Nelson Mandela

Muere a los 81 años la activista Winnie Mandela, exesposa de Nelson Mandela

Pese a que fue nombrada viceministra de Cultura en el primer Gobierno, Mandela la cesó menos de dos años después por las acusaciones de corrupción contra ella

Winnie Madikizela-Mandela, durante un acto en Johannesburgo, el 28 de marzo de 2017. EFE/ Kevin Sutherland
Winnie Madikizela-Mandela, durante un acto en Johannesburgo, el 28 de marzo de 2017. EFE/ Kevin Sutherlandlarazon

Pese a que fue nombrada viceministra de Cultura en el primer Gobierno, Mandela la cesó menos de dos años después por las acusaciones de corrupción contra ella.

Dicen que detrás de un gran hombre, hay una gran mujer. Éste es el caso del ex presidente surafricano Nelson Mandela, que estuvo casado con Winnie Madikizela-Mandela, política y activista negra que falleció ayer a los 81 años de edad debido a una larga enfermedad en los riñones.

Su historia es la historia de la lucha por la libertad y los derechos civiles de los negros en Suráfrica. De hecho, al evocar su figura, una de las primeras imágenes que nos viene a la cabeza es acompañando a su marido a la salida de la prisión de Victor Versyer. Ambos sonrientes posaron ante las cámaras con el puño en alto como un símbolo de resistencia. No en vano, durante los 27 años de prisión de Nelson Mandela, estaba prohibido tomar fotografías. Fue su mujer, Winnie, la que encarnó la imagen de la lucha antiapartheid y antirracista en Suráfrica.

La suya es una vida de luces y sombras. Vivió la mayor parte de los 38 años de matrimonio con Nelson Mandela lejos de él porque estuvo en prisión, una circunstancia que le obligó a criar sola a sus dos hijas, al tiempo que mantenía su lucha. De hecho, Winnie, al igual que su marido, pasó por la cárcel. En su caso, estuvo entre rejas un total de 17 meses, durante los cuales fue torturada y posteriormente sufrió el destierro.

Su voz se convirtió en el altavoz de la lucha contra el «apartheid» en Suráfrica, donde siempre contó con un gran apoyo popular, si bien recibió numerosas críticas por su apoyo a tácticas violentas para acabar con la segregación racial, incluso en momentos en los que su esposo abogaba por la reconciliación. Esa ferviente defensa de los derechos de los negros hizo que se convirtiera en una de las figuras más destacadas del Congreso Nacional Africano (ANC). En 1994, tras las primeras elecciones democráticas, Madikizela-Mandela fue nombrada diputada y viceministra de Arte y Cultura. Y ha sido diputada desde entonces, a pesar de las pocas apariciones en los últimos años.

Su figura ha estado alejada de la imagen inmaculada que siempre acompañó al ex líder surafricano. Ella optó por vestirse de camuflaje durante los años más duros del «apartheid», cuando se hizo tristemente famosa por pronunciar la frase «Con nuestros collares y nuestras cajas de cerillas liberaremos este país», en referencia a la práctica del «necklace» (collar), en el que la víctima, por lo general acusada de ser confidente policial, era inmovilizada con un neumático con gasolina al que se prendía fuego.

De hecho, entre los casos más sonados que mancharon su reputación figura su condena por secuestro por el rapto y asesinato del activista Stompie Seipei, quien fue degollado tras ser acusado de ser un informante. Tras el proceso de apelación fue condenada a pagar una multa. Poco después, en 1996, Nelson Mandela y Winnie, que se habían casado en 1956 se divorciaron, justo dos años después de que el líder anti «apartheid» se convirtiese en el primer presidente negro de Suráfrica.

Durante la Comisión para la Verdad y la Reconciliación, presidida por el arzobispo Desmond Tutu, para investigar los crímenes en los dos bandos, se le señaló como «política y moralmente responsable de graves violaciones de los derechos humanos» por parte de un grupo de Soweto conocido como Mandela United Football Club, una especie de guerrilla especializada en reclutar a jóvenes negros aprovechando torneos deportivos, en luchar contra el régimen racista y castigar a los chivatos.

Sus últimos años estuvieron manchados por la corrupción y el enfrentamiento familiar por la herencia de Mandela. En 2003, «la madre de la nación» fue acusada de 43 cargos por fraude y 25 de robo por el tribunal regional de Pretoria. Fue condenada a cinco años de prisión.

Tras la muerte de Nelson Mandela, Winnie protagonizó un vergonzoso episodio con las otras dos esposas del ex presidente surafricano por el reparto de la herencia familiar, un final triste para quién fuera el símbolo de la resistencia de toda una nación.

Suráfrica lloró ayer su muerte. Al conocerse la triste noticia, los medios de comunicación llenaron sus páginas con emotivos artículos: «Hemos perdido a una luchadora».

El movimiento de la lucha contra el régimen segregacionista, el Congreso Nacional Africano (ANC, en el poder), rindió homenaje a una mujer que «simbolizaba la fuerza, la resistencia y un alma eterna de libertad». El ex arzobispo Desmond Tutu, figura de la lucha contra el régimen racista, habló de un «gran símbolo». Y el presidente surafricano, Cyril Ramaphopa, señaló que «hemos perdido a la voz de los sin voz». Nos deja una mujer que, con sus luces y sombras, fue un icono de la lucha contra el «apartheid».