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Kiev

Occidente acusa a Rusia de ciberataques a escala mundial

Países Bajos expulsa a cuatro miembros de los servicios secretos rusos acusados de una operación frustrada contra la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas y EE UU responsabiliza a otros siete agentes.

El presidente ruso, Vladimir Putin, a su llegada ayer a Nueva Delhi, donde inicia una gira de carácter económico y estratégico en medio de las acusaciones de «hackeo» de varias instituciones
El presidente ruso, Vladimir Putin, a su llegada ayer a Nueva Delhi, donde inicia una gira de carácter económico y estratégico en medio de las acusaciones de «hackeo» de varias institucioneslarazon

Países Bajos expulsa a cuatro miembros de los servicios secretos rusos acusados de una operación frustrada contra la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas y EE UU responsabiliza a otros siete agentes.

Celia Maza - Las tensas relaciones entre Londres y Moscú escalaron ayer a otro nivel después de que el Gobierno británico acusara directamente al Kremlin de dirigir y liderar ataques cibernéticos «imprudentes» e «indiscriminados» a nivel global por orden directa del presidente Vladimir Putin.

La «premier» Theresa May publicó un comunicado junto con su homólogo holandés, Mark Rutte, donde ambos mandatarios advierten de que el intento de los servicios secretos rusos de atacar la red de la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas (OPAQ) demuestra que a Moscú «no le importa el orden legal» internacional.

La pasada primavera, cuando la OPAQ investigaba el intento de envenenamiento al ex espía ruso Sergei Skripal y a su hija en la localidad británica de Salisbury, cuatro oficiales del Departamento Central de Inteligencia en Rusia (GRU) intentaron ejecutar un ataque cibernético contra esta organización, con sede en La Haya. El organismo, que lucha contra el uso y desarrollo de armamento químico, había sido muy criticado por Rusia tras denunciar que su aliado sirio había utilizado armas prohibidas contra civiles durante el conflicto armado iniciado en el país árabe en 2011.

Los cuatro agentes fueron detenidos por los servicios secretos holandeses, que ayer hicieron públicos los detalles de esta operación. Los rusos llegaron a Países Bajos el 10 de abril y fueron detenidos con material de espionaje en un hotel situado en las proximidades de la sede de la OPAQ, cuando planeaban viajar a un laboratorio en Spiez (Suiza), usado por esta organización para analizar las muestras de armas químicas. Los servicios secretos holandeses han advertido de que la inteligencia militar rusa está muy activa en Países Bajos, donde tienen su sede muchas organizaciones internacionales. Los cuatro espías fueron detenidos el 13 de abril y expulsados a Rusia. Sus identidades son, por un lado Alexei Sergejvich Morenets y Yevgeny Mikhailovich Serebrjakov, ambos «operadores cibernéticos», y por otro, Oleg Miajlovich Sotnikov y Aleksey Valeryevich Minin, que ofrecerían «apoyo de inteligencia humana» a los espías.

Las autoridades británicas aseguran que el objetivo de los ataques cibernéticos es el de socavar las democracias occidentales mediante la confusión, según un informe del Centro Nacional de Seguridad Cibernética británico. El documento destaca que los piratas informáticos de la GRU han atacado la base de datos de la Agencia Mundial Antidopaje para obtener contraseñas y publicar más tarde los datos de los atletas.

También les hace responsables del ciberataque contra el Comité Nacional Demócrata en 2016 con el que obtuvieron el acceso a correos electrónicos y chats que se publicaron posteriormente, coincidiendo con la campaña presidencial, en la que la demócrata Hillary Clinton y el republicano Donald Trump competían para alcanzar la Casa Blanca. El metro de Kiev, el aeropuerto de Odesa, el Banco Central de Rusia y dos medios de comunicación privados rusos también habrían sido objeto de los «hackers».

Asimismo, las autoridades británicas señalan al Kremlin de estar detrás del ataque contra una pequeña estación de televisión en Reino Unido entre julio y agosto de 2015, cuando se accedió a cuentas de correo electrónico para robar su contenido. Y de directamente haber intentado «hackear» el Ministerio de Exteriores el pasado mes de marzo.

La respuesta de Moscú no tardó en llegar. «Uno tiene la impresión de que quienes acusan, en este caso las autoridades británicas, están plenamente convencidas de que tienen la razón y de que no hacen falta argumentos sensatos. Que la célebre frase de ‘muy probable’ ya basta», señaló la portavoz del Ministerio de Exteriores ruso, Maria Zajarova. «Estoy segura de que futuros historiadores británicos y, por supuesto, expertos juristas y abogados lo recordarán como una vergüenza», añadió.

Las relaciones entre Londres y Moscú atraviesan uno de sus momentos más tensos después de que el caso de los Skripal provocara una crisis diplomática. En marzo, Downing Street ordenó expulsar a 23 diplomáticos rusos de suelo británico –la mayor sanción efectuada en tres décadas– y numerosos países de todo el mundo siguieron sus pasos, a lo que el Kremlin dio idéntica respuesta.

Más intrusiones informáticas

Paralelamente, el Departamento de Justicia de EE UU acusó a siete agentes de la GRU de la campaña de ciberataques contra sectores deportivos, una agencia internacional y una firma especializada en energía. Desde diciembre de 2014 hasta mayo de 2018 los inculpados realizaron intrusiones informáticas «persistentes y sofisticadas» que afectaron a individuos estadounidenses, entidades corporativas y organizaciones internacionales y a sus respectivos empleados.

Además, de los cargos de «hackeo», se les procesa por cargos de piratería informática, fraude electrónico, robo de identidad agravado y lavado de dinero. Entre los objetivos de la conspiración rusa se encontraba la divulgación de información robada como parte de una campaña de influencia «diseñada para socavar, tomar represalias y deslegitimar los esfuerzos de las organizaciones internacionales antidopaje como parte de un esfuerzo por distraer la atención del programa de dopaje patrocinado por Rusia», apuntó el fiscal general de EE UU, Jeff Sessions.