Londres
Obama busca en la cumbre del G-8 apoyo a su política en Siria
Según la agenda, los mandatarios del G-8 –los siete países más industrializados del mundo y Rusia– tratarán hoy y mañana en Belfast los paraísos fiscales y las negociaciones comerciales entre la UE y EE UU. Pero, sin duda alguna, la crisis siria será la gran protagonista de las reuniones. En este sentido, tendrán especial importancia las palabras de Barack Obama. A pesar de que el presidente estadounidense anunció el jueves que iba a proporcionar ayuda militar a los rebeldes, un portavoz de la Casa Blanca matizó ayer que esto no significa que el país vaya a «precipitarse» a entrar en guerra en Siria, como ocurrió en Irak en 2003.
David Cameron y Vladimir Putin nunca han congeniado a la hora de abordar el conflicto de Siria. El «premier» británico ha acusado en varias ocasiones a los defensores de Asad de tener las manos manchadas de sangre. Por su parte, el presidente ruso ha llamado bárbaros a los que quieren armar a los rebeldes, los mismos, dice, que se comen los órganos de los soldados del régimen. Por lo tanto, es lógico que cuando ambos mandatarios se comprometieron ayer a superar sus diferencias costara creerles.
Con el objetivo de allanar el camino a la cumbre del G-8, el «premier» invitó a Downing Street a Putin para limar asperezas. En una rueda de prensa conjunta, Cameron matizó que, a pesar de sus puntos de vista, tras una «conversación constructiva», ambos habían acercado posturas. Por lo tanto, no dudaba en que la cumbre de esta semana servirá para dar «un nuevo impulso» a las conversaciones para acabar con el baño de sangre. «No son ningún secreto nuestras diferencias, pero compartimos puntos comunes. Reconocemos que hay una catástrofe humanitaria y que es necesario un proceso de paz y una transición», dijo
Sin embargo, pese a los esfuerzos por darse la mano frente a las cámaras, durante sus intervenciones se apreciaba claramente un distanciamiento. Cameron calificó al presidente sirio de «dictador asesino» que está matando con «gas a su propia gente», algo que pareció incomodar a su invitado. Por su parte, el líder ruso se mostró «escéptico» sobre el uso de armas químicas y recalcó que no era ilegítimo apoyar al régimen.
Londres espió en 2009 a los líderes del G-20
El Gobierno británico ordenó espiar los teléfonos y ordenadores de las delegaciones que participaron en 2009 en dos cumbres del G-20 en Londres, según «The Guardian». El periódico afirma haber tenido acceso a documentos clasificados en los que se confirmaría un «espionaje sistemático» llevado a cabo por el centro de escuchas británico GCHQ por el que se interceptados los teléfonos de políticos y funcionarios extranjeros participantes en esas reuniones y se vigilaron sus computadoras. Los documentos habrían sido entregados a «The Guardian» por Edward Snowden, fuente de las filtraciones sobre el masivo programa de espionaje estadounidense que han sacudido en las últimas semanas a Barack Obama. En el caso de lo ocurrido en 2009 en Londres, el objetivo de ese espionaje habría sido conocer con antelación las diferentes posiciones de los países del G-20, entre otras de aliados como Suráfrica o Turquía.
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