Crisis política en Italia
Monti se deja querer
El ex primer ministro no será candidato a los comicios de febrero, pero se ofrece para gobernar Italia con los partidos que apoyen su programa
Mario Monti no acabó de despejar las incógnitas sobre su entrada en política en su esperada comparecencia navideña de ayer. El primer ministro dimisionario mantuvo una medida ambigüedad para no cerrarse ninguna puerta ante los vaivenes que puede sufrir Italia en los próximos meses. Dijo que, en principio, no será candidato de ningún partido en las elecciones que se celebrarán el 24 y 25 de febrero, aunque afirmó que, si una o más fuerzas políticas suscriben las reformas que él desea para el país, podría volver a ser primer ministro.
Este escenario se haría realidad si el izquierdista Partido Democrático (PD), favorito según las encuestas para ganar los comicios italianos, no lograra hacerse con el control de ambas Cámaras e hiciese falta un nombre de consenso para liderar el nuevo Ejecutivo. La «agenda Monti» para lograr que la economía y la sociedad italianas despierten de su letargo será hecha pública pronto y estará dirigida a todo el país, «no al centro, ni a la izquierda ni a la derecha», apuntó el ex comisario europeo. «A las fuerzas que manifiesten adhesión convencida y creíble a esta agenda estoy dispuesto a ofrecerles mi aprecio y, si me lo piden, estoy preparado para asumir un día, si las circunstancias lo quisiesen, la responsabilidad que se me confiase en el Parlamento», dijo «Il Professore» con un lenguaje muy medido.
Según las últimas encuestas, en caso de que Monti presentara su candidatura, quedaría relegado al tercer o cuarto puesto. Pero un sondeo publicado esta semana, indicaba que el 61 % de los italianos cree que Monti no debería concurrir a los comicios, algo que también le han demandado tanto el PD de Pier Luigi Bersani y el partido de Berlusconi, el Pueblo de la Libertad (PDL).
«Tras un año de trabajo, puedo decir que la emergencia se ha superado, los italianos pueden volver a ser ciudadanos de Europa con la cabeza alta. No hemos usado la ayuda de la UE y del FMI», se vanaglorió, advirtiendo del peligro en el que podría caer el próximo Gobierno. Sea del color político que sea, deberá tener en cuenta el trabajo realizado por el Ejecutivo técnico saliente para evitar que Italia vuelva a situarse al borde del colapso financiero, como ocurría cuando Monti tomó las riendas del país de manos de Berlusconi hace trece meses.
«No puede destruirse lo que se ha logrado con grandes sacrificios», comentó el ya ex jefe de Gobierno. Uno de esos sacrificios pedido a los italianos ha sido la reintroducción del IBI sobre la primera vivienda. «Il Cavaliere» asegura que si vuelve al poder cancelará esta tasa, lo que constituye «una propuesta bellísima y llena de atractivo popular», dijo Monti con ironía. «Si se elimina, quien gobierne el año después tendrá que reintroducirla y al doble». De hecho, Monti pidió a los partidos políticos que no prometan «ilusiones» en la campaña y recordó que hay dos cosas que pueden acabar con todo lo que se ha conseguido: «No seguir las líneas guía de Europa» y «quitar el IBI». La prioridad del nuevo Ejecutivo, propuso, ha de ser el trabajo, pero concebido con una «perspectiva moderna y no noblemente arcaica». Con estas palabras lanzó un mensaje a los sindicatos, que defienden el actual sistema laboral italiano, en el que los que tienen un contrato fijo gozan de una situación cómoda y con privilegios mientras los jóvenes encadenan un contrato temporal y precario tras otro. El ex profesor de Economía y presidente de la Universidad Bocconi de Milán, una de las más prestigiosas del país, propuso un cambio cultural y social que vuelva a hacer de Italia una nación pujante. «Para el crecimiento y la equidad hace falta un salto de calidad en la forma con la que vemos a la mujer», propuso. Su petición no es superflua, pues Italia es probablemente el Estado occidental más machista, un lastre que puede superarse si las mujeres tienen «más presencia» en los puestos de decisión. «Este país puede sonreír porque tiene recursos extraordinarios y debe reencontrar la confianza necesaria para tener hijos», apuntó, advirtiendo de que en una nación «que no mira al futuro» no nacen niños. Las mujeres italianas tienen una media de 1,39 pequeños, una de las cifras más bajas del mundo occidental.
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