Amenaza nuclear
Occidente se moviliza para suavizar el embargo a Irán
Obama afronta los recelos del Congreso al acuerdo con Irán, mientras la UE se prepara para rebajar las sanciones
El presidente de EE UU, Barack Obama, ha conseguido lo que puede ser un acuerdo histórico con Irán. Ahora se enfrenta a la parte más difícil: convencer al Congreso y a sus aliados de que, efectivamente, el pacto del domingo es un acuerdo histórico con Teherán. Una situación compleja, y más aún con el cruce de declaraciones y mensajes de los líderes iraníes y de EE UU a sus poblaciones, a las que cada uno asegura que su país es el que mayor provecho sacará del consenso de seis meses. Será entonces cuando se pongan sobre la mesa los asuntos más complicados y se podrá constatar si efectivamente estamos ante un acuerdo histórico o si todo queda en papel mojado.
De momento, Obama ha empezado por la complicada misión de tranquilizar al primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, a quien no le gusta lo más mínimo la nueva situación. La Casa Blanca envió una nota a los periodistas sobre los detalles de la conversión telefónica que mantuvieron el domingo ambos mandatarios. Fue Obama quien levantó el teléfono para hablar con Netanyahu, al que aseguró que este pacto responde a su compromiso de evitar que Irán se haga con la bomba nuclear, después de que el líder hebreo calificase de «error histórico» el acuerdo con Teherán. Durante la conversación, el presidente estadounidense reconoció que tiene buenas razones para mostrarse escéptico ante las intenciones de Irán, y le explicó que los miembros del Consejo de Seguridad de la ONU (EE UU, Reino Unido, Francia, China y Rusia) más Alemania utilizarán los próximos meses para buscar «una solución duradera, pacífica e integral». Esto contrasta con la circunstancia de que Washingon haya llevado a cabo gran parte de las negociaciones a espaldas de sus aliados, incluido Israel, que tuvo conocimiento del mismo sólo hace pocas semanas.
Por otra parte, en Washington, los congresistas están muy lejos de confiar en la palabra de Teherán, al que consideran patrocinador del terrorismo internacional. Ya no se utiliza el término «eje del mal», que acuñó el ex presidente republicano George W. Bush, pero su sucesor ha continuado con en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas su política de sanciones y otros castigos por parte de Washington. De momento, los legisladores preparan sus planes de contingencia en caso de que el acuerdo nuclear con Irán fracase. Para muchos no es una cuestión de si llegará o no a buen puerto, sino de cuándo se hará patente el fiasco. Dan por hecho que Teherán intentará tender algún tipo de trampa a Washington, básicamente porque no creen que tengan la más mínima intención de renunciar a su ambición nuclear.
Para justificarse e intentar combatir a las voces más críticas, Obama ayer hizo una campaña de elogios al acuerdo alcanzado: «No podemos cerrar las puertas a la diploma. Si Irán aprovecha esta oportunidad y decide unirse a la comunidad global, entonces quizá disminuya la desconfianza que ha existido durante muchos años entre nuestras naciones», aseguró el presidente. «Cuando llegué a la presidencia dije que era la hora de una nueva era de liderazgo estadounidense en el mundo y, como comandante en jefe, he hecho lo que dije», presumió precisamente en un momento en el que su popularidad y política internacional están entredicho.
Por su parte, los líderes del otro lado del Atlántico también se muestran cautos y hacen equilibrismos en sus declaraciones. El ministro de Asuntos Exteriores francés, Laurent Fabius, indicó que la Unión Europea podría levantar el próximo mes de enero las sanciones contra Irán, pero aseguró que cualquier decisión de rebajar la presión sobre Teherán será siempre «limitada y reversible». Parece que nadie se fía de Irán, a pesar de que el jefe de la diplomacia de Estados Unidos, John Kerry, no se ha cansado de repetir durante los últimos días que este acuerdo es simplemente una herramienta más para «verificar sus aseveraciones».
Quien parece tener ya claro de qué manera puede sacar provecho de este acuerdo es Moscú. «Si se ejecuta el acuerdo iraní, la justificación formal de la necesidad de crear en Europa un sistema de defensa antiaérea dejará de existir», aseguró ayer el ministro ruso de Exteriores, Serguei Lavrov. El plan de despliegue del sistema de defensa antimisiles de la OTAN, aprobado en la Cumbre de Lisboa de 2010, contemplaba su instalación en cuatro etapas hasta el año 2020.
La planta de Shiraz, ¿una nueva central de plutonio?
Durante las negociaciones que concluyeron el domingo, la central de Arak centró las miradas de la comunidad internacional por el peligro que ésta supone para la construcción de la bomba atómica. Pero «Le Figaro» publicó esta semana los planos (en la imagen) de otra planta ubicada en Shiraz y denominada «IR-10», donde, al parecer, también podría producirse energía atómica mediante plutonio y que no ha sido incluida en el pacto como un objetivo prioritario. En abril, el ex director de la Organización de Energía Atómica de Irán habló en público de este proyecto.
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