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Mujeres por sus derechos políticos

Reino Unido celebra hoy el centenario de la autorización del sufragio universal femenino.

La sufragista Emmeline Pankhurst rodeada de policías en una protesta a inicios del siglo XX
La sufragista Emmeline Pankhurst rodeada de policías en una protesta a inicios del siglo XXlarazon

Reino Unido celebra hoy el centenario de la autorización del sufragio universal femenino.

«Qué lástima que no sea un muchacho», dijo con resignación Robert Goulden cuando pensaba que su hija estaba dormida. Pero Emmeline no sólo escuchó la frase, sino que la interiorizó. A diferencia de otras niñas, fue educada bajo la defensa de los derechos civiles, la abolición de la esclavitud y la igualdad de sexos. A pesar de todo, sus padres asumían con tristeza que el único futuro que la deparaba era el de ser ama de casa. Se equivocaron. Emmeline Pankhurst creó la Liga para el Sufragio Femenino y consiguió que las mujeres pudieran votar. Cuando se logró el gran hito el 6 de febrero de 1918, las celebraciones fueron silenciadas. La Gran Guerra todavía estaba en su apogeo. Pero cien años después, Reino Unido festeja el aniversario de aquel gran triunfo para la Historia, con exposiciones, diferentes eventos e incluso una nueva moneda de 50 céntimos, cuyo primer ejemplar ha sido impreso por Helen Pankhurst, bisnieta de la líder sufragista.

Cuando Westminster aprobó la «Ley sobre la representación popular», ocho millones de mujeres, de más 30 años, fueron sumadas a los registros electorales. Hubo que esperar todavía diez años más para que las mujeres lograran poder votar a los 21, como lo hacían los hombres.

Entre las militantes que lucharon por este derecho, las sufragistas marcaron sus acciones con una violencia desconocida para la época. Se encadenaban a las vías del tren, rompían escaparates y saboteaban líneas eléctricas. Incluso llegaron a detonar una bomba en la casa de un ministro.

Cuando en 1889 Emmeline fundó con su marido, Richard, la Liga para el Sufragio Femenino, comenzó por defender su posición a través del diálogo, pero todo pegó un giro radical a partir del 12 de mayo de 1905. Aquel día se había obstruido una propuesta de ley para el sufragio femenino y Pankhurst, con otras mujeres, se concentró frente al Parlamento para reclamar el derecho al voto. Las detenciones, los forcejeos, y los golpes de la Policía reprimieron la manifestación y las palabras mutaron en piedras. El periodo más violento tuvo lugar en 1909. Pankhurst fue encarcelada y liberada hasta once veces. En 1999, la revista «Time» colocó a Pankhurst en su lista de las personalidades más influyentes del siglo XX. «Ella modeló en cierta forma la idea de la mujer contemporánea: cambió el orden social marcando un punto de inflexión», dijo la publicación.

Con todo, algunos historiados estiman que el papel que tomaron las mujeres durante la I Guerra Mundial contribuyó más a la adopción de la ley de 1918 que las acciones de las sufragistas. En los campos, en las fábricas, en las oficinas y en los comercios, las mujeres tomaron los puestos dejados por los hombres que partieron al frente. Su papel en la sociedad quedó profundamente transformado. «Muchas feministas esperaban que su esfuerzo patriótico durante la guerra apoyara su demanda de acceder al derecho a voto», afirma el historiador Joshua Goldstein en el libro «Guerra y género». De hecho, al final de la guerra, fueron aprobadas las primeras reformas para una igualdad de derechos.

Nueva Zelanda fue pionera en la materia aprobando el voto en 1893, seguida por Australia en 1902, Finlandia en 1906 y Noruega en 1913. Clara Campoamor fue la principal impulsora del sufragio femenino en España, lo que consiguió en 1931, y que fue ejercido por primera vez en las elecciones de 1933.

Entre los diferentes eventos organizados en Reino Unido para conmemorar el centenario, la Tate Britain presenta un retrato de otra protagonista, Millicent Fawcett (1847-1929), la histórica líder del Sindicato Nacional de Asociaciones para el Sufragio Femenino. El cuadro es obra de la artista británica Annie Swynnerton, coetánea de Fawcett y también una activista política apasionada por la cuestión sufragista, además de ser la primera mujer elegida miembro de la Real Academia de las Artes británicas en 1922. Katie Herrington, una de las personas encargadas de la muestra, explicó que la imagen podría haber sido pintada en 1899, cuando la universidad de San Andrés en Escocia entregó a Fawcett su título de doctora honoraria, pues viste su toga académica. Además de luchar por el sufragio universal, Fawcett dedicó gran parte de su vida a mejorar las oportunidades educativas de las mujeres, y llegó a formar parte del equipo que creó la segunda facultad exclusivamente femenina en Cambridge.