Ucrania responde
Un nuevo ataque con drones ucraniano sacude el centro financiero de Moscú
Un guardia de seguridad ha resultado herido en incidente que ha sido silenciado por las televisiones públicas rusas
Al menos tres drones ucranianos han sido derribados en la mañana del domingo en Moscú, según la versión del Ministerio de Defensa ruso. Uno cayó en las afueras de la ciudad; los otros dos fueron desconectados con equipos radioeléctricos hasta que perdieron el control e impactaron contra un complejo de oficinas de la céntrica calle Testovskaia, en el corazón financiero de la capital. «Las fachadas de dos torres de oficinas del distrito financiero Moskva-Citi resultaron ligeramente dañadas», reconoció el alcalde Sergéi Sobianin en su canal de Telegram. Esta área de Moscú, una de las más lujosas de la ciudad, es conocida por sus modernos rascacielos y extensas avenidas. Es la zona de los negocios.
«Un UAV ucraniano fue destruido en el aire por los sistemas de defensa antiaérea sobre el territorio del distrito de Odintsovo, en la región de Moscú», detalla el comunicado del Ministerio de Defensa que dirige el cuestionado Serguéi Shoigú. «Otros dos drones fueron suprimidos por la guerra electrónica y, tras perder el control, se estrellaron en el territorio del complejo de edificios no residenciales de la ciudad de Moscú». El objetivo del ataque no fue elegido al azar. Según la prensa local, uno de los edificios golpeados por los drones albergaba la sede de los ministerios de Comunicaciones y Medios de Comunicación.
En su declaración, Sobianin dijo que no había habido víctimas ni heridos. Sin embargo, la agencia estatal de noticias TASS informó de que un guardia de seguridad había sido alcanzado por la explosión y, como consecuencia, había resultado herido. El alcalde de Moscú, miembro del partido de Putin, Rusia Unida, y leal al Kremlin, se limitó a concretar que habían resultado dañadas la quinta y sexta planta de un edificio de 50 pisos del distrito financiero, en un ataque que forzó, además, el cierre temporal del aeropuerto internacional de Vnukovo, como ya sucedió a principios de julio. Al menos 20 vuelos sufrieron severos retrasos y algunos fueron redirigidos a otros aeródromos cercanos, aunque las operaciones recuperaron la normalidad al cabo de una hora, según TASS.
Este contragolpe en el epicentro financiero de Moscú es el último de una serie de ataques ucranianos que tiene como objetivos bases militares y edificios gubernamentales para alterar el orden público. De hecho, Moscú fue el pasado lunes el blanco de otro ataque con aviones no tripulados operados por Kyiv que acabó provocando daños en otros dos edificios públicos, uno de ellos situado en las proximidades del Centro de Gestión de la Defensa Nacional de Rusia, que hace las veces de sede del Ministerio de Defensa.
Ninguna cadena de televisión pública rusa ha informado sobre las explosiones en la calle Testovskaia. Pero de puertas para afuera, Rusia ha descrito este nuevo incidente como un «intento de ataque terrorista», y ha denunciado la autoría de Ucrania. Kyiv, por su parte, mantiene su ya habitual política de silencio para no irritar a sus aliados. No ha reconocido, al menos de forma explícita, este ni ningún otro ataque en suelo ruso. Pero varias figuras del Gobierno, como el viceprimer ministro ucraniano, Mykhailo Fedorov, cuyo Ministerio de Transformación Digital supervisa el plan de adquisiciones del denominado «Ejército de Drones», han dejado caer que habría más ataques.
«Siempre hay algo volando en Rusia, así como en Moscú. Ahora la guerra está afectando a aquellos que no estaban preocupados», declaró hace unos días en televisión nacional el portavoz de la Fuerza Aérea ucraniana, Yurii Ihnat, que fue incluso más allá: «Por mucho que las autoridades rusas quieran hacer la vista gorda diciendo que lo han interceptado todo... algo golpea». En este sentido, el Ministerio de Defensa ruso asegura haber frustrado, también en la madrugada del domingo, otro ataque ucraniano con 25 drones contra objetivos militares en la península de Crimea –anexionada de forma ilegal por Rusia en 2014– que no causó daños.
«Putin guarda silencio, como de costumbre; su portavoz remite todas las preguntas al Ministerio de Defensa; y el Ministerio de Defensa responde con interminables informes sobre sus éxitos que todo el mundo dejó de creer hace tiempo», escribe en las páginas de la Fundación Carnegie para la Paz Internacional la analista Tatiana Stanovaya, quien cree que los dirigentes rusos «no comprenden fundamentalmente el peligro que corre el país en estos momentos». «La reacción de las autoridades ha sido siempre la misma restar importancia al suceso, presentar a Rusia como la víctima y despolitizar el problema, todo ello sin ninguna implicación pública por parte de Putin», explica.
El alto mando militar ucraniano ha intensificado sus ofensivas aéreas en suelo ruso en el marco de la contraofensiva que lanzó hace unas semanas dentro de sus fronteras. Los episodios de Moscú y Crimea no han sido los únicos sucedidos esta semana. En Taganrog, una ciudad del óblast ruso de Rostov a orillas del mar de Azov que hace frontera con Ucrania, las tropas de Zelenski lanzaron el viernes dos misiles que hirieron a 16 personas, de acuerdo con la versión del Ministerio de Defensa ruso. Es una realidad incómoda para el Kremlin, que cada vez tiene más problemas para convencer a la opinión pública de que mantiene el control de la denominada «operación militar especial».
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