Mafia italiana

Muere Messina Denaro, el último capo de Cosa Nostra

Su arresto en enero después de 30 años prófugo puso fin a una de las épocas más dramáticas de la historia de Italia, pero su desaparición apenas ocho meses después deja más incógnitas que certezas

Matteo Messina Denaro, el último jefe de la mafia siciliana, murió este lunes a causa del cáncer de colon que padecía. El capo de Cosa Nostra tenía 61 años y permanecía ingresado en el hospital de L'Aquila, en el centro de Italia, adonde había sido trasladado recientemente desde la cárcel. Su arresto en enero después de 30 años prófugo puso fin a una de las épocas más dramáticas de la historia de Italia, pero su desaparición apenas ocho meses después deja más incógnitas que certezas. Misterios sin resolver que el último padrino de la mafia se lleva la tumba.

«Nunca me arrepentiré», advirtió Messina Denaro al fiscal en el primer interrogatorio al que fue sometido tras su arresto. El criminal más buscado de Italia fue detenido el 16 de enero en la clínica La Maddalena de Palermo, un centro médico privado donde se estaba sometiendo a quimioterapia desde hacía un año bajo una falsa identidad.

Unas horas más tarde, los carabinieri encontraron su último escondite: un piso con búnker incluido en el centro de Campobello de Mazara, una pequeña localidad a sólo ocho kilómetros de Castelvetrano, su pueblo natal. Allí será enterrado este martes en la sepultura de familia donde descansará junto a su padre Francesco, conocido como «Don Ciccio». Fue él precisamente quien enseñó a su heredero los secretos de Cosa Nostra. Tras su desaparición, Matteo Messina Denaro se convirtió en uno de los «soldados» del ejército de Totò Riina, el jefe supremo de la mafia siciliana, y de su brazo derecho, Bernardo Provenzano, ambos muertos en prisión con más de 80 años y varias condenas perpetuas a sus espaldas.

Messina Denaro, en cambio, siempre aspiró a un destino distinto. A diferencia de sus predecesores, a él le gustaba la buena vida y era un amante del lujo y de las mujeres, su punto débil. En clandestinidad tuvo una hija, Lorenza, que sólo reconoció recientemente y a la que vio por primera vez en abril en prisión. Sólo ella y su abogada, Lorenza Guttadauro, que era también su sobrina, pudieron acompañarle durante sus últimas horas de agonía.

Mientras permaneció prófugo de la justicia, Messina Denaro se comunicaba con sus cómplices a través del viejo sistema de los «pizzini», pero cuando necesitaba que sus mensajes llegaran con rapidez lo hacía a través de su hermana Patrizia, que fue detenida en 2013. Quizá así, volviéndose invisible incluso para su propia familia, logró que su rostro fuera un misterio para las autoridades italianas.

Desde la sombra ordenó asesinatos y movió los hilos de la política y la economía siciliana. Así al menos lo demuestran las veinte cadenas perpetuas a las que se enfrentaba por otros tantos delitos, entre ellos, el del pequeño Giuseppe Di Matteo, estrangulado y disuelto en ácido para vengarse de su padre, un exmafioso arrepentido convertido en colaborador de la Justicia.

«Con la gente que he matado yo mismo, podría llenar un cementerio», se jactaba antes de su arresto. A los investigadores que le han interrogado recientemente, sin embargo, negó siempre pertenecer a la mafia. «No formo parte de ninguna organización criminal y lo que conozco de Cosa Nostra, lo sé por los periódicos».

Más allá de la red de cómplices que le permitió permanecer huido de la justicia, en los últimos meses los investigadores han buscado sin éxito rastros del llamado «archivo de Riina», documentos secretos del desaparecido Totò Riina que la policía nunca encontró cuando fue detenido en 1993 y que las autoridades sospechan que Messina Denaro podría haber custodiado desde entonces. Unos documentos que podrían contener las respuestas a las dudas que aún rodean algunos de los misterios más terribles de la historia italiana, como los atentados que acabaron con la vida de los jueces Giovanni Falcone y Paolo Borsellino, o la presunta negociación entre el Estado italiano y la mafia para poner fin a las bombas que en sembraron el terror en Italia en la década de 1990.

«Para Castelvetrano la desaparición de Messina Denaro representa el final de un capítulo», declaró el alcalde de la localidad, Enzo Alfano. «Ante la muerte es necesario tener respeto, pero no podemos olvidar que ha sido un asesino que ha hecho del mal a su propia tierra y ha condicionado esta ciudad».