeda en el Sahel) en zonas fronterizas con Burkina Faso, pero ha sido el último ataque el que concede la señal definitiva sobre la nueva realidad de los togoleses.

Treinta y un civiles fueron asesinados por el JNIM este viernes en la prefectura togolesa de Kpendjal, muy próxima a la frontera de Burkina Faso. Según los primeros informes sobre el terreno, los treinta y uno fueron degollados por los yihadistas, que llevaron a cabo el brutal ataque con la intención de mostrar a la población local su capacidad para actuar con total impunidad. Togo ya es objetivo de los terroristas: ellos ya lo saben y no titubean a la hora de demostrarlo.

No es el primer ataque que recibe el país en los últimos meses. La situación comenzó a deteriorarse gravemente a partir del verano de 2022. Luego, el pasado 24 de noviembre, 17 militares togoleses fueron asesinados, también en la prefectura de Kpendjal, también a manos del JNIM, que en aquella ocasión atacó a los soldados con ametralladoras pesadas integradas en pick-ups. Y sólo en la última semana, hasta 10 operativos de las Fuerzas Armadas togolesas han sido eliminados en diversos ataques perpetrados por el grupo terrorista. El Ministerio de Defensa ha anunciado que el número de efectivos destinados al control de la frontera con Burkina ascenderá a los 900 a partir de la próxima semana.

Un peligro en creces

La situación se complica por momentos para el Presidente togolés, Faure Gnassingbé, que ya decretó en diciembre de 2022 la integración del Ministerio de Defensa dentro de sus competencias como jefe de Estado, en un intento de responder adecuadamente al repunte de violencia que afecta al norte del país. Cabe a recordar que Faure Gnassingbé gobierna Togo desde 2005, año en que sucedió a su padre, Gnassingbé Eyadema, el cual gobernó el país de forma ininterrumpida durante 37 años. La “dictadura sin aliento”, tal y como fue definida en 2014 por el diario francés Le Monde, mira de reojo la suerte que han corrido los gobiernos de la región (dos golpes de Estado en Mali, otros dos en Burkina Faso) a raíz de la inestabilidad provocada por los yihadistas… y echa a temblar.

Los expertos señalan tres objetivos en los ataques yihadistas realizados en el norte de Togo: los funcionarios de agua y bosques, los funcionarios públicos y los puestos militares. Con esto pretenden desarrollar una estrategia de ocupación que les permita gravar un impuesto de circulación a los transportistas que cruzan la frontera burkinesa. Estos llevan en sus camiones tabaco, combustible y recambios eléctricos, entre otros bienes que llegan a los puertos de Lomé y Cotonou para abastecer a la región. Asimismo, se aprovechan de las rutas de contrabando habituales en la zona para exprimir ellos también una porción de los beneficios.

Ghana, Benín y Costa de Marfil son otros tres países que corren el riesgo de sufrir un aumento de atentados en sus respectivas fronteras con Mali o Burkina Faso. La tensión podía cortarse con una cuchilla este sábado en la localidad ghanesa de Paga, frontera con Burkina Faso, cuando la población local aseguró haber divisado a un nutrido grupo de hombres en motocicletas que merodeaban la zona. Un nutrido grupo de hombres en motocicletas generalmente equivale en África Occidental a un comando yihadista. Un 30% de los miembros de comunidades pastoriles entrevistados por USAID en el departamento de Atakora, al norte de Benín, reconocieron haber interactuado con combatientes del JNIM en los últimos meses. Y en el norte de Costa de Marfil, una de las naciones más influyentes de la región, se han multiplicado los episodios de violencia local contra individuos de etnia peul, ya que existe la creencia generalizada de que todos los peul (también conocidos como fulani) son yihadistas.

Togo ya es un objetivo terrorista. En Ghana tiemblan los campesinos y los habitantes del norte de Costa de Marfil focalizan su miedo en los inocentes. Hace años que los analistas predijeron que el yihadismo del Sahel se expandiría al resto de los territorios de la región. Y esa predicción ya se está cumpliendo.