
Tecnología militar
Ni misiles ni torpedos: la bomba de 50.000 dólares que EEUU ha convertido en la superarma definitiva para hundir buques
La Fuerza Aérea de EE. UU. redefine la guerra naval con una bomba de bajo coste capaz de hundir buques con precisión quirúrgica, una nueva capacidad que ya ha sido probada con éxito por un bombardero B-2 en el Mar de Noruega

Hundir un buque de guerra ha sido tradicionalmente una operación compleja y, sobre todo, carísima. Consciente de ello, la Fuerza Aérea de Estados Unidos ha puesto en marcha una ingeniosa solución que promete cambiar las reglas del juego en el combate naval: el programa Quicksink. La idea central es tan simple como eficaz y consiste en la adaptación de munición convencional, como las bombas GBU-31 de 907 kilogramos, para convertirlas en armas de precisión letales contra objetivos marítimos a un coste radicalmente inferior al de un torpedo o un misil antibuque. Este enfoque de reutilización de material existente se desarrolla en paralelo a la búsqueda de otras capacidades, ya que el Ejército de Estados Unidos quiere un nuevo misil de ataque rápido y letal para el próximo año.
De hecho, la clave de esta transformación se encuentra en un kit de guiado de última generación que se acopla a la bomba. Este sistema combina la navegación por GPS e inercial para el tramo inicial del vuelo con un buscador de infrarrojos por imagen que se activa en la fase terminal. Una vez cerca del área designada, la munición localiza y fija de forma autónoma el navío enemigo, dirigiendo el impacto con una precisión milimétrica sin que el piloto de la aeronave tenga que intervenir más, bajo el popular concepto de «dispara y olvida».
En este sentido, la elección del bombardero furtivo B-2 Spirit como una de las plataformas para desplegar esta nueva capacidad no es ninguna casualidad. Sus características lo convierten en el vector idóneo para misiones de este tipo, tal y como han publicado en The War Zone, gracias a su capacidad para penetrar defensas aéreas sin ser detectado, su inmenso radio de acción y su enorme capacidad de carga. Se persigue así un objetivo de coste de unos 50.000 dólares por cada kit de guiado, una cifra muy asumible si se produce a gran escala. Esta nueva capacidad demuestra la vigencia de estas aeronaves, en un momento en que se debate si Estados Unidos necesita más bombarderos para mantener su proyección de poder a nivel global.
La reconversión de bombas en un arma naval de bajo coste
Asimismo, toda esta teoría acaba de ser validada en un escenario de máxima exigencia. La Fuerza Aérea estadounidense confirmó el éxito en el Mar de Noruega de una prueba real en la que un B-2 logró hundir un buque objetivo con una de estas bombas modificadas. La operación, que contó con la colaboración de cazas F-35A de la Real Fuerza Aérea Noruega, sirvió para demostrar no solo la eficacia del sistema, sino también la interoperabilidad con los socios de la OTAN en una región estratégicamente vital. La participación de aeronaves noruegas subraya la importancia de la plataforma F-35 en la Alianza, en un momento en que incluso un pequeño país de Europa podría superar a España en poder aéreo gracias a la adquisición de este caza.
Por otro lado, el potencial del sistema Quicksink no se detiene aquí. Si bien el alcance estándar de estas bombas ronda los 24 kilómetros, los ingenieros ya trabajan en la integración de kits de alas desplegables, conocidos como JDAM-ER. Esta mejora permitiría extender la distancia de ataque hasta lograr un alcance superior a los 70 kilómetros, dotando a las fuerzas aéreas de una herramienta antibuque todavía más flexible y segura para sus tripulaciones en cualquier escenario de conflicto.
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