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"Monseur Europa"

Europa llora al padre de la UE, el euro y el Erasmus

Muere a los 98 años Jacques Delors, impulsor del Mercado Interior, Schengen o la moneda única en su década como presidente de la Comisión Europea

El político socialista francés, Jacques Delors, ha muerto este miércoles a la edad de 98 años. El expresidente de la Comisión Europea, cargo que ocupó durante 10 años, es considerado uno de los padres del proyecto de integración europeo debido a su papel en la creación del euro junto al presidente francés François Miterrand y el canciller alemán Helmut Kohl. Francia y la Unión Europea han perdido a uno de los políticos que han contribuido de manera más decisiva a la construcción del club comunitario durante el último medio siglo y uno de sus más acérrimos defensores. Sus ojos de un azul claro iluminaban todo su rostro y eran capaces de convencer a los más indecisos y seducir a los adversarios.

Delors nació en París en el seno de una familia humilde y, tras estudiar economía en la Universidad de la Sorbona, comenzó a trabajar en el Banco de Francia en 1945. Desde muy joven, sintió la llamada de la política y sus preocupaciones sociales y creencias religiosas le llevaron a afiliarse a la Confederación Francesa de Trabajadores Cristianos.

A los 54 años fue elegido diputado del Parlamento Europeo cuando se celebran las primeras elecciones por sufragio universal. En 1981 fue nombrado ministro de Economía y Finanzas de Francia y aprovechó este cargo para dar pasos en la integración europea de la economía francesa. Durante este periodo, representó al ala centrista del Gobierno de Mitterrand.

Es en 1985 cuando el nombre de Jacques Delors queda ligado para siempre al proyecto de integración europeo al ser nombrado presidente de la Comisión –entonces de las comunidades europeas– durante un periodo considerado de oro en la institución. Con él al frente, el club comunitario da pasos de gigante y se hacen realidad proyectos que parecían una quimera como el mercado único (Acta Única), la unión económica monetaria que da lugar al euro (por primera vez se diseña la puesta en marcha de un Banco Central Europeo y criterios de convergencia económica), el diálogo social europeo, las ampliaciones del bloque o el programa de intercambio universitario Erasmus.

La conocida como Comisión Delors (1985-95) en realidad estuvo formada por tres periodos diferentes y el político francés ocupó el cargo de presidente durante cinco periodos de dos años. Es durante la tercera Comisión Delors cuando el club comunitario pasa a denominarse Unión Europea con la entrada en vigor del Tratado de Maastricht en 1993, dos años antes de que el político socialista terminara su mandato. Es precisamente este texto la mayor contribución de Delors en la construcción de la Europa que conocemos. El nuevo tratado incluye el concepto de ciudadanía europea y por primera vez aparecen los pilares de la Política Exterior y de Seguridad común y la Cooperación de la Justicia y los Asuntos de Interior. La a veces denominada de forma peyorativa «Europa de los mercaderes» intenta aunar la protección social propia de los Estados de Bienestar europeos y dar pasos para una voz única en política exterior, un reto que aún sigue vigente.

Pero si en la burbuja comunitaria y en los pasillos bruselenses, Jacques Delors es el símbolo de la audacia y del liderazgo, en Francia su figura se asocia al rigor y la indecisión. Una paradoja que a él también pareció atormentarle. Fue en 1995 cuando el prestigios Delors renunció a presentarse como candidato a las elecciones presidenciales francesas en un discurso televisado y dejó pasar una oportunidad de oro, a pesar de que era favorito en los sondeos. Con 69 años, justificó su decisión en su avanzada edad y en la necesidad de impulsar la carrera política de su hija, Martine Aubry.

«O mentía a mi país, o mentía a los socialistas», llegó a explicar ante el temor de que un sector de su partido acabara no apoyándole por considerarlo demasiado centrista frente al perfil más revolucionario del secretario general, Henri Emmanuelli. En una entrevista al periódico Le Monde concedida hace 10 años, él mismo reconoció que a veces se arrepentía de esta decisión. Su negativa a ser candidato presidencial supuso su muerte política, pero siguió contribuyendo como pensador al proyecto de integración europeo a través del del think tank Notre Europe en 1995 que creó por consejo de Kohl y Felipe González. «La lucha para una Europa fuerte, que lleve con voluntad sus valores, sigue siendo la mía. Me enfado cuando tengo la impresión de que esta Europea se aleja», llegó a asegurar. Fue nombrado Ciudadano de Honor de Europa en 2015, una distinción que sólo le ha sido otorgada a Jean Monnet y Kohl.

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