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Obama presiona para acelerar el pacto comercial entre UE y EE UU
El presidente alerta de que el tratado debe firmarse este año, para que no se vea afectado por las elecciones en Estados Unidos y en Francia. El mandatario norteamericano ensalza la política de Merkel en la crisis de los refugiados: «Está en el lado correcto de la historia»
El presidente alerta de que el tratado debe firmarse este año, para que no se vea afectado por las elecciones en Estados Unidos y en Francia. El mandatario norteamericano ensalza la política de Merkel en la crisis de los refugiados: «Está en el lado correcto de la historia»
En la última visita a Alemania de Barack Obama como presidente de Estados Unidos, el líder norteamericano dejó claro que el tratado de libre comercio entre su país y la Unión Europea (UE) seguirá adelante. «Tenemos que hacer avanzar estas negociaciones», expresó en Hannover, tras una reunión con la canciller Angela Merkel en el palacio Herrenhausen. Obama asume que no podrá ratificar el acuerdo en los meses que le quedan en el poder, pero intentará finalizar las negociaciones antes de concluir 2016. Una vez más, el presidente insistió en señalar las ventajas para ambas partes, especialmente haciendo hincapié en la cantidad de obstáculos regulatorios y burocráticos que puede eliminar.
«Angela Merkel y yo estamos de acuerdo en que Estados Unidos y la Unión Europea necesitamos llevar a cabo la firma comercial trasatlántica», dijo. «Es indiscutible que el libre comercio ha reforzado la economía americana y, a su vez, ha aportado enormes beneficios a los países que se han comprometido con él», apuntó también. Para su homónima germana, esta firma es, «desde una perspectiva europea, una inestimable ayuda para hacer crecer y desarrollar nuestra economía». Obama alertó de que si no se aprovecha esta ventana de oportunidad para cerrar el tratado, éste podría quedar en el aire durante años. «El tiempo no está de nuestra parte», aseguró el presidente, quien indicó que las «transiciones» políticas que van a vivir ambas partes del acuerdo –en relación a las elecciones en EE UU este año y a los comicios en Francia y Alemania el que viene– podrían ralentizar las negociaciones. El acuerdo, que ha tenido gran protagonismo en el primer día de la visita a Alemania de dos días del presidente y que es conocido por sus siglas en inglés TTIP (Transatlantic Trade and Investment Partnership), pretende equiparar las normativas entre las dos partes negociadoras. El proyecto se puso en marcha en 2013 y, desde entonces, se elabora un acuerdo que celebrará esta semana en Nueva York su 13º ciclo de conversaciones.
A pesar de las intenciones declaradas ayer por el presidente y de la confianza y alabanzas de Angela Merkel, el TTIP ha sido controvertido desde su comienzo y parte de la ciudadanía europea se opone a su firma. Algunos expertos denuncian que su implantación, lejos de aumentar el comercio y la inversión generando más empleo y nuevas oportunidades económicas, fomentaría la privatización de los servicios públicos y favorecería más a las transnacionales estadounidenses que a los ciudadanos europeos, que se convertirían en un actor más débil.
El proceso de negociación de este proyecto ha suscitado numerosas críticas por parte de las sociedades europeas, que denuncian la falta de transparencia y el acceso prioritario concedido por las instituciones a los grupos de presión empresariales, a los que señalan como los auténticos beneficiarios del proyecto.
Las implicaciones del TTIP en el hipotético aumento de poder de las empresas, en la posible destrucción de empleos en determinados sectores o en la pérdida de una lista de derechos laborales y que también afecten a los consumidores europeos son algunos de los puntos que generan mayor preocupación, especialmente en países como Francia y Alemania.
Asimismo, las quejas apuntan a que este acuerdo llevará consigo una fuerte repercusión en el medio ambiente, mediante prácticas anti-ecológicas, como el «fracking», y que incrementará, además, el riesgo para los estándares alimentarios.
Durante todo el fin de semana, Hannover ha recogido manifestaciones y desfiles de miles de personas mostrando su oposición con pancartas en las que estaba escrito el lema «Sí se puede: Stop TTIP», himnos y marchas y Alemania ha desplegado para la visita de Obama más de 5.000 agentes policiales.
Honores militares, desfile de soldados y el bello palacio barroco han recibido al presidente de Estados Unidos en la quinta visita en su mandato a la mayor economía europea. Tras la calurosa bienvenida y habiendo concluido un encuentro bilateral de varias horas con Merkel, centrado en los grandes problemas internacionales, ambos líderes subrayaron su unidad. Obama se deshizo en agradecimientos para «su amiga Angela», de la cual ha dicho que «es la relación más importante adquirida en todo mi mandato». Además, alabó su gestión en uno de los mayores problemas europeos actuales: la crisis de los refugiados. Merkel «ha tenido una postura muy valiente y está en el lado correcto de la historia», dijo el presidente. «Quizá porque ellos mismos tuvieron que vivir una vez detrás de un muro», apuntó.
Esta visita con ocasión de la Feria de Hannover, durante la cual también inaugurará un aeropuerto, pretende dar un impulso a las relaciones económicas entre Alemania y Estados Unidos. Estos dos países tienen importantes acuerdos comerciales. Obama habló de expansión, de prosperidad y de competitividad. También destacó que resultaba oportuno y urgente fortalecer el crecimiento económico en la zona euro.
Esta tarde, ambos líderes se reunirán con el presidente de Francia, François Hollande, con el «premier» británico David Cameron y con el mandatario italiano Matteo Renzi en una minicumbre G5 informal en Alemania.
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